Una posición distinta a la que sostiene Julio César Pineda

El fascismo y el nazismo: ¿son comunes con el comunismo?

El analista internacional y de vocación diplomática, doctor Julio César Pineda, dijo en uno de estos días por televisión que el fascismo y el nazismo tenían elementos en común, cosa que es bastante cierta. Sin embargo, agregó que también los tenían con el comunismo y creyó que lo demostraba haciendo una analogía de los gobiernos de Mussolini y de Hitler con el de Stalin. Con el permiso del doctor Julio César Pineda y sin desmedro de sus conocimientos en el campo internacional, me permito expresar que su síntesis o conclusión ni siquiera puede ser insertada o ubicada en el silogismo aristotélico ni en el sentido común de la política, porque se fundamenta en una premisa totalmente farsa, al hacernos creer que el régimen soviético, cuando Stalin, fue comunista. Y el otro argumento erróneo expuesto por el doctor Julio César Pineda fue decir que la dictadura del proletariado declarada por Lenin al triunfo de la revolución rusa en octubre de 1917 es un rasgo de fascismo o de nazismo, lo cual raya en la deformación de la historia de la lucha de clases. A través de Mussolini, de Hitler y de Stalin nada justifica falsear la doctrina legada por Marx al proletariado y al socialismo.

Marx dijo, y valdría la pena escuchar argumentos científicos tratando de refutarle y no palabras farseando su veracidad, lo siguiente: “… Por lo que a mí se refiere, no me cabe el mérito de haber descubierto la existencia de las clases en la sociedad moderna ni la lucha entre ellas. Mucho antes que yo, algunos historiadores burgueses habían expuesto ya el desarrollo histórico de esta lucha de clases y algunos economistas burgueses la anatomía de éstas. Lo que yo he aportado de nuevo ha sido demostrar: 1) que la existencia de las clases sólo va unida a determinadas fases históricas de desarrollo de la producción; 2) que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado; 3) que esta misma dictadura no es de por sí más que el tránsito hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases…”. Téngase en cuenta que Marx utiliza el término “demostrar” que es como decir comprobado en la práctica. Es bien sabido, haciendo uso de las categorías políticas, que todo Estado y su gobierno, son una expresión de dictadura de clase en cualquier modo de producción que exista, bien sea de democracia representativa, de bonapartismo, de fascismo o proletaria. Si el doctor Julio César Pineda no cree en esa teoría o idea, si la rechaza por profesar otra forma de pensamiento social es harina de otro costal que se le respeta –por supuesto-, pero eso no quiere decir que sea ajustada a un carácter científico capaz de refutar lo expuesto por Marx.

El fascismo y el nazismo, no se juzgan, por la caracterización de una persona, de un líder como tampoco un régimen socialista. Si Hitler, por ejemplo, era devoto de su madre y odiaba a su padre, eso no indica por sí mismo que sea un rasgo nazista, porque en este mundo son incontables los ejemplos semejantes y hasta de quienes odian a padre y madre juntos y hasta los hijos. Cierto es que para ser un líder fascista o nazista se requieren elementos que caracterizan su personalidad y que fueron descritas por Reich el psicoanalista, que incluso el partido comunista alemán no quiso prestarle atención, cosa que valió la renuncia del científico a su militancia comunista. Pero caractericemos –y si queremos juzguemos- al régimen fascista o nazista como al comunista para determinar si son comunes los dos primeros con el tercero que es lo que realmente interesa aclarar.

El fascismo italiano y el nazismo alemán, en verdad, son tan similares que en una determinada escala histórica se podría sostener que es el mismo régimen político. Y si hay que agregarle, para determinar algunas diferencias, en otra escala superior es el elemento de raza pura o aria que caracterizó la ideología hitleriana expuesta en Mein Kampf. Eso sería, desde el punto de vista teórico, lo que no les haría ver como hermanos gemelos. Y lo otro, es que el nazismo alemán traspasó todas las fronteras que, por razones obvias, le fueron vedadas al fascismo italiano. La Italia de Mussolini no estaba en condición de declararle la guerra a ningún país de la lista de los grandes imperialismos como tampoco la Unión Soviética. Alemania sí, ylo demostró en la práctica.

