Este 12 de febrero se cumplió el "pitazo" Gerbasi-Carratú, revelado la noche anterior: por las calles de Caracas corrió sangre venezolana en busca de un golpe como el del 11 de abril de 2002. Doce años después, Leopoldo López aparece también involucrado, esta vez como principal cabecilla.
Es momento de dolor, tristeza e indignación, pero también de máxima disciplina y conciencia.
Los enemigos de la patria quieren que nos matemos unos con otros. ¡Que no se salgan con la suya! Unámonos por la vida y la paz. No son necesarias más muertes para entenderlo: debemos aislar a los violentos.
No es tiempo de medias tintas, dobleces, eufemismos. Mucho menos de liderazgo irresponsable, como el de la facción más decadente de lo que queda de la MUD.
Llaman la atención las víctimas con disparos en la cabeza, propios de francotiradores. Igual que en abril. ¿Verdad, Carratú? ¿Verdad, Gerbasi? ¿Verdad, Ledezma?
Uno de los caídos, Juan Montoya ("Juancho"), encabezó en agosto pasado un acto de entrega de armas en el 23 de Enero. Lo escogieron porque encarnaba la lucha por la pacificación.
A Juancho le aplicaron lo mismo que a la dirigencia de la Unión Patriótica en Colombia en los años 80: lo mataron para sabotear la paz. Aquella jugada le costó a los colombianos 30 años más de guerra, ya de por sí antigua y compleja. ¿Verdad, Uribe?
Hoy lloramos esa muerte y la de otros venezolanos, jóvenes con un futuro truncado por la ambición de poder de unos fascistas desalmados.
Lo tenían calculado, pero fuera de su cálculo está el alto grado de conciencia de este pueblo. Su golpe y su "guerra de perros" no pasarán.
El mejor homenaje a los caídos es la defensa de la Constitución Bolivariana, de sus instituciones y proyecto de país.
Repudiemos la violencia, defendamos la paz y la justicia, sin impunidad.
¡Los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos!
ERNESTO VILLEGAS POLJAK | EL UNIVERSAL