Hermano Alí:
Recuerdas cuando en la casa del Tabanuco nos reunimos para reafirmar la decisión de seguir adelante, de levantar la bandera de la redención de los trabajadores, de los "parias de la tierra", estábamos conscientes de la necesidad de elaborar una nueva política para una nueva práctica revolucionaria, pero ese día nos sorprendiste con una pregunta: ¿cuál es el proyecto político que vamos a aplicar cuando asumamos el poder?
Como siempre, colocaste sobre la mesa el punto principal, ya habíamos dicho en los documentos de la Tendencia Revolucionaria, donde nos reagrupamos para "hacer la revolución", que debíamos superar la ausencia de un análisis científico de la realidad nacional, que nuestro trabajo de organización y movilización del pueblo debía cambiar y que nos constituíamos en una fuerza: "guiada por el saber y unidad por la solidaridad".
En medio de una ofensiva represiva del gobierno, nos metimos en la campaña de José Vicente Rangel, saliste electo diputado, fuimos rompiendo el cerco, y una vez en la casa de mi madre, me dijiste que habías conocido a quien calificaste como un líder histórico, esa fue la primera referencia que tuve del Comandante Chávez, y también no se me puede olvidar la noche del 3 de febrero de 1992, cuando el negro Wilson llegó con la noticia de la insurrección que ya estaba en marcha. Un tiempo después, en el Congreso libramos las batallas contra el neoliberalismo, que en Venezuela eso significó "apertura petrolera", la que revirtió el Presidente Chávez, siendo tu, su ministro de energía.
Una vez, llegando de Viena, donde ocupabas la secretaría general de la OPEP, me dijiste que lo principal de la Ley de Hidrocarburos era el pago de las regalías, los impuestos, y la soberanía, pero que teníamos que estar consciente de la tormenta que vendría. Y llegó la confrontación, el pueblo la ganó, te correspondió reconstruir a PDVSA, luego tu trabajo en la Cancillería, en la dirección del PSUV, en el ministerio de Finanzas, en el de Energía, en Unasur, y como embajador en la tierra de Fidel y Raúl, en la Cuba solidaria y heroica.
Aquí en la casa oímos la canción en portugués que tanto te gusta y nos reímos de los cuentos de siempre, sentimos, de todo corazón, el orgullo de haber estado siempre a tu lado, en las buenas y en las malas, admirando tu valentía, tu inteligencia, tu humildad, tu consecuencia con los principios. ¡Ah! Y antes de que se me olvide, te cuento que nuestro pueblo te quiere como lo que eres: un héroe de la nación.