Sin embargo, aceptemos la diferencia entre fascismo y nazismo que nos han aportado los grandes estudiosos de la materia. Por fascismo se tiene como identificación la muerte o el asesinato por el método de la tortura terrorista para atemorizar y resignar a la población a los designios a su poder político; y por nazismo la salvación (heil) y terapia por el método del exterminio de una especie humana para curar (heilen) a la sociedad de seres inferiores y así mantener el predominio de la raza pura sobre las demás. Empero, un régimen que torture hasta la muerte a sus víctimas y otro que creme a sus víctimas sin torturarlas antes físicamente, no es mucha la diferencia de criminalidad entre uno y el otro. Son regímenes totalitarios, despóticos, bárbaros, salvajes y crueles.

Si Mussolini creó un sistema ideológico y político de radicalismo antidemocrático, antisocialista, militarista y de nacionalismo extremo que se denominó fascismo; Hitler fue el padre de ese vulgar nacionalismo que reivindica el orgullo alemán y la conformación de una gran patria aplicando los métodos más despóticos y criminales para el exterminio de comunistas, judíos y todos aquellos que eran considerados como culpables de la humillación pasada de Alemania. Sería injusto y antihistórico no reconocer que Stalin igualmente desarrolló, sin ser su autor original, una especie de nacionalismo y cesarismo -totalitarismo- que lo concentró, como ideal, en lo que se conoce como “socialismo en un solo país”, pero cualquier riguroso estudio científico de sus realidades no lo concibe como ese socialismo proletario expuesto por Marx y Engels y tratado de llevar a la práctica por Lenin y quienes creyeron en su mandato de gobierno.

El fascismo o el nazismo, desde cualquier ángulo que se le estudie, es como la destilación químicamente pura de la cultura más salvaje del capitalismo. Es su continuación para asegurar el dominio permanente del modo de producción capitalista haciendo uso, para ello, de los métodos más crueles y perversos de la política de clase explotadora y opresora.

¿Qué nos dice León Trotsky, uno de los más grandes y objetivos estudiosos del fenómeno del fascismo y el nazismo, de los factores o elementos que hacen posible la instauración de un régimen de esa naturaleza en el mundo y que eso sigue teniendo vigencia en la actualidad? Lo siguiente: “Tanto el análisis teórico como la rica experiencia histórica del último cuarto de siglo demostraron con igual fuerza que el fascismo es en cada oportunidad el eslabón final de un ciclo político específico que se compone de lo siguiente: la crisis más grave de la sociedad capitalista; el aumento de la radicalización de la clase obrera; el aumento de la simpatía hacia y un anhelo de cambio de parte de la pequeña burguesía urbana y rural; la extrema confusión de la gran burguesía; sus cobardes y traicioneras maniobras tendientes a evitar el clímax revolucionario; el agotamiento del proletariado; confusión e indiferencia crecientes; el agravamiento de la crisis social; la desesperación de la pequeña burguesía, su anhelo de cambio; la neurosis colectiva de la pequeña burguesía, su rapidez para creer en milagros; su disposición para las medidas violentas; el aumento de la hostilidad hacia el proletariado que ha defraudado sus expectativas. Estas son las premisas para la formación de un partido fascista y su victoria”.

