Los Medios del terror y los Santos Inocentes


Esta mañana, cuando salí como de costumbre a comprar el periódico tuve la cómoda sensación de estar en otra dimensión. Una benevolente y pacifica. La vecina del primer piso, la misma que por meses me amargó la vida con estrepitosos cacerolazos, cartelitos de “Referendo Revocatorio ¡Ya!” y gritos desgañitadores que hacían temer por la salud de su garganta, paseaba con calma infinita al perrito, -este por cierto con los ojos en su lugar, en sus órbitas pues- y saludaba a todos con aire casi angelical.

Pepe, -así le dicen por llamarse Pedro Pablo- y porque suena como fino, adulto contemporáneo con un bojote de años encima, pertinaz emisor de insumos cotidianos y el chisme que jode, ataviado a lo mayamis fashion, había recuperado la redondez alunada de su rostro y hasta sonreía para dar los buenos días a todos exhibiendo un par de planchas espectaculares. Además, no sólo a sus cofrades de la sociedad civil sino aún a aquellos sospechosos de chavismo.


Un paraíso pues, algo así como un adelanto de la parusía. Desde luego lo atribuí de inmediato al socorrido espíritu navideño, especie de fiesta del consumo debidamente reforzada por el ingreso extra de los aguinaldos. Pero caí en cuenta de que este ambiente de paz tenía otro componente, otro pimentón que le confiere este sabor particular a este guiso de paz: Las empresas de comunicación habían declarado una tregua.


Ha bastado que por unos pocos días hayan tomado vacaciones la sopita de alacrán de Giusti y Massó en PRIMERA PÁGINA, la dosis de cianuro en polvo de Martha Colomina, el plato de vidrio molido del ratón Miguelito Granier y la combinación de aceite ricino con veneno para ratas de Leopoldo Castillo y Marisabel Párraga en Aló Ciudadano, para que la población escuálida recupere la sonrisa, la buena voluntad y algo de sindéresis.


Sin embargo la felicidad dura poco. Hoy, 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, estoy apreciando lo que debieron sentir las madres de aquellos niños palestinos ante la terrible orden herodiana. Nada menos que el Herodes más consecuente: Globovisión, no ceja en su empeño perturbador. A cada rato pasa unas promociones en las cuales sus angustiadores tarifados nos recuerdan que, “están de vacaciones pero que volverán el 10 de enero”, pero no les es suficiente este anticipo de zozobras, a algún genio creativo se le ha ocurrido hacerlo con estas amenazas: “El 10 de enero estaremos de vuelta como siempre, a lo de siempre y haremos lo mismo de siempre”.


No es una inocentada de las acostumbradas en este día. Me pellizqué, llamé a mi mamá para oír su voz y pedirle que me sacara de esta pesadilla, pero nada, el hilo telefónico me devolvió a la realidad, estoy despierto, esto no es un sueño macabro, esta vaina es verdad. El 10 de enero volverán a degollar la paz como siempre. No se por qué, en mi mente empezó a repetirse el llamado angustioso del Chapulín Colorado con persistencia incontrolable: “¡OH! y ahora… ¿Quién podrá defenderme?”



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Martín Guédez


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