Camaradas: menos Capriles y más economía

Hace, aproximadamente, siglo y medio el anarquista Bakunin acusaba a Marx de atiborrar el cerebro de los obreros con sus ideas marxistas, lo cual no fue cierto. Marx lo que hizo fue darle al proletariado su única doctrina realmente revolucionaria, científica y dialéctica. Creo en la ley de la repetición porque es alto favorable al conocimiento o al aprendizaje. Pero repetir cosas que no tienen la significación connotada que se le pretenda dar o que se merezcan, hastía y ciertamente atiborra el cerebro de cansancio y fastidio de las personas.

Lenin hizo célebre una frase que al parecer no fue bien comprendida por quienes, luego de su muerte, ejercieron el poder político en lo que se conoció como Unión Soviética: “El socialismo es menos política y más economía”. Lo dijo tanto para la transición del capitalismo al socialismo como para éste, que aún no da pruebas vivientes de establecerse en el mundo sobre el cadáver del capitalismo que aún se mantiene vivo y coleando  y jodiendo pueblos casi enteros. No olvidemos que el socialismo prepara las condiciones para que en la fase comunista desaparezcan o se extingan, por innecesarias, algunas ciencias como la política y las ideologías de clase incluyendo al marxismo. Incluso, para que tengamos una idea del futuro emancipador del mundo  y el papel que jugarán las ciencias accesibles a todos los seres humanos,  el pensamiento científico “… creará una doctrina más profunda en la que el materialismo dialéctico no será más que un elemento estructural” (Trotsky).

Pareciera que Capriles es el más duende de todos los duendes que permanece, entre nosotros los del proceso bolivariano como imagen invisible pero presente, durante las doce horas del día y las doce horas de la noche. No nos deja dormir. Cuando nos sentamos a una mesa a comer, lo vemos en el tenedor o el cuchillo amenazándonos y termina por aterrorizarnos. Si salimos un domingo de paseo con la familia y nos sentamos bajo un árbol para consumir una merienda, vemos a Capriles que quiere arrancar de raíz el árbol para dejarnos desprotegidos ante la intemperie. Si nos tomamos unos traguitos para tertuliar, por ejemplo, de poesía o de música, allí está Capriles saboteándonos y dañándonos la tertulia con sus ideas de fascista. Si apagamos todas las luces de la habitación para hacer el amor con una mujer amada, nos ponemos temblorosos y lanzamos patadas o brazadas de ahogado para evitar que Capriles se nos adelante y nos convierta en  cornudos. Es como una pesadilla ante la cual el sicoanalista se ha declarado incompetente para tratarla.

         En verdad, hay hechos u opiniones que deben ser rebatidas con argumentos porque es la forma más adecuada para desmontar el mediatismo de las mentiras y las acciones reaccionarias. Pero no puede ser que emborronemos millones de cuartillas o invirtamos los valiosos minutos en programas de televisión y radio para ocuparnos, a cada instante, de todo cuanto haga o diga Capriles. Mientras nosotros, por ejemplo, nos desgastamos hablando o escribiendo de todo lo que hace o lo que dice Capriles  o suponemos se trae entre manos, los comerciantes hacen su agosto en todos los meses del año aumentando los precios de las mercancías de primera necesidad violando las disposiciones de regulación por parte del Gobierno; los transportistas se burlan no sólo del Gobierno sino de las alcaldías y concejos municipales incrementando el precio del pasaje, mínimo, en un 50%; muchos alcaldes del proceso bolivariano se hacen los locos y no asumen sus responsabilidades alegando que Capriles les sabotea sus misiones; muchos dirigentes del Gran Polo Patriótico –en general- y del PSUV - en particular- no visitan los barrios para conocer las realidades y necesidades de las comunidades más empobrecidas, argumentando que los caprilistas son apátridas, terroristas y todo debe concentrarse en denunciarlos para ver si nos dejan los espacios completamente libres de contaminación; agarramos madres arrecherones y reaccionamos lanzando petardos o amenazas porque Capriles visita a gobernantes que son de extrema derecha como si estuviese obligado a mantener excelentes relaciones con los gobiernos de Cuba, Ecuador, Bolivia y Vietnam. Arrechera debería de darnos si sabiendo que tenemos un gobierno revolucionario, encabezado por el camarada Maduro, se negara a establecer relaciones políticas de solidaridad internacionalista revolucionaria con aquellos gobernantes que mantienen una postura antiimperialista y por el socialismo como alternativa para salir de los marasmos perversos del capitalismo salvaje. Es imprescindible entender que los partidos políticos, sean de derecha o de izquierda, establecen relaciones políticas o diplomáticas entre sí cuando sus visiones de mundo son semejantes. No hay que arrecharse por eso. ¿Cómo evitar en este mundo capitalista que los partidos socialdemócratas o socialcristianos, aun no estando en el poder, mantengan relaciones políticas con gobiernos, por lo menos,  de su misma naturaleza? ¿Acaso el Gobierno de Juan Manuel Santos es comunista o socialista? Pregunto, sólo preguntó: ¿nos arrecharíamos y le declararíamos la guerra al Gobierno que preside el camarada Maduro si llegase a reunirse con el gobernante imperialista Barack Obama o le echaríamos maldiciones al camarada Raúl Castro si se reuniese con Obama? Si no entendemos que el mundo actual lo domina el capitalismo más desarrollado, el imperialista, estamos destinados a buscar una forma de vida aislada y solitaria y eso no lo conseguiremos en el planeta Tierra ni que recibamos el apoyo incondicional de los reinos del Cielo y el Infierno. Por vivir en este mundo, precisamente, es que queremos y luchamos para que se produzca la Revolución Socialista en todo el planeta y no exclusivamente en pocos países. Nada nos cuesta, absolutamente nada para quienes no lo hayan leído o estudiado, obtener enseñanzas de ese glorioso texto vigente del marxismo que se titula “La revolución Permanente” del camarada Trotsky o, igualmente, escritos de Lenin sobre la Coexistencia Pacífica que no era ni rendición ni dejar de luchar contra el capitalismo pero sí conociendo que éste existe y tiene poder y política diplomática privada. No olvidemos que el Gobierno de Franco, falangismo puro que es semejante al fascismo y al nazismo, jamás rompió relaciones diplomáticas con el Gobierno de la Revolución Cubana. Eso se admiró aunque jamás eso justificaría una política revolucionaria de defensa de los postulados del falangismo. Tampoco olvidemos que todos los gobiernos de México, en las últimas décadas del siglo pasado, fueron expresiones de una derecha muy reaccionaria pero nunca llegaron a romper relaciones diplomáticas con la Revolución Cubana mientras todo el resto de gobiernos de América Latina y el Caribe sí lo hicieron. Y, mucho menos, olvidemos que el Gobierno socialdemócrata, presidido por el extinto Carlos Andrés Pérez por la razón que sea, aportó armas y dinero al Frente Sandinista para contribuir en el derrocamiento del Gobierno bonapartista de los Somoza  y, además, fue el primer Gobierno de América Latina que invitó al camarada Fidel a la toma de posesión de su mandato. Eso no significa que estemos diciendo que el Gobierno de Carlos Andrés fue revolucionario o de inmenso provecho para el pueblo venezolano. La historia, para escribirse, tiene que fundamentarse en hechos y personajes reales y no en acontecimientos y figuras creadas por las fantasías.

