Reconocimiento mutuo sin pacto ni claudicación

Pudieron no haber asistido a la ceremonia protocolar de instalación de la nueva Asamblea Nacional en protesta por x, y o z, pero lo hicieron. Allí estaban, puliditos, planchaditos y circunspectos. Su sola presencia en el Hemiciclo era, por sí misma, un dato elocuente.

Cuando el presidente del Parlamento, Fernando Soto Rojas, leyó los nombres de varios diputados de oposición (Marquina, Caldera, Zambrano, González) como parte de la comisión que, junto a Aristóbulo Istúriz y otros, iría a buscar al presidente Hugo Chávez hasta el Salón Elíptico del Palacio Federal Legislativo, la película comenzó a “ponerse sabrosa”, para decirlo con palabras del propio Soto Rojas.

En lugar de bostezos, esta ceremonia prometía máximo suspenso a la teleaudiencia. Ni el más furibundo antichavista se acordó de cacerolear cuando un brioso caballo blanco apareció en las pantallas de los hogares sobre un tricolor ondulante, mientras Francisco Estrella, voz oficial del Estado, se dejó escuchar por enésima vez: “Esta es una transmisión del Ministerio del Poder Popular para la Comunicación y la Información”. Sintonía absoluta tanto en el Este como en el Oeste. Nadie, salvo algún niño, migró a los canales extranjeros de la TV por cable.

LOS DOS TOLETES

La expresión de Lenin y del Che, según la cual en revolución lo extraordinario se vuelve cotidiano, vino a manifestarse en esta ocasión en forma inversa: un acto rutinario, como la presentación anual de la memoria y cuenta de un Presidente ante un Parlamento heterogéneo, con nutridas bancadas del Gobierno y de la oposición, donde están los jefes de los principales partidos políticos, se convirtió en acontecimiento excepcional. Por su retiro voluntario, la oposición originariamente antichavista pasó cinco largos años conformándose con la representación indirecta de sus curules y discursos por parte de diputados ex chavistas, que migraron hacia sus aguas en la legislatura pasada. Pero qué va: nada como el original.

El saludo cortés y circunspecto entre Chávez y los diputados opositores fue presagio de la tónica en la que se desarrollaría el inédito intercambio entre el líder del “rrrégimen” y quienes llevan una década promoviendo su salida por cualquier medio. En rigor, tanto el uno como los otros, con sus palabras y conductas, le estaban hablando a sus respectivos adversarios de a pie, a la señora y al señor, a la muchacha y al muchacho que en casa presenciaban aquella escena. Con el país partido en dos toletes electorales nadie puede darse el lujo de dirigirse sólo a los convencidos. El 2012, año de megaelecciones, está a la vuelta de la esquina. En esa contienda se elegirá presidente de la República, gobernadores y alcaldes.

LA INCURSIÓN

“Los vamos a poner adelante, para que el comandante los salude uno por uno”, había adelantado Soto Rojas a sus más estrechos colaboradores. Y así fue, aunque esta vez la bancada de la izquierda estaba dispuesta a la diestra y la de derecha a la siniestra. De este modo, Chávez entró al Hemiciclo saludando primero al cuerpo diplomático, luego a los diputados del PSUV-PCV y finalmente a la bancada opositora, no sin antes apretar la mano de José Vicente Rangel, hábil operador político, tenga o no cargo, no por azar sentado en el centro de todo el espectáculo.

Más que un saludo, lo de Chávez fue una incursión en las filas enemigas. Pudo conformarse con intercambiar frías cortesías con la primera hilera, pero los de atrás y más atrás se sorprendieron al verle la mano extendida y escuchar al Presidente llamarles por su apellido. En eso estuvo unos cuantos segundos, que debieron hacérsele largos a María Corina Machado, parada ahí a su lado, antes de que Chávez volteara a la derecha para saludar a la dama de blanco, la misma que años atrás apareció, de estricto negro, sonreída y alineada con George W. Bush en Washington.

