Como agua y aceite

Así somos desde la llegada de los españoles. Si nos detenemos a mirar al pasado y meditamos sobre los eventos más resaltantes de nuestra historia, no es difícil identificar por qué somos, como sociedad, como el agua y el aceite.

Recuerdo una pintura que aparecía, quizás todavía aparece, en nuestros libros de historia: Cristóbal Colón llegando a nuestra tierra. Llegó con una cruz, armas y, lo mas importante, autoridad. Sí, autoridad. ¡Desde el mismísimo momento de su llagada! La pintura muestra a nuestros antepasados humildemente de rodillas y a Colón de pie, erguido, presumido, arrogante.

Con ingeniosa simplicidad, esta pintura describe como ha estado organizado nuestro país, social y políticamente, desde el 12 de octubre de 1492. Tiene todos los ingredientes que caracterizan a Venezuela. Poniéndolo en lenguaje escuálido, meritocráticamente hablando, en la pintura se muestran a los “ignorantes”, “ineducados” y “pobres’ postrándose delante de “los que saben”, los “educados” y “ricos”.

Nuestra estructura social se estableció, para jamás ser cambiada, desde el mismo momento del descubrimiento de América. Los descendientes de De Triana y de Pinzón fueron desde entonces destinados a ser miembros del cuerpo de directores de PDVSA. Por otro lado, los descendientes de “la otra gente” estaban predestinados a convertirse en la “chusma” que vive en los cerros de Caracas. Algunos periódicos los refieren como “hordas chavistas”.

Para enfatizar nuestra “histórica” suerte, algunos académicos señalan que en el primer viaje de Colón había una recompensa para el primero que viera tierra. La recompensa era una pensión de 10.000 maravedis por año. Nada malo considerando que un marinero tenía un salario anual de 12.000 maravedis.

El primero que vio tierra fue Rodrigo de Triana. Algunos historiadores cuentan que nuestro descubridor, Cristóbal Colón, se quedó con el dinero. Argumentó que la noche anterior había visto luces. Esto se puede catalogar como el primer caso de corrupción de nuestra historia. Por supuesto, Colón era un tipo con las pilas puestas. 

Volviendo a la pintura, no se puede ignorar la presencia e influencia de la Iglesia Católica. Ha estado con nosotros desde el comienzo, con todos sus vicios y virtudes. En la pintura hay cruces por todos lados.

La reina Isabel La Católica patrocinó el primer viaje de Colón. Más aun, el Papa Alejandro VI (también español), en un decreto en mayo de 1493, le dio a España el control de todas las islas que Colón había descubierto. Esto era control político apoyado por y con la Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Nadie debería sorprenderse de la belicosidad de la Iglesia en contra de un gobierno que los ha echado a un lado después de 500 años de “alianza”. Su influencia en nuestra sociedad es enorme y no necesariamente positiva.

Esta influencia se promueve en base a la ignorancia y a la manipulación. En un aviso de prensa leí una vez: “El momento de reconstruir Venezuela en paz ha llegado. Nuestra madre María de Coromoto lo pide.” En nuestro país, hasta la Virgen María tiene una posición política. ¡Y ella también está en contra del gobierno! Según las malas lenguas…

Por cierto, de acuerdo a la historia, la Virgen de Coromoto se le apareció primero a un indígena en 1651. Me perdonan los creyentes pero, ¿Por qué esta vírgenes siempre se le aparecen solo a pobres y a menos afortunados? Lo mismo pasó con la Virgen de Fátima y la Virgen de Guadalupe. 

Sin embargo, hay una excepción. Todavía guardo una foto que alguien me mandó de la Virgen de Plaza Altamira. La crisis en Venezuela es tan grave que las vírgenes aparecen en tierra de ricos y privilegiados.

Es imposible tratar de analizar nuestros problemas políticos y sociales sin considerar nuestra realidad histórica. Mucho menos tratar de solucionarlos.

La dirección de nuestra historia cambio en 1998. Ese año la “chusma” ganó el poder político y los descendientes de Colón y de De Triana dejaron de creer en democracia. “¡Eso es comunismo!”, grita la Iglesia. Por otro lado, los de la clase alta, y los que creen que son, denigran horrorizados:

“No puede ser posible que esta gente prefiera a ese como presidente. No saben lo que están haciendo. Lo hacen por que son unos ignorantes. ”

Dejémonos de hipocresía y de prejuicios. El problema no es que somos como el agua y el aceite. El problema es que algunos pasaron de agua a aceite, y viceversa. Esto es algo que Capriles Radonski, entre otros, no puede aceptar. Por eso sufre, desde 1998… 


Feico57@att.net



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Elio Cequea


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