Ron, whisky y Wikileaks

El guía de la cata de rones expresa con orgullo a los turistas, todos venezolanos, que aquí, en nuestro país, se produce el mejor ron del planeta. Cada uno de los visitantestiene delante de sí seis copas largas con unos mililitros de los productos alcohólicos que se elaboran en la hacienda Santa Teresa, ubicada en el pueblo de El Consejo, estado Aragua, una propiedad de la familia Vollmer. El lugar no sólo sirve de fábrica y sembradío de caña. También es destino turístico visitado cada fin de semana por cientos de personas.

Para reforzar la conciencia acerca del licor que van a probar, el guía cuenta una anécdota a los visitantes. “Por aquí estuvo el embajador de España y nos dijo que no comprendía cómo los venezolanos gastamos cada año cientos de millones de dólares importando whisky cuando aquí tenemos el mejor ron del mundo”, relata el anfitrión.

Desde las mesas, se escucha la carcajada contrariada de un joven, que no debe pasar de 20. “¡Debe ser que ese embajador es chavista!”, dice entre risas.

Claro, al chamo le suena “chavista” el que alguien, así sea tan insospechable como el embajador del Reino de España, cuestione algo tan “normal” como que un país latinoamericano gaste una fortuna en divisas para traer del otro lado del Atlántico una bebida que, gracias al petróleo, a la globalización de los gustos y al meticuloso trabajo de la industria de la publicidad, se volvió adictiva para los paladares criollos en casi todos los estratos sociales, sobre todo en los altos y medios.

Paradójicamente, en Europa las botellas de ron venezolano, cualquiera sea su marca, son tan apetecidas como aquí una de escocés 18 años y son pagadas con muchos euros contantes y sonantes.

Para cierto sector de la población local, sobre todo jóvenes que crecieron en hogares globovisados, poner el ojo en tal paradoja “parece chavista”.

CUESTIÓN DE CONFIANZA

A esos chamos, al igual que a los adultos que los rodean, también les parecerá chavista algo que acaba de hacer el divo internacional del momento: Julian Assange, el fundador de Wikileaks, página de internet que viene divulgando el contenido de miles de cables confidenciales de funcionarios diplomáticos de EEUU y otros países, lo que ha generado escándalos de diversas jerarquías en varias latitudes.

El australiano Assange ha llegado a acuerdos con varios periódicos de Europa y América Latina para que éstos se encarguen de estudiar, seleccionar y divulgar documentos relativos a varias naciones.

En días pasados, el diario colombiano El Espectador anunció que recibió de Assange 16 mil documentos relacionados con Colombia y Venezuela, los cuales irá revelando poco a poco.

Fidel Cano, director de El Espectador, declaró que Assange condicionó la entrega a que ese periódico no se aliara con ningún otro medio para la divulgación de los documentos. La prohibición incluye a toda la prensa de Venezuela.

“Assange no confía en los medios de ese país y por consiguiente nos entregó toda la información referente a esta nación, que corresponde desde el año 2005”, reveló Fidel Cano, citado por Caracol Radio.

Valdría la pena que profesores de Comunicación Social encomendaran a sus alumnos investigar cuántos medios venezolanos reseñaron esta declaración de Cano y cuántos, como hizo El Universal en su página web, le censuraron la referencia a la desconfianza de Assange hacia la prensa criolla. Un dato valioso para corroborar si tienen o no fundamento los recelos del australiano frente a los periódicos de este país, miembros o no del muy encopetado Bloque de Prensa Venezolano.

Como aquí la crítica a los medios es una de las características del liderazgo de Hugo Chávez, es probable que la falta de confianza de Assange en nuestros (vaya, es un decir) rotativos sea interpretada como un síntoma de chavismo, sobre todo (pero no sólo) en los hogares globovisados. Yo no lo creo. Tampoco lo es la asombrada expresión del embajador de España sobre el ron venezolano. Veremos qué cables divulga El Espectador sobre Venezuela y podremos hacernos una opinión más clara. Nótese, de entrada, que los documentos sobre nuestro país son del 2005 para acá. O sea, nada sobre el golpe y el sabotaje petrolero del 2002, ni las guarimbas del 2004. ¿Protege Wikileaks a alguien? ¿Quién le pasa esos papeles? Lo más seguro es que quién sabe.

