El mundo de la diplomacia tiene sus vericuetos y formalidades que la hacen compleja y como complicada para el común de los venezolanos/venezolanas, el Camarada Chávez con su forma muy particular de tratar las cosas la ha vuelto más sencilla para todas/todos quienes compartimos con él este rincón del planeta que llamamos Patria. Un ejemplo que bien merece nos detengamos a analizar es el reciente caso, ocurrido con el ciudadano Joaquín Pérez Becerra, quien hasta donde han difundido los medios de comunicación, es un sobreviviente del genocidio cometido contra la militancia de un grupo político de izquierda que existió en la República hermana de Colombia, la Unión Patriótica.
Huyendo de esa matanza, Pérez Becerra, fue a parar a Suecia, país que lo protegió y le dio una nueva nacionalidad, desde el año 2000. Allí volvió a rehacer su vida, sin abandonar sus posturas de izquierda, se dedicó de lleno al ejercicio de la comunicación social como editor de ANNCOL, Agencia de Noticias que da cobertura en todo el planeta y colombiano de origen que es, además de hombre de izquierda, a través de la agencia de noticias nos permite a todos y todas, informarnos entre otras noticias, de las emanadas desde la selva colombiana, por parte de los grupos insurgentes en armas contra el gobierno colombiano, eso en fin de cuentas es, nada más y nada menos que: Libertad de Expresión.
La obsesiva política anti insurgente de los gobiernos de la burguesía colombiana, reacias a considerar la más mínima posibilidad de diálogo, los ha llevado a tomar la vía del exterminio del contrario, al desarrollo de una política guerrerista, consiguiendo para tal fin, el apoyo irrestricto del imperio norteamericano, tanto en lo político como en lo financiero. De hecho, el ciudadano Joaquín Pérez Becerra, es uno de los pocos sobrevivientes de esa política genocida desarrollada por el Estado colombiano.
Los hechos que nos hemos propuesto analizar, se concretan en el marco del restablecimiento de las turbias relaciones diplomáticas entre nuestro gobierno revolucionario y los derechistas gobiernos del narco gobernante Álvaro Uribe y ahora su sucesor Juan Manuel Santos. En una de las entrevistas Santos-Chávez, el Camarada Hugo Chávez fue enfático con Santos en su mensaje de no permitir que nadie los lleve, de nuevo, por los caminos de la confrontación que, en el caso de Uribe llegó hasta la ruptura de relaciones diplomáticas, incluyendo ruptura de relaciones comerciales.
Nuestro gobierno ha tenido una conducta recta e indeclinable ante el Estado colombiano, integrarlo al concierto de naciones sudamericanas mediante su incorporación a Unasur, y por esa vía, alejarlo un tantito de sus pretensiones de ocupar una estrella más, de las naciones colonizadas por el imperio norteamericano. De allí, los llamados del Camarada Chávez a las fuerzas insurgentes colombianas de procurar caminos para la paz en Colombia, dejar el lenguaje de las balas, para que la política sea la que mande en la realidad de la hermana República. Postura que, en todo caso, fue tiroteada tanto desde las posturas de la derecha colombiana, como desde la izquierda insurgente; la presencia de Joaquín Pérez Becerra en nuestra Patria la analizamos como parte de ese tiroteo, no tiene otra explicación, de hecho, desde que Santos y Chávez han comenzado a reunirse se han incrementado las detenciones de ilegales en nuestro territorio y no precisamente estamos hablando de paramilitares.
En resumidas cuentas, desde que nuestro gobierno ha acentuado su política de acercamiento al gobierno y al pueblo colombiano, tanto desde la derecha como de la izquierda en armas, se intenta boicotear y sabotear esa intencionalidad que, en términos concretos, no persigue otros fines sino integrar a la República de Colombia al continente sudamericano, vía Unasur y, al hacerlo, hacerlo partícipe del clima de paz que vive nuestra región y contagiarlo con su integración, de nuestro virus pacifista e integracionista.
Esta aspiración que, pareciera ingenua, la ha convertido el Camarada Presidente Hugo Chávez, en política de Estado ante el gobierno y el conflicto que vive nuestra República hermana. Como pueblo venezolano aspiramos a la paz en Colombia, e integrada al conjunto de naciones sudamericanas, esa es nuestra política y nuestra postura ante el conflicto armado. Y en esa postura, como lo demuestra la deportación de Joaquín Pérez Becerra, no moverán al Camarada Chávez en su obsesiva idea de procurar la paz para los colombianos y colombianas, lo que en definitiva sería nuestra paz.
Sin duda, se equivocaron quienes desde la perspectiva de la presencia de Pérez Becerra en nuestra Patria procurarían resquebrajar las buenas relaciones que hasta ahora han alcanzado los gobiernos de Santos y Chávez. También se equivocó el gobierno de Santos al solicitar la extradición, y posterior detención, de un ciudadano que, en fin de cuentas, no es un connacional, ya que Pérez Becerra, desde el año 2000, renunció a su ciudadanía colombiana adquiriendo la sueca, lo que le está costando al gobierno de Santos problemas diplomáticos con el gobierno de Suecia, que podrían obligarle en los próximos días a devolver a su país a este ciudadano europeo, so pena de poner en riesgo sus relaciones diplomáticas con la Unión Europea. Y en definitiva, también nuestra Cancillería puso la torta, ya que si hubiesen averiguado y profundizado en sus investigaciones sobre el ciudadano que tenían retenido, su nacionalidad, lo procedente no era enviarlo a Colombia sino a su país de origen: Suecia. Un error que, creemos, pueda costarle el puesto al Camarada Canciller, Nicolás Maduro, cuyas disculpas esperan impacientes, los revolucionarios y revolucionarias de todo el mundo. En fin de cuentas, no parece ser muy compleja la diplomacia, cuando es transparente…
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