Si revisamos someramente las actitudes de la oposición en los países del mundo, veremos con asombro que la de Venezuela es campeona mundial de traición a la patria en el renglón adulto, sub-21 y sub-17.
Ésta oposición asesina y lacaya es de aquí pero no pueden llamarse venezolanos. Una persona (en este caso humanoide) que se alegre por los males que puedan aquejar a su país, que aplauda y propicie asesinatos selectivos de campesinos y activistas bolivarianos, no pueden llamarse con nuestro noble gentilicio. Una oposición que aliente un suicidio como el del señor Brito y luego haga uso macabro con ese evento, no puede ser de venezolanos.
Una oposición que utilice los poderes estatales para actuar con desidia complaciente ante el crimen variopinto (Zulia, Táchira y Miranda) para luego endilgárselos al gobierno central ; una oposición que ignore los triunfos del deporte nacional en el extranjero, que oculte al soberano los grandes logros de este gobierno en las áreas de la educación, salud y seguridad social, que vote en la asamblea nacional contra leyes de vanguardia social, que anhele el retorno de las cuotas balón, que suspire por los gobiernos dictatoriales de la cuarta república para torturar y asesinar adversarios políticos, que sienta nostalgia por las “llamaditas” que recibían los jueces y altos funcionarios policiales para amenazar a quienes se les antojase y dejar impunes delitos de compañeros de partido, que se deprimen al ver como los marginados de siempre estudian gratuitamente y compran alimentos a bajos precios; cuando esa gentuza opositora vomita todo su clasismo pequeño burgués por la presencia de médicos amigos en la misión Barrio Adentro que nos ayudan día y noche evitando muertes y sanando compatriotas; que apoye las gestiones asesinas de un gobierno como el de Colombia y que hagan declaraciones en el extranjero flagelando a su propio país, esa oposición señores, es la inseguridad pura en su más crudo realismo tenebroso, es la negación de la justicia y la paz social.
Allí está la causa de la inseguridad que hoy vivimos. Desde el gobierno dictatorial de Rómulo Betancourt los cuerpos policiales se especializaron en la tortura, la matraca, la corrupción y el delito apañado y por ahora es muy difícil desarraigar esa subcultura diabólica. Ya comenzamos con la creación de la Policía Nacional Bolivariana pero vamos con paso muy lento, debemos acelerar la instauración de ésa política en los estados más violentos, los fronterizos y el de Carabobo. Para que la inseguridad llegue a límites razonables deberá desaparecer la actual oposición para que nazca otra con ribetes nacionalistas, esa es la cruda realidad de los hechos.
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