No es accidente que
el cuerpo diplomático venezolano esté difundiendo la “Carta
a los compañeros” en http://www.aporrea.org/actualidad/a122479.html Es un argumento astuto que emplea distintos
dispositivos para minimizar la responsabilidad del gobierno venezolano
y posicionar a sus críticos como enemig@s de ello (incluso al propio
compañero Becerra, trasladado injustamente a la máquina estatal grotesca
colombiana por el gobierno venezolano), y en última instancia como
contra-revolucionarios. No es por nada la primera vez en la historia:
Stalin lo perfeccionó; al estar en la cúspide del poder en 1945, teniendo
la derecha de rodillas por colaboradores, los comunistas franceses invirtieron
más energía en matarse a si mismos que en prepararse para gobernar.
Lo de Gómez es un
disparo libre con la intención de lograr al menos una de las siguientes
metas: (i) simplificar el debate para que los críticos del gobierno
venezolano parecen vinculados a extremistas, o al menos a pobres confusos,
que sean de derecha o izquierda; (ii) desviar cualquiera crítica del
gobierno chavista y canalizarla hacia la reacción colombiana; (iii)
dar la impresión de que el mismo Becerra haya sido cómplice de su
propia derrota (convertir víctima en victimario). Peor aún, sus “compañeros
en Venezuela” no lo advirtieron del supuesto complot (¿no somos todas
y todos sus compañeros?); (iv) desvalorar a la inteligencia de
los críticos socialistas por sugerir una cadena perpetua de gatos encerrados,
hasta paralizante; (v) persuadir a sus lectores que Becerra es, quizás,
lo que Santos dice: un miembro sin declararse de las FARC, y por tanto
parte de la causa de su propia detención; (vi) acudir al pesimismo,
el derrotismo y el inevitablismo: “este triste capítulo no es ni
el primero ni será el último.” (¿A qué aspiramos entonces?)
Todas estas movidas
subyacen un argumento poco revolucionario, más un pragmatismo ya pasado
de fecha, pero común en los partidos liberales. Es una táctica que
tiende a reglamentar y parar el debate. Desvalora la consciencia popular.
Cada una de las metas arriba señaladas tiene el objetivo de que no
sólo el compañero Chávez sino sus colegas del gobierno, salgan limpios.
Incluso tiene cierta afinidad—por cierto accidental—con la táctica
sionista de reprimir análisis en nombre de una falsa unidad y una posición
en común imaginaria, aún que eso no quiere decir que cualquiera persona
empleándola sea de derecha. Pero aquí también el argumento encuentra
problemas:
¿El presidente Chávez
es tan vulnerable a las maniobras del asqueroso Santos y CIA que caiga
en su trampa, sin que ni él ni su equipo hayan encontrado algo sospechoso?
¿No es su deber estar más alertes, dada la coyuntura de la cumbre?
¿Criticar a Chávez
y/o el gobierno bolivariano es necesariamente anti-revolucionario? Tal
tema nos recuerda de la película satírica italiana Mimí
metallurgico de Lina Wertmüller (1972), en la cual el protagonista,
tras traicionar a su compañera, califica a cualquiera crítica que
ella le hace, como un ataque en contra del partido comunista italiano,
para callarla.
Sin entrar en el propio
argumento sobre las FARC y la posición de Chávez al respecto, ¿es
algo nuevo el intento imperialista de vincular al presidente a ellas?
¿No son todas las
acciones del organismo privado mercenario Interpol—institución nefasta
encabezada varias veces por ex-Nazis de alto rango—automáticamente
sospechosas?
Cómo ha preguntado Néstor Kohan en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=127303, si esto puede pasar con Becerra, ¿quién será el próximo o la próxima?
Robert Austin, Ph.D
Fellow, School of Historical & Philosophical Studies
University of Melbourne
http://www.history.unimelb.edu.au/about/staff/fellows/austin.html
El autor ha sido miembro de la Red Australiana de Solidaridad con Venezuela http://venezuelasolidarity.org/ desde su fundación a pocos meses de la elección del compañero Chávez.
rwaustin64@gmail.com