Aguasay y el premio a su Curagua

La gente de Aguasay, estado Monagas, tiene suficientes razones para sentirse orgullosa y complacida por el reconocimiento que se le hace a nivel mundial a una larga tradición agrícola y artesanal. Así, la UNESCO ha aprobado la ponencia: “Conocimientos y tecnologías tradicionales para el cultivo y procesamiento de la Curagua del municipio Aguasay, estado Monagas”.

A partir de diciembre de 2015 se convierte la Curagua y su procesamiento en Patrimonio cultural inmaterial de la humanidad ante la UNESCO.

“Cógeme ese trompo en la uña”, diría cualquier habitante de lo que antes fueron sabanales y bancos de arena, pueblito bordeado por los ríos Tonoro, El Cari, Morichal Largo y Guanipa. Extenso llano de chaparrales, mantecos y mastranto. Mas allá El Bajo con sus manantiales, acantilados y morichales.

Durante los días de noviembre seguimos con atención la propuesta del Centro para la Diversidad Cultural, MPPC, que dirige nuestro estimado Benito Yradi, en la encomiable labor de reivindicar nuestras raíces y la identidad cultural que durante siglos ha permanecido oculta, solapada y seguramente menospreciada.

Para bien, estos reconocimientos se convierten en la visibilización y revalorización de oficios y costumbres ancestrales que sobreviven en las entrañas de nuestros pueblos. Son tantas las referencias de prácticas manuales, orales o gastronómicas a lo largo y ancho de nuestra patria a las cuales tenemos el deber y el compromiso de defender con todas las herramientas posibles. Esto es precisamente lo que ha emprendido el gobierno revolucionario a través del MPPC y su Centro para la Diversidad.

Sin duda, son logros de la Revolución Bolivariana en su propósito de sacar de la oscuridad lo propio y genuino que nos reivindica como pueblo soberano.

El premio de la UNESCO reivindica el trabajo colectivo y la socialización del oficio. Reivindica la humilde planta llamada Curagua y todo el proceso de centenares de manos emprendedoras que convirtieron el Chinchorro de curagua en su sostén familiar. Al lado de este logro, seguramente esperan con paciencia, otro tejido más ancestral como es el moriche, de fresca fibra para el chinchorro y el delicioso fruto para batidos, helados, tetas, turrones y tortas. A su lado, la yuca y el cazabe para completar el trío de oficios de identidad aguasayera.

No hay dudas. Alegría en Aguasay y su gente. Reconocimiento para quienes sembraron e hicieron perdurable el oficio que se traduce en apellidos con tantos chinchorros de curagua y moriche a cuestas: Poito, Chaurán, Cedeño, Uricare, González, Maita, Chacín, Natera, Maicabare, Durán, Yánez, etc. Grato recuerdo, a propósito de este reconocimiento, a mis abuelas Juana, Cucú, mi mamá Nina y mi tía Carmen, chinchorreras todas.


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Juan Azócar


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