Cinthya Mendoza Zuloaga había decidido comerse las hallacas una vez que el dictador Chávez hubiese abandonado el poder.
“Mientras exista este régimen, me niego a comer hallacas”, -dijo a toda voz un 2 de diciembre de 2002 cuando arrancó por todos los medios el paro cívico anunciado por Carlos Ortega -CTV- y Carlos Fernández -Fedecámaras.
Fue a la televisión y allí le abrieron micrófonos y pantallas y tome usted la palabra que estamos -todavía- en un país libre y democrático, adelante Cinthya, le decían todos los locutores. Y ella, con su carita deliciosa, decía.
-Invito a todo el pueblo venezolano a sacrificarse. Díganle no a la hallaca. Tenemos que incorporarnos todos al paro cívico hasta que logremos sacar de Miraflores al dictador.
Después Cinthya corría en su BMW rumbo a un circuito radial donde la esperaban. Y al llegar anunciaban que allá está Cinthya que quiere dar unas declaraciones urgentes.
Y pase adelante. Y tome asiento y el micrófono es todo suyo porque estamos en un país libre y democrático y dígalo ahí:
- Invito a los venezolanos a que le digan no a la hallaca. No vamos a comer hallacas hasta que ese dictador se vaya. Vamos a comer hallacas sin Chávez, que seguramente nos sabrán mejor, porque las comeremos con alegría, con la alegría de vivir en libertad, en democracia, y no en este régimen dictatorial. Vamos a sacrificarnos.
Dile no a la hallaca hasta que Chávez se vaya.
Y desde el circuito radial que más se oye en Venezuela, salía Cinthya corriendo en su BMW rumbo al hotel Meliá donde la estaban esperando para que se incorporara al lado de Carlos Fernández -Fedecámarasy Carlos Ortega -CTV-, y una vez allí, cuando Ortega llamó a Cacerolazo a partir de las ocho y trancazo mañana a partir de las seis de la mañana, Cinthya intervino y dijo:
- Cacerolazo también para todas aquellas personas que sean vistas comiendo hallacas.
Tenemos que sacrificarnos. El país lo exige. No a las hallacas hasta que Chávez se vaya.
Y ayer la vi en el Centro San Ignacio. Bella. Esculturalmente bella. Estaba comiéndose un plato navideño. Mordía con sensualidad la hallaca que le habían servido con pernil y ensalada de gallina. Parecía que la estaba disfrutando por primera vez. Estaba tan feliz que no quise interrumpirla.
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