“Todo intento de detener la revolución por la mitad es,
independientemente de las intenciones de sus instigadores y autores,
el inicio de una empresa de contrarrevolución,
a través de la lucha contra la Revolución que continúa”León Trotsky
“La revolución se realiza y se sostiene por las clases bajas de la población,
por estos seres heridos que la insolente riqueza trata de canallas”Jean-Paul Marat
El “Por Ahora”
Un “Huracán Revolucionario” recorría nuestra patria, con toda la carga de lucha de pueblo insurrecto… se había producido una revolución en la cabeza de los excluidos que se expresó y se hizo evidente en la Rebelión de Febrero de 1989. En los cuarteles se movía un torbellino de contradicciones que predecía las insurrecciones militares que se avecinaban: el pueblo rebelde con su inmensa disposición por cambiarlo todo, también estaba inserto en el “Ejército de Bolívar” y le metía crisis a la institución sostén de dominación. Lo que vendría tres años después no era un Golpe: en proceso se fraguaba en los cuarteles una decisión manifiesta y radical por dignificar la Patria.
Una situación revolucionaria y un pueblo que no paraba de movilizarse se había apropiado de la calle... la lucha y la indignación generalizada inspiraba a civiles y militares… se afinaban los preparativos de aquellos a quienes les estallaba el pecho por cerrar ese capítulo abierto con El Caracazo. Lo que se venía organizando era un secreto a voces que se convirtió en un reto para dejar clara constancia de que la masacre de febrero no era avalada por todo el pueblo militar.
De allí, de todo ese colectivo civil y militar, surgiría una figura excepcional que se sembró en los corazones de cientos de millones que continúan en lucha en Nuestramérica y el mundo. El ¡Por Ahora! del 4-F de 1992 y su continuidad el 27-N de ese mismo año, era una advertencia que empalmaba y hacía síntesis con la Rebelión del 27-F de 1989 y las consignas aún frescas en las paredes de Caracas: ¡No hay Pueblo Vencido! ¡Refundación de la República, Constituyente Ya!
Dos “aparentes derrotas insurreccionales” abrieron paso a toda una resistencia cívico-militar que se mantuvo consecuente durante la IV República y que empalmaba con una situación revolucionaria abierta por el pueblo masacrado 3 años antes. Se amalgamaba una nueva vanguardia conectada a la inmensa disposición de cambio que Chávez denominó “Pueblo Bolivariano” y que expresaba el Huracán Revolucionario que lo llevaría a la Presidencia de la República y lo convertiría en el liderazgo más destacado de los últimos tiempos.
El ¡Por Ahora! encarnado en Chávez fue un hecho excepcional que expresaba una rebelión de cuadros medios militares (COMACATES), personal técnico y de tropa unificados democráticamente, de manera voluntaria y en alianza con sectores civiles de izquierda. Expresaba, igualmente, otra parte del estamento militar que en alianza con organizaciones civiles entraban en rebelión 10 meses después de ese mismo año. Dos cimbronazos en la institución sostén que tuvieron la virtud de empalmar con la arrechera y las luchas de un pueblo hastiado de la corrupción e impunidad que imperaba en todos los predios de las instituciones del gobierno y el Estado.
La IV República quedó herida de muerte y, digámoslo con toda franqueza, continua herida de muerte a pesar de todas las victorias que el Pueblo Bolivariano, bajo el liderazgo de Chávez, le propinó a esa desahuciada república. De hecho sigue prevaleciendo esa metáfora de Antonio Gramsci: “lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer”.
De tal manera que no nos queda otra, ¡La Lucha Sigue!... porque aún faltan otras estocadas letales, solo posibles bajo la empuñadura de un pueblo protagonizando su ejercicio decisorio de independencia y de una dirección política acompañando el mandato de toda esa voluntad de cambio mayoritaria, sintetizada en el Pueblo Bolivariano (civil y militar) y que es la esencia de la irreversibilidad del proceso: única manera de blindar y hacer realidad esa histórica consigna revolucionaria del ¡No Volverán!
La Doble Delegatura de Poder: el Pueblo delegó en Chávez y él delegó en el Pueblo.
El llamado a la Refundación de la República y a la Constituyente se convirtió en la columna vertebral de la propuesta política presentada por Chávez en la Agenda Bolivariana de Venezuela y para concurrir al proceso electoral de 1998. Ese año se podía sentir y palpar el desorden que venía ocasionando la disposición de cambio del Pueblo Bolivariano en las filas de la derecha, de la oligarquía y sus partidos. Chávez ya era un fenómeno político lleno de pueblo civil y uniformado que garantizaba un hecho revolucionario en el Gobierno: un cambio de Presidente en el marco de unas elecciones atípicas que el Pueblo Bolivariano iba a defender a muerte. Imposible confiscar esa primera Victoria formal de Chávez junto a su Pueblo y que abriría paso a otro hecho revolucionario descomunal e inédito: 1999 y el 2000 se convirtieron en los años de la formalización de un proceso constituyente en curso, donde Chávez se desdobla y delega en el Poder Originario y en la Soberanía del Pueblo el derecho a protagonizar, a hacer ejercicio decisorio, a Debatir y Refrendar en Proceso Constituyente no solo el Cambio de Régimen de donde surge la CRBV, sino a someter a todos los representantes y a él mismo a la nueva norma constitucional que mandataba un proceso de relegitimación de los poderes por la vía electoral.
