La libertad: sí es expropiable

Leo, casi de forma permanente,  los artículos de Alberto Rodríguez Barrera. Creo, y por eso lo digo y lo escribo, es uno de los mejores  de todos los articulistas de opinión que tiene  la Oposición venezolana. A mis camaradas más cercanos suelo decirles que lo lean no para que crean en las cosas que escribe sino, especialmente, para adquirir noción de cómo aprender a escribir y a dominar normas del idioma o lenguaje. No estoy negando que Alberto Rodríguez Barrera no diga verdades en sus artículos pero casi todo el contenido de su pluma y de su intelecto es para combatir al Proceso Bolivariano y su programa de Gobierno. El escribe a favor de su visión capitalista del mundo. No se le puede exigir lo contrario.

         El último artículo que le leí lleva por título “La libertad no es expropiable, camaradas”. Lo leí y releí varias veces antes de atreverme escribir “La libertad: sí es expropiable”. El escritor y articulista Barrera prácticamente inicia su artículo diciendo que  “Sin libertades no puede haber acciones revolucionarias…”. Eso tiene algo de verdad pero también mucho de mentira.

         La historia del género humano se ha manifestado –hasta ahora- por modos de producción donde, luego de un largo período de la comunidad primitiva, se han caracterizado –esencialmente- por una clase social principal que domina, explota y oprime a otra que le sirve de clase obrera para producirle la riqueza que resulta, lógicamente, siendo la dominada, explotada y oprimida. Los esclavistas, los feudalistas y los burgueses han sido las clases dominantes mientras que los esclavos, los campesinos y los proletarios han sido las clases dominadas. ¿Cabe allí completa e inequívoca la idea expuesta por el señor Alberto Barrera? Por supuesto que no.

         “Sin libertades no puede haber acciones revolucionarias”, dice Alberto Barrera. Si un modo de producción garantiza las libertades nada justificaría las acciones revolucionarias porque, precisamente, éstas se ejecutan para conquistar libertades. Si el esclavismo hubiese respetado las libertades a los esclavos, nadie hubiese seguido a Espartaco en sus luchas contra los esclavistas que eran quienes negaban las libertades a sus dominados, explotados y oprimidos. Donde reinen las libertades no pueden haber oprimidos. Si la monarquía española hubiera respetado las libertades a los indígenas, a los campesinos, a los esclavos, a los artesanos, tendríamos que concluir muchos capítulos de la Historia condenando a quienes se sublevaron precisamente alzando las banderas de sus derechos a las libertades. ¿Para qué Bolívar y toda esa maravillosa legión de patriotas se alzaron en armas para hacer realidad el derecho a la Independencia de Venezuela como nación? ¿Acaso ese no es un derecho político de libertad para que un pueblo autodetermine su destino?

         Si los señores feudales hubiesen respetado las libertades a los burgueses, nada hubiera justificado las acciones revolucionarias violentas que llevaron a la Revolución Burguesa Francesa de 1789 a vencer al feudalismo que ya significaba un régimen de relaciones de producción  que era un gran estorbo para el avance de las fuerzas productivas y hasta para la conquista de algunas libertades imposibles conseguir bajo la dominación feudal.

         El esclavista les expropió las libertades a las comunidades primitivas que vivían  en un respetable grado de hermandad, de solidaridad y con potestad  para decidir colectivamente su destino. El feudal le expropió la libertad esencial al esclavista para poder gozar de la suprema facultad de dominar la sociedad como el burgués le expropió la libertad fundamental al feudal para poder dominar a la sociedad  bajo los principios, leyes y normas del capitalismo. Este, incluso, la única libertad importante que le concedió al proletario fue el derecho jurídico para que venda su fuerza de trabajo a quien mejor le convenga.

         Las conquistas (como derecho de los obreros  a organizarse en sindicatos, derecho a tener su propia prensa o como derechos de ciudadanos y ciudadanas a organizarse en partidos políticos, a participar en elecciones, y muchos otros derechos) fueron producto de muchas luchas y sacrificios, de acciones revolucionarias ya que la burguesía le negaba esos derechos a los trabajadores y al pueblo. Si la burguesía los hubiera consagrado y respetado desde un primer momento: ¿para qué acciones revolucionarias por conquistarlos? Más bien sería por defenderlos.