¿Qué agrega?: “En la medida en que el proletariado se muestre incapaz, en un momento determinado, de conquistar el poder, el imperialismo comienza a regular la vida económica con sus propios métodos; es el mecanismo político, el partido fascista que se convierte en el poder estatal. Las fuerzas productivas se hallan en irreconciliable contradicción no sólo con la propiedad privada sino también con los límites estatales nacionales. El imperialismo es la expresión de esta contradicción. El capitalismo imperialista busca solucionar esta contradicción a través de la extensión de las fronteras, la conquista de nuevos territorios, etcétera. El estado totalitario, subordinando todos los aspectos de la vida económica, política y cultural al capital financiero, e el instrumento para crear un estado supranacionalista, un imperio imperialista, el dominio de los continentes, el dominio del mundo entero”.

No sé si el analista internacional, doctor Julio César Pineda, estará de acuerdo con la opinión de Trotsky. Sería bueno conocerla. Pero, suponiendo que la comparta, nada justifica que diga que el fascismo y el nazismo tienen elementos comunes con el comunismo, incluso, aceptando que él no congenie con los fundamentos del marxismo.

Comencemos señalando que, precisamente, el triunfo del fascismo en Italia, el nazismo en Alemania y el falangismo en España fue el fruto de que el proletariado de esos países no llevó a feliz término la revolución socialista. Todos conocen hasta detalles del fracaso de ésta en esas naciones. El proletariado no supo o no pudo aprovechar las circunstancias de una situación revolucionaria para derrocar a la burguesía y sus partidos políticos y asirse del poder político. Esta es la verdad y no otra.

El comunismo es algo muy diferente no sólo al fascismo y al nazismo y al régimen establecido por Stalin en lo que fue la Unión Soviética, sino, igualmente, a lo que cree el doctor Julio César Pineda.

El comunismo es un modo de producción superior, un rato largo, al capitalismo y está caracterizado por la construcción de una cultura y un arte totalmente universales, sin clases sociales, sin Estado, sin fetiches capitalistas, sin contradicciones antagónicas entre el campo y la ciudad y entre el trabajo manual y el intelectual. Su primera fase es la socialista, pero para poder construirse ésta es de obligatoriedad (como el agua y el aire para la vida humana) un período de dictadura del proletariado de transición que haga valer la democracia para el pueblo y la dictadura sobre la burguesía, que haga posible el triunfo de los elementos socialistas sobre los capitalistas. Es la última misión del Estado como tal. Desde allí empieza, realmente, su proceso de extinción.

El comunismo se propone el dominio de la propiedad social sobre los medios de producción para que la vida socioeconómica sea administrada por la sociedad misma y no por clases sociales, mientras que el fascismo y el nazismo tienen como función la defensa a ultranza de la propiedad privada sobre los medios de producción en beneficio del sector más poderoso del capital financiero.

El comunismo es la emancipación del proletariado y de todos los explotados y oprimidos por el capital, mientras que el fascismo y el nazismo es una opresión extrema del proletariado en beneficio de los intereses del capital financiero.

El comunismo se guía por el principio de que cada quien trabaja de acuerdo s sus capacidades y obtiene bienes de acuerdo a sus necesidades, mientras que el fascismo y el nazismo explotan al máximo la fuerza de trabajo del obrero pagando un salario tan bajo que no alcanza ni siquiera para adquirir las mercancías que garanticen la sobrevivencia en precarias condiciones socioeconómicas.

Que el doctor Julio César Pineda no crea en las diferencias expuestas entre fascismo y nazismo con el comunismo es otra cosa y se le respeta. Que no exista socialismo propiamente dicho, como lo plantea el marxismo, es otra cosa, por lo cual no es posible entonces concebir la idea de que exista comunismo propiamente dicho. Pero la historia, quiera o no el doctor Julio César Pineda, conduce indubitablemente por ese camino a la humanidad entera. Así como no podrá construirse jamás el socialismo acabado en ninguna nación mientras exista capitalismo altamente desarrollado en varios países dominando el mercado mundial, cuando no existan nada ni nadie podrá evitar la construcción de la sociedad socialista –incluso de manera pacífica- asegurando su pase a la fase comunista, como Dios y Marx y el proletariado sin fronteras lo demandan.



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Freddy Yépez


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