Las ocho horas siguientes fueron las primeras de un nuevo ciclo en la política venezolana, cuya duración nadie está en capacidad de establecer. Un tiempo, no de tregua, pero sí de reconocimiento mutuo de la existencia y legitimidad del adversario, sin que necesariamente medie el pacto, la negociación o la renuncia al propio proyecto político. Tiempo de confrontación dentro, ojalá, de las reglas de juego antes pateadas y ahora invocadas por tirios y troyanos, incluso aquellos que de un plumazo las derogaron, apenas creyeron tener todo el poder.

A estas alturas nadie se llama a engaño: siguen siendo los mismos. Lo que han cambiado son las circunstancias. Mientras la lucha por el poder se defina en el terreno electoral, hay que saber jugar a la política. Lo otro es matarnos y el último en salir que apague la luz.

Para el escéptico, se trata de un tiempo para tratar de cocinar una tortilla sin romper los huevos. Para el optimista, los tiempos de revolución permiten eso: hacer posible lo que hoy parece imposible.

Si la otra opción es la guerra, entonces vale la pena darle un chance a la paz y, como dice el veterano Soto Rojas, que la política se ponga sabrosa.

Un Mimo en Capitolio

Fusil al hombro, el “diputado Bazuco” estuvo rondando por las inmediaciones del Palacio Federal Legislativo el sábado, mientras el presidente Chávez presentaba su memoria y cuenta ante la Asamblea Nacional. No lo dejaron entrar, por más gestos y señas con los que trató de convencer a los guardias de que gozaba de impunidad parlamentaria.

FOTO ENRIQUE HERNÁNDEZ/CIUDAD CCS

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COTUFAS

LA DICTADURA QUE NADIE DENUNCIÓ

El dictador llevaba 23 años mandando, pero nadie lo acusaba de tal. Más bien su gobierno, amigo de EEUU y de la Unión Europea, era alabado por los organismos internacionales, como el Banco Mundial y el FMI, siempre cariñosos con los Pinochets que sigan sus recetas neoliberales. Incluso, ahora que cayó el gobierno de Túnez, en medio de una rebelión popular, las agencias internacionales de noticias insisten en llamar “ex presidente” al dictador, igual que al sanguinario Duvalier, verdadero hijito de p… apá que tiñó de sangre a Haití. “¿Pero había una dictadura en Túnez?”, se titula un excelente artículo del periodista español Pasucal Serrano, fácil de ubicar en internet, donde dice cosas así: “El ciudadano medio europeo nunca había oído ninguna queja del presidente tunecino, los medios no denunciaban que aquello fuera una dictadura, los parlamentos no aprobaban resoluciones de condena contra aquel Gobierno, no se escuchaban acusaciones contra la falta de libertad de expresión en ese país. Incluso, la ONU celebró una cumbre sobre el derecho a la información en su capital, en la capital de un país donde no se puede acceder a youtube, pero nadie nos lo había contado. Las dictaduras siempre están en Cuba, Venezuela o Bielorrusia, en países donde las elecciones las gana la izquierda. No importa que haya observadores internacionales o no. Los países sumisos a los gobiernos occidentales y las instituciones económicas internacionales nunca son acusados de dictaduras, aunque su presidente lleve décadas en el poder mediante elecciones donde los partidos de la oposición pueden existir siempre que pidan el voto para el presidente. Pueden reprimir violentamente manifestaciones, prohibir sindicatos y periódicos, que nunca será noticia en nuestros medios de comunicación. Todo eso era Túnez con el gobierno de Ben Alí”.

CIRO QUINTERO

Triste noticia la del fallecimiento del aguerrido periodista y buen amigo Ciro Quintero, editor del periódico revolucionario Fuerza Punto 4. Siempre lo recordaremos con cariño. Hasta sus familiares nuestras palabras de condolencias.

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“La ley (habilitante) no la cuestiono porque en caso de emergencia es necesaria”.

José Miguel Insulza, secretario general de la OEA, en su más reciente recule.


webciudadccs@gmail.com



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Ernesto Villegas Poljak

Periodista. Ministro del Poder Popular para la Comunicación e Información.

 @VillegasPoljakE

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