         El comunismo, contrario a lo que señala Alberto Barrera, no ha fracasado en ninguna parte porque en ninguna parte ha existido por lo menos en base a los postulados expresados por el marxismo. Este es muy especifico, muy claro, muy preciso en sus señalamientos para poder construir el régimen socialista y, luego, comunismo como segunda fase de un modo de producción que sustituye al capitalismo. Sin tapujos de ninguna naturaleza el marxismo expresa que sin dictadura del proletariado no se puede garantizar la hegemonía proletaria para hacer realidad los triunfos del socialismo en el período de transición del capitalismo al socialismo. La dictadura del proletariado significa: democracia y libertades para el proletariado y demás clases y sectores sociales que anhelen construir el socialismo y dictadura política sobre la burguesía y demás acérrimos enemigos del comunismo.

         El proletariado no sólo le expropia las libertades a la burguesía sino que construye un nuevo Estado para darle comienzo a su propia extinción en la medida que el pueblo se va convirtiendo en administrador de su propio destino, lo cual implica modernizar y colectivizar las ventajas de la libertad y no libertinaje. Incluso, la dictadura del proletariado, a una burguesía y sectores pequeño-burgueses de arriba que no recurran a medios violentos por derrocarla, les permite libertades como, por ejemplo, de organizarse en partidos políticos, de participación en elecciones, de tener su propia prensa hasta que la propiedad social sobre los medios de producción sea tan irreversible en que las clases sociales desaparecen y se extingue el Estado con todos sus aditamentos. Que existan quienes eso no lo crean o lo consideren utopía, ya no es cosa del marxismo sino de un idealismo atravesado –como filosofía negativa-  que se niega a mirar y aceptar las realidades de transformación de un modo de producción a otro.

Dice o agrega Alberto Rodríguez Barrera que “La libertad no es sólo ese “lujo para burgueses” que describen los falsos discípulos de Marx…”. Pero en verdad, sin negar que hayan existido y aún existen falsos discípulos de Marx, de éste no se ocupó en averiguar lo que pensaba sobre “libertad”. Ojo: lean  lo que dice, entre otras cosas, Marx: “Por “libertad”, en las condiciones actuales de la producción burguesa, se entiende la libertad de comercio, la libertad de comprar y vender.  Desaparecida la compraventa, desaparecerá también la libertad de compraventa. Las declamaciones sobre la libertad de compraventa, lo mismo que las demás bravatas liberales de nuestra burguesía, sólo tienen sentido aplicadas a la compraventa encadenada y al burgués sojuzgado de la Edad Media; pero no ante la abolición comunista de compraventa de las relaciones de producción burguesas y de la propia burguesía”. De tal manera, que si alguien estaba clarito, como el agua de manantial, sobre el significado de libertad era Marx y él no es culpable que sus falsos discípulos la entiendan de otra forma.

         Incluso, Marx iba mucho más allá del concepto cotidiano y conservador o liberal que se tiene de libertad. Por eso dijo: “… mientras que el proletariado necesite todavía del Estado no lo necesitará en interés de la libertad, sino para someter a sus adversarios, y tan pronto como pueda hablarse de libertad, el Estado como tal dejará de existir. Por eso nosotros propondríamos remplazar en todas partes la palabra Estado por la palabra ´comunidad' (Gemeinwesen), una buena y antigua palabra alemana equivalente a la palabra francesa Commune”.

         En fin: toda clase que llega al poder para inaugurar un nuevo modo de producción está obligada a expropiarle la libertad a la clase que derroca. En mi rústica manera de ver las cosas sólo en las ciencias y la tecnología se producen acciones revolucionarias o revoluciones con cierta –sólo con cierta- independencia de la lucha de clases y de las estrictas normas de comportamiento social que establece la clase que disfruta de los privilegios del poder político.



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Freddy Yépez


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