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Hace 22 años ocurrió El Caracazo


Aquel 27-F, hace 22 años, cursaba el segundo semestre nocturno en la Escuela de Comunicación Social de la UCV. En otra universidad, la Simón Bolívar, trabajaba de día como técnico en electrónica. Allí, en ese oasis de tranquilidad, nada anormal sucedía. Al bajar de Sartenejas me topé con disturbios en la UCV, cosa que en ese tiempo de paquetes neoliberales tampoco era anormal. No existía aún Twitter, ni internet. Los celulares, si acaso, eran un voluminoso privilegio de pocos. Los rumores daban cuenta de serios desórdenes y saqueos. No hubo clases, así que un grupo de estudiantes nos fuimos a tomar caipiriñas en La Padrona, en Los Chaguaramos. Al salir de allí, la explosión se desnudó en toda su magnitud. Ríos humanos iban hacia sus casas por la autopista Valle-Coche. En la Intercomunal había barricadas, candela y disparos. Llegué a casa bien entrada la noche. La fiesta sangrienta estaba por comenzar. CAP se disponía a suspender las garantías constitucionales. A su cadáver insepulto lo persigue aquella fecha.

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Cotufitas

CONTRASTES ENTRE LIBIA Y VENEZUELA

En Libia está en desarrollo una matazón política, con cientos de bajas. En Venezuela, la confrontación fluye por las aguas de la política. En lugar de una guerra civil, de la que estuvimos al borde, y podríamos volver a estarlo, la gente combina su participación en la calle con la expectación militante de los debates de la AN, difundidos en directo por TV, incluidas las maratónicas comparecencias de los ministros. Por suerte, ni Chávez es Gaddafi ni Caracas es Trípoli. Fue el propio canciller británico, William Hague, quien puso a rodar la especie, luego desmentida en los hechos, de que el líder libio había viajado a Venezuela. Un intento, sin duda, por salpicar a la democracia venezolana con la sangre allá derramada. La experiencia del 11 de abril de 2002 enseña que no puede creerse acríticamente en lo que informan los medios internacionales. Fuentes alternativas, como rebelion.org, Al-Jazzera y Aporrea.org parecen indicar, sin embargo, que la respuesta de Gaddafi a las revueltas ha traspasado los límites de lo comprensible y justificable, por más que manos extranjeras muevan allí sus hilos. Con tino ha escrito Fidel Castro: “Se podrá estar o no de acuerdo con Gaddafi. El mundo ha sido invadido con todo tipo de noticias, empleando especialmente los medios masivos de información. Habrá que esperar el tiempo necesario para conocer con rigor cuánto hay de verdad o mentira, o una mezcla de hechos de todo tipo que, en medio del caos, se produjeron en Libia. Lo que para mí es absolutamente evidente es que al Gobierno de EEUU no le preocupa en absoluto la paz en Libia, y no vacilará en dar a la OTAN la orden de invadir ese rico país, tal vez en cuestión de horas o muy breves días”.

FORO EN LA BOLIVARIANA

El programa de Formación de Grado en Comunicación Social de la UBV, sede Aragua, organizó el foro “Periodismo en revolución”, efectuado el 16 de febrero en el Ateneo de Maracay. Allí estuvimos como panelistas Asalia Venegas, mi profesora en la UCV, y quien escribe. Fue una experiencia grata y enriquecedora el compartir con profesores y estudiantes. Gracias a todas y a todos por la oportunidad.


villegasccs@gmail,com



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Ernesto Villegas Poljak

Periodista. Ministro del Poder Popular para la Comunicación e Información.

 @VillegasPoljakE

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