El triunfo impone compromisos ineludibles

Derrotemos la burocracia ineficiente y la corrupción


Rebelión

La mentira reiterada y maquillada del mil formas, voceada de manera ilimitada a los cuatro vientos por un oposicionismo irracional acerca de que el proceso que lidera con buen rumbo el Comandante Chávez no es más que una férrea y abominable dictadura disfrazada, se ha hecho añicos ya y para siempre. Aquel viejo dicho de que la mentira tiene patas cortas una vez más se cumple con esta vivida y triste experiencia venezolana de los últimos tres años.

Hemos logrado un resonante triunfo, sin duda. La comunidad internacional tiene para su consumo inmediato un mensaje de reafirmación de la conducta democrática incuestionable de un pueblo que apostó y se enrumba sin titubeos y sin contramarchas hacia la construcción de una patria soberana, en donde sus primeras y más importantes prioridades son el establecimiento de una sociedad de iguales, sin excluidos, totalmente libre, entusiasta, pro activa y soñadora.

La reconquista de espacios regionales por los factores del cambio en los términos como ocurrió luego de realizado el acto electoral del 31/10 no admite más excusas para explicar la colección de fracasos gigantescos de un liderazgo opositor que no supo nunca encauzar la voluntad de una importante masa de venezolanos que adversa al proceso Bolivariano. Se desplomó como un castillo de arena el argumento falaz de que su derrota en el referéndum del 15/08 lo fue por efecto de un fraude masivo del chavismo, de manera que esos venezolanos, entre los cuales no dudamos que los hay por miles de una innegable calidad humana y de altos quilates intelectuales y morales, al margen de que también hay allí y en abundancia personajes de muy baja catadura moral y, además, con antecedentes vergonzosos, deben reflexionar con urgencia sobre la necesidad que tienen de renovar sin compasión alguna sus cuadros dirigentes para de esa manera transformar su evidente fuerza cuantitativa, en una opción o positora seria y responsable que coadyuve a la construcción de la patria grande que todos queremos. Una fuerza opositora con esa importante base social y dentro de esos parámetros éticos no solamente es posible estructurarla, sino que es imprescindible que lo sea para el mejor funcionamiento de la institucionalidad de la democracia.

El proceso Bolivariano ha ganado una nueva batalla en pulcra y buena lid. Ya van nueve los triunfos electorales consecutivos que ha acumulado en su haber en menos de seis años y esto, obviamente, no podemos ocultar que nos llena a todos quienes lo respaldamos de inmensa alegría y satisfacción, pero al mismo tiempo nos impone la imperiosa obligación de que entendamos, con el mayor rigor, que hay que saberle responder con prontitud y eficacia a todo un pueblo que no está dispuesto a que se le siga engañando más y que pide solución inmediata a sus dramáticas necesidades: salud, trabajo, vivienda, educación y el mayor respeto a su dignidad.

A partir de ahora hay que imprimirle, como lo ha exigido el Presidente Chávez, una mayor aceleración a los planes y proyectos planteados a través de las misiones para que las esperanzas por una vida mejor para la mayoría de los venezolanos se hagan realidades tangibles y en ese sentido los gobernadores y autoridades municipales afectos al proceso de cambios que han sido ratificados en sus cargos y quienes asumen por primera vez esas responsabilidades de representación popular, tienen la obligación irrenunciable de poner todo su esfuerzo y voluntad hacia, por lo menos, estos cuatro aspectos fundamentales que se enumeran seguidamente y que, en nuestro criterio inciden de manera determinante en la vida del colectivo nacional: a) Acabar sin dilación alguna con la burocracia excesiva e ineficiente enquistada en gobernaciones y alcaldías, lo que, por otra parte, nos he venido mostrando en muchas zonas del país la misma e indignante aberración vivida durante el puntofijismo; b) Enfr entar con decisión y el mayor coraje a las mafias de la corrupción que hacen de las suyas con los dineros y bienes públicos sin que nada ni nadie se los impida; c) Articular acciones desde todas las instancias posibles, bajo estrictas medidas de vigilancia y control, que apunten hacia la promoción y estímulo de la organización popular como herramienta indispensable que impone el desarrollo de la sociedad dentro del concepto participativo y protagónico que contempla la Constitución Bolivariana y, d) La formación idiológica revolucionaria de la población, en especial de la dirigencia, que coadyuve a internalizar como los principios más elementales de la vida en comunidad, la justicia social, la solidaridad, el mayor respeto por el otro y el desprendimiento como recurso permanente de acción y de trabajo ejemplarizante hacia el bien común.

El triunfo hay que festejarlo, pero más allá de la euforia que podamos expresar por ello, debemos asimilar que ahora nos corresponde multiplicar los esfuerzos para hacer buena la palabra empeñada de construir la patria bonita que nos hemos comprometido legar a las futuras generaciones.


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Iván Oliver Rugeles/Rebelión.org


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