¿Culpa del que te conté?

Echarle la culpa a Chávez es uno de los deportes favoritos del antichavismo. Una disciplina enraizada en la vieja tradición del “yo-no-fuiísmo”, esa contra la que el susodicho irrumpió el 4-F, cuando, para desconcierto de todos, asumió su responsabilidad por algo que acababa de hacer y le había salido mal. Cosa rara, por cierto, tanto entonces como ahora en el liderazgo nacional.

El fenómeno fue caricaturizado por Eduardo López, mejor conocido como El Poeta del Morralito, quien tiene un poema donde, estirando las palabras con la voz afectada de los curas en misa, declama una retahíla de lamentaciones (“me botaron del trabajo por flojoooo”, “a mi hija la preñaaaaroooon”, entre otras), seguidas todas del estribillo “¡por culpa de Cháaaaveeez!”.

Nadie podía imaginar que las exageraciones de Eduardo serían superadas por la realidad, ni que el marcador lo rompería alguien desde el imperio “mesmo” y a propósito de un asunto tan escabroso como el conflicto judicial por el destino del cadáver de Carlos Andrés Pérez, otro caso, por cierto, para el libro Guinness de los récords. Puede que me equivoque, pero, además de Lenin, en este momento no recuerdo el caso de otro político que haya pasado tanto tiempo después de muerto sin recibir sepultura.

Rebecca Fischer se llama la abogada estadounidense que consignó ante un juez de Florida la más rocambolesca denuncia formulada hasta ahora contra el actual presidente de Venezuela. “Carlos Andrés Pérez no pudo obtener el divorcio porque Hugo Chávez lo bloqueó”, declaró le abogada.

El cuerpo de Pérez lleva un mes esperando que sus descendientes se pongan de acuerdo acerca de si será enterrado en Miami o en Caracas, disyuntiva que ha enfrentado en los tribunales de Estados Unidos a las dos familias fundadas por el dirigente de AD: la “legal”, que formó con su prima y esposa Blanca Rodríguez de Pérez, y la “de facto”, establecida con su compañera sentimental, Cecilia Matos. Asunto suyo, por cierto.

Por respeto al cadáver uno preferiría abstenerse de comentar el caso. Una cosa es la figura histórica de CAP y otra el dolor y las diferencias entre sus familiares, que pertenecen al ámbito de lo privado. Pero la acusación de Fischer, además de dejar boquiabierto a medio mundo, convirtió el litigio intrafamiliar en un tema político.

La primera sorprendida debió ser doña Blanca, que de chavista no tiene un pelo, pero sí razones de sobra para aborrecer a Chávez, líder de los militares que la asustaron aquella madrugada de 1992 con plomo parejo hacia La Casona, residencia oficial de los presidentes venezolanos. “Son unos asesinos”, declaró por aquellos días la Primera Dama. Acusación, por cierto, muchas veces prodigada a su marido desde sus tiempos de “ministro-policía”, allá en los sesenta, debido a la larga lista de bajas causadas durante décadas de arbitrariedades, incluidas las del 27-F del 89.

¿Qué interés podía tener Chávez en “bloquear” el divorcio de Pérez, como asegura la abogada para convencer al juez de que permita su entierro en Miami? ¡Por favor! No faltarán quienes, para alimento del Poeta del Morralito, lo crean y sostengan con pasión religiosa, porque al final todo aquí es culpa del que te conté. Vaya usted a saber por quién termina inclinándose la justicia estadounidense, tan dada ella a competir con Hollywood.

En fin, si lo entierran allá, podrá peregrinar por su tumba la legión de corruptos latinoamericanos que suele escoger Miami para jubilarse y disfrutar del producto de sus esfuerzos. Y si lo entierran aquí, lo harán los adecos que le sobreviven y que, por lo visto, no son tantos como antes, pero siguen siendo bastantes.

Independientemente del desenlace, queda la moraleja, útil para quienes a la sombra del Estado acumularon hectáreas rurales o urbanas en tiempos de CAP, y también para aquellos que tratan de hacerlo en estos tiempos en contradicción con el socialismo: al final toda fortuna acumulada en vida se reduce a un ataúd y, con suerte, a una parcelita de 3 metros de largo por 1,5 de ancho. Lo demás es lujo pasajero.