La Doble Delegatura del Poder se había cumplido y se volvería a cumplir en el 2004 cuando Chávez acepta ir a un Referendo Revocatorio contraviniendo a todos sus asesores, quienes no se percataban de la fortaleza de un Régimen Constituyente y Refrendario que se probaba en su capacidad democrática, llena de pueblo y como el mejor antídoto para desarticular cualquier conspiración nacional vinculada al imperio: Chávez activaba el poder enorme, decisivo e inmensamente movilizador de la mayoría de los excluidos, desposeídos, de los que viven únicamente de su trabajo; el blindaje social del proceso revolucionario que se mueve con una intuitiva genialidad en los momentos de peligro y al que toda dirección revolucionaria está obligada a apelar y delegar, conscientemente y de manera permanente, para activar y cualificar su movilidad y control social como Sujeto Protagónico Constituyente en las tareas de la Transición Revolucionaria.
Esta clave esencial contra el poder constituido, es decir, la delegatura en el ejercicio constituyente y refrendario del pueblo como poder originario, es lo opuesto a la confiscación o caricatura de “participación y protagonismo” que las capas burocráticas en el gobierno nacional, regional, local y en el PSUV no se cansan de distorsionar y deformar. Y esto, precisamente, es lo que quiere matar la Burguesía y su oposición: la herramienta con la que hicimos una Revolución en el Régimen en 1999, que no continuó como ejercicio permanente y que no logramos institucionalizar como instrumento de participación superior al frio acto de votar representantes. Es decir, la clave más democrática y consustancial de la propuesta de Socialismo del Siglo XXI que empalma con las luchas constituyentes de los pueblos del mundo, a la que más terror le tienen los representantes y cooptaciones ganadas por el Capital y la que todo el Pueblo Bolivariano tiene que activar, emulando a Chávez y que responde a la pregunta: ¿Cómo se gobierna?
El carácter anticapitalista del gobierno
Y he aquí, en esta direccionalidad política y anticapitalista de gobierno reflejada en el Plan de la Patria y anunciada en el Golpe de Timón, donde no bajamos a tierra.
Una tarea que hay que acopiar en una Agenda de Medidas Revolucionarias, que tiene que ser alimentada por un debate anterior y actual generalizado en el país, que se viene haciendo en foros, seminarios, talleres, encuentros de organizaciones, intelectuales, en la calle y de donde han surgido propuestas que se han hecho públicas, muchas de ellas aparecidas en esta misma página de aporrea.org, por ejemplo: Por el Debate y Aplicación de una Agenda de Medidas Revolucionarias del Encuentro del Pueblo Bolivariano en Lucha y toda una serie de videos con intervenciones recogidas en talleres, foros y seminarios promovidos por el CIM y la Plataforma Patria Socialista.
Activar el Golpe de Timón no solo requiere de un cambio de rumbo en el gobierno, sino de una actuación constituyente de Nicolás Maduro y toda la dirección política del propio gobierno. Una actuación dirigida, conscientemente a politizar al Pueblo Trabajador y toda la base social del proceso en un gran Debate Nacional Constituyente. Un debate que coloque en la calle una propuesta de Agenda inmediata y de emergencia que contenga las medidas revolucionarias pendientes y retrasadas con relación a un proceso antiimperialista, anticapitalista y socialista, que tiene que salir de sus denominaciones y desatar sus contenidos en correspondencia con la disposición de cambio del Pueblo Bolivariano y, ahora, con el legado del más comprometido y consecuente Presidente de Venezuela. En otras palabras, que a lo mejor queman para los vacilantes, pero que nos colocan en esos trances decisorios de vida o muerte: hay que desatar el Espíritu Constituyente y Revolucionario que nos permita debatir entre todos, gobierno y pueblo, evaluando por sectores los errores, fallas, aciertos y reconstruyendo los planes sobre la base de una direccionalidad política, económica, social, cultural e internacional sustentada en el Trabajo, ganándole espacio a la Lógica del Capital, a sus personificaciones y echando los cimientos de una Nueva Institucionalidad Revolucionaria que de verdad, verdad nos permita cumplir la tarea de Refundar la República.
En cuanto al otro Golpe, del que tanto se habla, es posible que intenten prepararlo. Bueno, sobre eso ya tenemos experticia como pueblo y lucharemos en el terreno que ellos escojan. Lo que sí es verdad, que con un pueblo movilizado, debatiendo en la calle y a través de los medios públicos una Agenda de Medidas Revolucionarias contra el Capital, sus planes se colocan bien cuesta arriba, incluso para sus amos imperiales.
El autor es miembro de Marea Socialista