Difícil que alguien dude que este proceso y sus avatares, se presienten, en su lento desarrollo hacia la búsqueda de un final no democrático, y, posee la misma morfología y fisiología de una guerra. Se percibe un escenario bélico. Mantiene actores enfrentados, alianzas internas y externas; fuerzas desplegadas, terceras posiciones, estrategias y contra estrategias, y todos, funcionando al unísono buscando sacar ventajas y tratar de tumbar al gobierno legítimamente elegido; este, por su lado, organiza su ofensiva y defensiva para evitar éxito del contrario. Si Ud., dice, que no es una guerra; se podría aceptar, tiene razón, pues se trata de una escaramuza de orden y grado diferente al usual del campo militar. Primero, no tiene el despliegue armamentístico de un enfrentamiento convencional; la caracteriza el silencio y poco sonido de balas y escaso despliegue de armas y aparataje pesado. Los avezados la quieren llamar: de Cuarta Generación. Es guerra muda y todo, o casi todo, se resuelve con tácitos simbolismos y mediática.
Sin embargo, sus actuales actores, todavía conservan algunos códigos, de aquello que los clásicos de la guerra, enseñaron: Sun Tzu, Jenofonte, Aníbal Barca, Julio Cesar, Maquiavelo, Carl von Clausewitz. Felizmente, aun hoy, se conserva de todo esa herencia histórica, ciertos símbolos, mitos y axiomas.
Por ejemplo. Uno, primigenio, y casi leve: “el principio de todo general triunfante es esforzarse al máximo por conservar las fuerzas propias y debilitar las del enemigo”, según Mao Tse-Tung.
Quiere decir que si se debe pensar en alguna acción táctica, esta, sin duda debe acodar este axioma; si, apoya el principio que anuncia, avance; aunque, este se tenga que apelar, hasta, el recurso -aparentemente- contradictoria del repliegue. Opción del menú estratégico, que puede producir urticaria, entre quienes solo entienden la acción por la vía de la embestida.
Sobre el tema vale la pena recordar lo que Rosa de Luxemburgo llamaba: “de los errores lógicos”; propios de quienes se mueven en el campo de la política, y, solo, se nutren de aquello que es obvio; por ejemplo, suponer que únicamente el avance, aunque sea, para toparse con un muro, debe ser lo lógico, y, se debe repetir, pues lo contrario es demostrar debilidad.
Sumemos a esto, la anecdótica contradicción que se produjo en Chensi, 1938; con la estrategia reordenadas por Mao Tse-tung, al decidir no manejarse con un fuerza militar en bloque de 300.0000 hombres y prefiere en repliegue táctico con solo 30.000.
La sorpresa de la acción crea en el oponente un desequilibrio. Se juega al jiujitsu, "el arte de suavidad". No hay enfrentamiento frontal. Esta ruptura de los centros de equilibrio de las fuerzas de los dos actores, permitió a Mao iniciar una re-organización. Crear un nuevo punto de resistencia y un incierto esquema ataque. Al final, sus colaboradores entendieron la situación y desarrollaron nuevas tácticas para la accionar, Ej. la guerra de guerrillas. Repliegue, táctico, sorpresa, que en el largo plazo fue determinante para concretar al final, el orden del programa político de la “larga marcha”.
Quiere decir que un repliegue no significa debilidad o flaquezas. Todo lo contrario. Es, si, demostrar capacidad para resolver una sencilla ecuación. Comprender la coyuntura. Decidir sobre la forma de abordarla inesperadamente. Entendamos, en Venezuela, el gobierno sigue manejando el modelo de la Guerra Popular Comunitaria Prolongada (GPCP). Ejercicio que sabemos viene produciendo en muchos campos magníficos frutos, y, naturales tropiezos y dificultades hacia el rumbo de la meta buscada. Es estrategia pensada para el largo plazo.
Como explicarse, igualmente, el repliegue táctico que condujo al Vicepresidente Norteamericano Biden, a aceptar un dialogo con el Canciller de Venezuela, y, a su vez convenir, - previo reconocimiento de que existen-, Instituciones venezolanas, la extradición del supuesto cineasta gringo a su País. ¿Es lógico suponer que este gesto y acuerdo con Biden sea un reconocimiento a la legitimidad del Presidente Maduro y al Gobierno de Venezuela¿; como sabemos, en negociación ni en política, nada: es tieso o estricto.
En fin para algo existen las estrategias de uso colateral, y si producen resultados, bien valen.
Poco interesa que el perdedor siga en su campaña política pro eleccionaria, negándose a aceptar la legalidad de los resultados electorales. Está, en su precario derecho de hacer política con lo que la parezca. Total esta democracia venezolana lo soporta y acepto.
Esto es una cosa, pero, lo que no le queda bien, es andarse mostrando en el Continente, asumiendo el papel de jefe de un Estado onírico sostenido por esperpentos; paseando, él, y su corte de payasos disfrazados de cancilleres en viajes infructuosos y tristes; que solo engendran anuencia entre algunos diputados de la extrema derecha. Logrando, mas pena que gloria. Motivando la risa de muchos públicos de la región por su deslucida, triste y bien financiada opereta.
Son gestos y comportamiento político insostenible. Borderline de la razón. Tácticas fundados en la ingenuidad o tal vez producto de la chispa maligna una mente burlona; que se sonríe del resultado de ese juego infernal cargado de malicia de quienes lo apoyan y hoy pagan sus viajes. Malo, malo muchacho, bájate de esa escalera de una vez.
En síntesis, que rasgarse las vestiduras. Gritar traición. Por que el gobierno esté promoviendo un dialogo con diversos y seleccionados actores, nacionales o internacionales, no es otra cosa sino una muestra de escasa cordura, gritonearía radical, lamentable y carente de sentido estratégico.