“O nosotros somos capaces de destruir con argumentos las ideas contrarias, o debemos dejar que se expresen. No es posible destruir ideas por la fuerza, porque esto bloquea cualquier desarrollo libre de la inteligencia...” El Che
En la historia reciente de la revolución se han dado tres eventos que han suscitado la revisión: el resultado del referéndum aprobatorio de la reforma constitucional del 2007, el resultado de las elecciones regionales del 2008 y ahora, el resultado de las elecciones parlamentarias del 2010. La pregunta está en saber : ¿Cuál fue la profundidad y el alcance de esta revisión en cada caso?, pues en los dos casos anteriores (2007 y 2008), las acciones consecuentes (rectificación y reimpulso) hacen sospechar que dicha revisión fue por encimita, a juzgar por los resultados posteriores. Hoy se puede apreciar el alto costo de esta falta de crítica y autocrítica necesaria. ¡A la tercera va la vencida!
La crítica es el producto de la confrontación de opiniones y creencias opuestas, es el ejercicio del diálogo dialéctico, es la confrontación entre la tesis vs. antítesis con su consecuente síntesis, es un proceso continuo y permanente, de movimiento y cambio, es la manera de avanzar, de evolucionar sobre piso firme, es la forma de crear, de innovar, de alcanzar la invención heroica, sugerida por Mariateguí, para que surja la nueva sociedad tan anhelada.
Esta crítica no puede estar subordinada ni a una Jerarquía vertical burocrática de partido u organización social alguna con iguales características, sorda y ciega, que bloque el debate y cuyo único objetivo sea el uso instrumental u operativo de la gente (Maquinaria); ni a una elite de intelectualidad académica o de notables, que desde el Olimpo de los dioses juzgue aquello que crea pertinente, para luego aprobar o reprobar.
Si en revolución, la crítica necesaria de sus partidarios debe tener como horizonte: la cohesión interna; la congruencia entre el discurso y la acción; el compromiso. Además debe obedecer a una máxima o principio moral como lo sugiriera Gramsci más allá del sueño compartido o de la utopía. En su escrito “Tres principios, tres órdenes (1917)”, Gramsci expresó:
“Los socialista no tienen que sustituir un orden por otro. Tienen que instaurar el orden en sí. La máxima jurídica que quieren realizar es: posibilidad de realización íntegra de la personalidad humana, reconocida a todos los ciudadanos .” (resaltado nuestro)(pag.34)
Esta crítica debe darse primordialmente en los espacios cotidianos, que son aquellos espacios públicos que debemos transformar en espacios políticos, abiertos donde confluyan nuestros oponentes ideológica y políticamente, que con seguridad serán nuestros familiares, vecinos y amigos, con lo cuál es muy poco probable que sea un Burgués u Oligarca, esta situación ya crea un marco que garantiza: la existencia de un plano de afectividad y de respeto; hechos reales compartidos que permitan la argumentación en lo concreto; intereses, valores y códigos comunes; el conocimiento del otro en su diversidad y con su proximidad.
Los roles de los medios masivos de difusión de información y comunicación del Estado Revolucionario, creemos, deberían ser, entre otros: el de propiciar la investigación por parte del ciudadano; ser centros de difusión de información oficial abundante; ser canales de comunicación para la articulación con otros grupos y localidades, con los poderes del Estado y con las diferentes instancias de gobierno; deben politizar al ciudadano para hacerlo participante-protagonista; deben contribuir con su formación integral, etc. Estos medios del Estado en una revolución democrática, deben dejar de ser el único centro para el debate político; deben convocar la atención de todos los ciudadanos y ciudadanas, para ello se debe reducir el nivel de beligerancia que estimula la polarización sin claudicar en los principios; ellos deben ser una ventana o lente que proyecte las contradicciones e injusticias del sistema que queremos cambiar; deben reflejar la realidad no crearla, inventarla u ocultarla; deben ser una vitrina en la práctica de la sociedad socialista que pretendemos crear, como dice Aponte, deberían ser una zona socialista (por dentro y por fuera).
La instituciones y los líderes en revolución deben tener vergüenza, como dice Fidel, eso minimizará su afán de exposición mediática, deben transparentar la información de su gestión, reconocer sus errores y rectificar, es decir, deben hacer crítica y autocrítica permanentemente.
Si creemos en el poder popular debemos aprender a confiar en el pueblo, en la gente, en las bases, aunque se equivoquen, lo importante es que se logre corregir el rumbo a tiempo, colectiva y conscientemente.
Cito la introducción de Antonio A Santucci del compendio de escritos de Cuadernos de la Cárcel titulado:“Para la Reforma Moral e Intelectual, Antonio Gramsci, al referirse a la verdad y el consenso, con algunas citas de Gramsci:
“Las fuerzas democrático-burguesas, por el contrario, tiende a camuflar la naturaleza real de los interese sociales y económicos contrapuestos. Ocultan, pues, la verdad con el objetivo de obtener un consenso pasivo, lograr la libre adhesión o incluso el apoyo participativo. El tipo de consenso que se requiere de las masas revolucionarias, de los futuros sujetos del autogobierno, es muy diferente. Son «organismos» para los cuales Gramsci considera «cuestión vital no el consenso pasivo e indirecto, si no el activo y directo ». Y para obtenerlo es es indispensable el método «decir la verdad», que no es, a pesar de todo «un acto de iluminación desde lo alto»...”(subrayado nuestro)(pag.15)
“Patria es humanidad...”, “la patria es el Hombre....”, el socialismo no es la opción es el camino.