Las Marionetas y sus frágiles cuerdas imperiales

    Según muchos sesudos y eminentes damas de igual rango analista e internacionalista, lo de Libia por parte de los aliados invasores; sólo se trata de una cordialísima visita bombardística y misilística, donde sus metrallas y abusos a los derechos también son un pequeñísimo caprichito del imperio de turno; causa “internacional” que se escuda en la palabra “libertad de opresión” convertida en masacre, al cual tienen derecho ejecutante los justificados mercantiles a través de sus castísimas cartas de agrupación moralistas en grado superlativo. La gran alianza integrada por sus chulapados y sus tres predilectas meretrices de oficio (o.e.a. – o.n.u. – o.t.a.n.) lo único que pretenden es poner el ejecútese al robo y futuro saqueo de los recursos naturales menesteres para que dé sobre-vida al agonizante despilfarrador y derrochador capitalismo imperial, pero estas evidencias no son de conocimiento público y publicitario mundial y son el aborsus a la luz del parto de la verdad; se invisibiliza, tronca, maquilla y se manipula. Y siempre que los muertos y desastres no sean de la “clase especial,” todo masacre tiene justificación; vale acotar, que para ellos hay muertos especiales y muertos marracas o de muy baja categoría no indispensables y calificados de mal nacidos, pero piezas precisas como tontos útiles para fomentar las riquezas necesarias de una pequeñísima clase pudiente y excepcional; y en ellas, convergen con especial ahínco los fantasmones religiosos que aún se alimentan, sobre-viven y engañan con alevosía a los asfixiados por sus granadísimas y omniscientes míticas mentiras, de una “creación” que nunca ultima su crecer, está en constante reculo y subyuga la voluntad bajo la concepción del miedo y el horroroso temor a una magnánima deidad mediática, muy bien edificada en el precepto del pavor y que instiga a ser sumiso por lo barruntado de sus historietas que avivan la postergación humana al grado de una universalísima ridiculez hecha norma imprescindible para la sustentación de su clase señorial.

       Los titiriteros del mundo mueven sus cuerdas con vil astucia; y en el compás de sus apariencias, ahora sub-utilizan la figura demagógica de la raza más subyugada y mal tratada en toda la historia humana, y lo peor es, verle danzar al ritmo del son de su verdugo eterno; ayer bestial, hoy sutilmente disimulado por las conveniencias “políticas” que lo engloban en nuevos paradigmas de dominación; y aunque parezca increíble, nos asombra la capacidad de seducción que mediante una educación generalizada por la programática de alienación, invade y desordena la lógica de una firme razón coherente y propia de la autodefensa natural del instinto humano. Esta razón irracional ha generado un contingente de sonámbulos y zombis que aún actúan bajo los efectos hipnóticos de las metodologías capitalistas. Y si bien hay un despertar; la proporción les favorece, no por realidad numérica, pero sí por la virtualidad de su artillería mediática feroz, implacable e insomne durante los 365 días, 5 horas, 48 minutos y 45,16 segundos de cada rotación terráquea.

       Nos debe preocupar hondamente que cero sea mayor que infinito; explico, en el mundo hay millares de seres sumidos en la desgracia, y tal como mueren en ella, nacen y lo hacen predestinados tan solo por concernir a una clase social especulada; en la cual, de antemano le está concebido su anti-futuro. Por lo general solemos hacernos la vista gorda ante esta anomalía, y ello deriva de la individualidad pro-hecha de un sistema, donde se compite por vivir y se compite por dejar morir al semejante excusándonos en una sobrevivencia mucho peor que la de un animal salvaje; puesto que se supone poseemos el don de “pensar.” La degradación humana ha extremado sus límites y de allí deriva el anti-comportamiento cifrado por conductas horripilantes por quienes han arrebatado todo derecho para hacerle predilección de uso exclusivo. Un excesivo convivir y praxis ejecutoria por el afán de poseer bienes superfluos es considerado “éxito” y, su implementación no tiene parámetros; tan solo son rebasados por la incontrolable avaricia, la sed insaciable de poder, la genética faraónica de amalgamar y la heredad material. Esta cultura está prefija en la conducta que día a día es alimentada por la historia desde sus inicios a la actualidad; es su caldo de sustancia, gira en su entorno, embelece a su victima y le hace siervo perenne; valdría decir, esclaviza, agoniza e irremediablemente somete. De todos estos argumentos está conteste el sistema capitalista, es su fuente inagotable y, por ello, se hace mucho más difícil el rescate de su presa para retornarle a la condición natural de cordura humana; un gran contingente humano se ha transformado, es involuntariamente acólito de su desgracia y, lo mucho peor, atiborrado de su autodestrucción.   

       Esta estipulación ya establecida hasta los tuétanos en el individuo asocial son los motivos más premonitorios para aceptar con gran indiferencia las atrocidades acometidas ante su semejante, que se disculpan bajo la simple visión y categorización de una diferencia de clase inexistente. Tal es la hipnosis colectiva, que sus argumentos desvarían y dan como hecho cierto y probatorio los métodos guerrerísticos como medio de salvación, pero que a la vez destruyen sin contemplación al derecho más elemental o primario como lo es el derecho a la vida. Vale preguntar; con qué baremo se mide el valor de una vida y la otra, por quienes solo tienen diferencias ideológicas tan perceptibles de sus debates y no de combates que elimina al contrario para imponer su criterio como único, que nobstante, es incompetente para demostrar y desmontar las argumentaciones de una gran mayoría que se pretende sacrificar para consagrar ocres costumbres involutivas, perecederas e impuestas a punta de religión con palo, garrote y látigo en el devenir del tiempo del historial humano. Esta es la pregunta que evaden, que les enmudece y a la que jamás le han dado ni le darán certera respuestas; no las hay, y por más que inventen cada día convencen menos, sus resultados por parte del lujurioso poder ponen en riesgo constante la sobrevivencia de las especies planetaria.

       Ayer fueron estos mismos en sus tiempos tan asesinos como hoy, pero hoy los riesgos y el derecho a la defensa está marcada por la superioridad bélica, la componenda y el evidente cayapeo mediatizado bajo la composición del melodrama de una mentada justicia basada en la matanza; hecho éste, al cual los principados religiosos siempre han dado la tregua, el retardo y el silencio más pecaminoso posible en pro de la mortandad, y que, siempre es achacado al confiscado libre albedrío que sus supuestas dádivas endiosadas otorgan a sus fieles como medida que fije el prominente equilibrio poblacional; pero vaya que forma tan original, masacrar y matar para dar vida.

       Hay tiros que salen por la culata; ya les pasó en Vietnam, le disfrazan en Afganistán, en Irak y lo mismo ocurrirá en Libia y demás intentos. Los pueblos siempre dan con la forma para aplastar las insaciables ansiedades; eso lo hemos visto a través de la historia, todo imperio cae y éste tiene los días contado, porque su horror es nuclear, mírense en el espejo Nipón; ese, es también su talón de Aquiles y su futuro sino.    

omarpinto3@hotmail.com





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Omar Ignacio Pinto


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