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Vender la tierra, la luna y el aire

No es comunista, tampoco socialista, revolucionario ni chavista. Enrique Peñaloza es, simplemente, ecologista, para algunos expresión de un neoliberalismo con rostro verde (no por copeyano, sino por ambientalista). Fue alcalde de Bogotá y durante su gestión adelantó, no sin ardiente polémica, la expropiación de una parte de los campos de golf del Country Club de la capital colombiana para la construcción de un parque y un conjunto de viviendas. Sus ideas sobre la tierra urbana y el espacio público son interesantes a la luz de nuestra propia controversia en torno al latifundio citadino. El hombre cuenta cosas así: “Dicen que los ingleses que llegaron a América del Norte propusieron a los indígenas la compra de su tierra. Los indígenas, perplejos, luego de sobreponerse a la sorpresa, respondieron a los ingleses que si querían también les venderían la luna y el aire. Era incomprensible para ellos que la tierra, entregada por Dios a todos para el aprovechamiento de todos, pudiera ser apropiada por alguien de manera exclusiva. Sin embargo, la tierra fue apropiada; y se privatizó”. Allí, opinan otros, fue cuando el mundo se jodió.

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“soy periodista”


Andrés Paravisini es uno de los jóvenes reporteros con los que cuenta Ciudad CCS. El sábado 22 se fue hasta Altamira a cubrir la toma simbólica de terrenos ociosos por parte de pobladores de los barrios humildes de Chacao. La Policía Municipal obstruyó su trabajo periodístico. “Presumo que tienes un arma de fuego”, le dijo uno de los agentes. Andrés exigió la presencia de testigos antes de que éste procediera a hurgar en su morral, lo cual molestó al policía.

Foto Luis Bobadilla/Ciudad CCS

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Cotufas

EL TABLERO DE FAGÚNDEZ

Cumplió un año publicándose en este diario El tablero de Fagúndez: una sección de jugadas de ajedrez que a diario aparece en nuestra página de Diversión, la 23. Con ese motivo fue organizada una simultánea en la Escuela Nacional La Vega, donde Fagúndez enseña esa disciplina con amor y paciencia a niñas y niños. Compartir con ellos en ese acto, así como con los profesores y representantes, fue una experiencia muy emotiva. Fagúndez tiene una enfermedad que lo mantiene en silla de ruedas y es uno de los miles de venezolanos que vive en un refugio, luego de que las lluvias inhabilitaran su humilde vivienda. A pesar de todo eso, él acude religiosamente a su cita con los alumnos en la escuela, así como en el polideportivo de la misma parroquia, y cumple como un reloj con sus colaboraciones para el periódico. Aquí estamos orgullosos de contar con él y le decimos, desde esta página, que también puede contar con nosotros en medio de la adversidad. Juntos le daremos jaque mate a las adversidades.

ENGORDE E “INVASIÓN”

El periodismo es el reino de las simplificaciones. A los intentos por salir de ellas se les llama “periodismo de investigación”. El resto del periodismo, se supone, no pierde tiempo en esas cosas. No tiene tiempo ni ganas de hacerlo. A los vecinos de los barrios pobres de Chacao que se metieron en 20 terrenos ociosos de ese municipio se les despacha como “invasores”. Ya están sentenciados como tales, aunque ellos arguyen haber practicado “tomas simbólicas” para llamar la atención del Gobierno sobre la cantidad de terrenos ociosos que componen el territorio del municipio Chacao -donde ellos también residen, pero en las zonas pobres-, en los cuales podrían construirse viviendas. ¿Cargaban ellos láminas de zinc o tablas para armar ranchos? ¿O sólo cintas métricas? ¿Eso los convierte en delincuentes? Por cierto, ¿también son “invasores” los hacendados tierra-cogientes que arriman el alambre más allá de de sus linderos? ¿Los latifundistas del Sur del Lago también merecen ese calificativo? Por otro lado, ¿quiénes son y desde cuándo los propietarios de los terrenos aludidos? ¿Por cuánto tiempo han estado ociosos y cuál es la ganancia que han tenido durante el lapso en que han estado “engordando”? ¿Pagarán impuestos tales propietarios? Hay más preguntas, pero se acabó el espacio.


ciudadccs@gmail.com



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Ernesto Villegas Poljak

Periodista. Ministro del Poder Popular para la Comunicación e Información.

 @VillegasPoljakE

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