El 23 de enero de 2003 Cinthya Zuloaga Salvatierra se encerró en su mansión. - De aquí no me saca la chusma esa. Los medios de comunicación decían -sin decirlo- que posiblemente las hordas chavistas saquearan las urbanizaciones del este. Y seguro se quedan a vivir allí, apoyados por el gobierno. Algunos días antes, las agencias de seguridad habían vendido todas las armas que tenían disponibles.
Ex policías nacionales y otros que vinieron de afuera, dictaron cursos en las urbanizaciones y edificios del este para defenderse de las hordas chavistas. “Los niños deben estar en la azotea con los ancianos, y ellos también pueden ayudar. Les dan unas ollas de aceite hirviendo para que las lancen sobre los marginales cuando se acerquen a saquear el edificio o la urbanización”.
Recuerdo que un amigo de Terrazas del Ávila me llamó y me dijo: - Roberto.. - Dime, amigo. - Tú conoces a Chávez, ¿verdad?
- ¿Por qué?
- Para que le digas que por favor, por lo que más quiera, que no mande a sus chavistas por aquí, porque acabo de comprar este apartamento y no quiero que me lo quiten esos bichos.
Se fue creando un ambiente de tensión. Y los comunicólogos de la oposición lo justificaban diciendo que: “La cuña que están trasmitiendo por el canal ocho, invitando a la marcha del 23 de enero, prácticamente es una provocación, lo están diciendo clarito: Hay fuego en el 23. Es decir, vienen con todo. Se van a llevar a tiro limpio a todo el que esté por delante. Yo invito a la población a que no se mueva de sus casas”.
En la Isla de Margarita también la situación se puso pelúa, porque una hija de Augusto Hernández lo llamó para decirle: “Papá, estoy asustada, porque dicen que hoy van a bajar los cerros”. “Y vendrán solos, -dijo Augusto- porque aquí no vive nadie en los cerros”.
Cercaron con alambre de púas todas las urbanizaciones del este. Electrificaron todas las entradas. Se armaron hasta los dientes porque le creyeron a los medios. Y la manifestación del 23 de enero fue otro ejemplo de dignidad. De comportamiento cívico. De solidaridad. Y porqué no decirlo, de amor.
Hoy, a dos años de aquel 23 de enero, el pueblo salió otra vez a la calle. Desde Petare a Miraflores. Allí marcharon cantando y bailando. Iban felices. Gritando consignas a favor de la soberanía nacional.
Aquel 23 de enero, Cinthya Zuloaga Salvatierra no durmió en toda la noche, y todavía los medios la mantienen despierta.
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