Si en algún momento tan crucial para la historia del mundo se justifica en demasía la existencia de una Internacional Comunista (como en tiempo de Lenin y el Gobierno Bolchevique en Rusia) es ahora pero, lamentablemente, no existen las condiciones subjetivas para ello a nivel de Estados. No olvidemos que el camarada Chávez muchas veces intentó la creación de un organismo internacional de partidos políticos revolucionarios pero, por múltiples razones o causas, eso no cristalizó. Sigamos ese legado del camarada Chávez. En fin: el tiempo se nos va, muy lamentablemente, en ocuparnos más de Capriles que de las políticas que ganan a un pueblo para un programa revolucionario, porque generan bienestar social para, por lo menos, la inmensa mayoría de la población. ¿No creen qué es así camaradas? No estoy pretendiendo dictar lecciones a nadie de qué hacer y qué no hacer pero, simplemente, así veo las cosas y es correcto que las diga o las escriba si contribuyen en algo para entender las necesidades del proceso revolucionario que debemos defender a capa y espada más que por beneficios particulares por los del pueblo venezolano y otros pueblos hermanos y hasta, así lo considero, para incrementar el espíritu de lucha contra el capitalismo mundial y por el socialismo mundial. Amén.

         No se vayan arrechar conmigo por lo que digo, pero ha llegado la hora en que todos los que escriben, en respaldo del proceso revolucionario y del Gobierno del camarada Maduro, deben enfilar sus baterías hacia la creación de conciencia en nuestro pueblo; en contribuir a formarlo política e ideológicamente; en incentivar la organización y el centralismo democrático como vía de participación colectiva bajo la guía de una dirección política revolucionaria; en propagar la disciplina como un método seguro para defender los logros del programa revolucionario que la derecha intenta desmontar para que se vuelva a la forma demasiado ingrata del conservadurismo de la democracia representativa burguesa. No es mucho pedir. Claro, hay que reconocer que muchos camaradas lo hacen pero estamos obligados a inventar para lograr despertar el amor por la lectura. Debe haber expertos en esa materia. Plumas a la obra.

Ahora: si nuestro Gobierno tiene las pruebas contundentes de la conspiración de Capriles, junto a políticos del exterior, para producir un golpe de Estado en Venezuela, debería explicársele al pueblo venezolano ¿el por qué no se le hace preso y se le somete a juicio jurídico? Mientras más nos ocupemos de aplicar programas económicos que mejoren considerablemente las condiciones socioeconómicas del pueblo menos necesidad tendremos de ocuparnos de Capriles, porque la inmensa mayoría de los venezolanos y de las venezolanas terminarán asumiendo y defendiendo al Gobierno que eso les proporcione. Es todo por ahora.



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Freddy Yépez


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