Ali Abdulá Saleh reposa en una cama del Hospital Militar de Riad y los yemeníes celebran su salida del país pero, ¿qué ocurrirá después con Yemen?
En medio de las celebraciones existe un temor muy cierto de que esto está lejos de haber terminado. La situación está cambiando constantemente y se cede ante diversas reivindicaciones. Los portavoces del Gobierno han dicho que Saleh regresará en cuestión de semanas si no días. Aunque ello pueda ser una mera conjetura, no se puede negar que la incertidumbre hace que la mayoría de los yemeníes aún teman que vuelva el hombre del saco.
Hay más razones para preocuparse de que esto no haya acabado. El hijo de Ali Saleh, Ahmed, que dirige las unidades de élite de la Guardia Republicana, se ha trasladado al Palacio Presidencial. Sus primos, los cuatro sobrinos de Saleh, aún se encuentran en el país y controlan sus respectivas unidades militares. Una de las reivindicaciones centrales del movimiento de protesta es que dejen los puestos que actualmente ocupan y que sean juzgados por los crímenes cometidos contra el pueblo yemení.
Quien aparentemente actúa como presidente, el vicepresidente Abdu-Rabo Mansur Hadi, es una figura débil, elegida deliberadamente por Saleh para no crear una base de poder rival tan cerca de los pasillos del poder. El movimiento de oposición quiere que ahora sea declarado oficialmente como dirigente interino a fin de robarle la iniciativa a Saleh y adelantarse a cualquier posible regreso. Hadi, al parecer, es próximo al desertado jefe de la Primera Brigada Acorazada, Ali Muhsin al-Ahmar, y la Brigada vigila su casa y el Ministerio de Defensa, desde donde está tratando de dirigir al país.
Sin embargo, la posición de Hadi no se conoce totalmente. No controla ninguna fuerza militar directamente y eso significa que Ahmed Saleh y los sobrinos tienen más poder que él. La posición de la televisión estatal sigue siendo la misma: indica que el régimen todavía está intacto aunque haya sido decapitado. Más preocupante para los manifestantes es la información sobre una declaración de Hadi refiriéndose a que Saleh regresará en los próximos días. Aunque ello no sea factible debido al aparente estado de Saleh, está claro que los que le respaldan siguen aferrados y mantienen aún algún tipo de influencia sobre Hadi.
Ello no debe disminuir el sentimiento de alegría y de satisfacción que se siente en Saná y en el resto del país. Aunque todavía hay brotes esporádicos de violencia, especialmente en Taiz, la segunda ciudad, el sonido de las explosiones se ha reemplazado por el de fuegos artificiales y la gente ha acudido en masa a las plazas de las protestas de todo el país para celebrar. En todo caso, una gran presencia en las plazas de las protestas indicaría a los que todavía no están seguros que el régimen está perdido.
Los manifestantes también han indicado que aunque dan la bienvenida a la salida de Saleh, ello es únicamente la primera de sus reivindicaciones y que no van a abandonar sus ciudades-campamento hasta que se cumplan sus exigencias. Al enfocar la rivalidad entre al-Ahmar y Saleh, muchos analistas han pasado por alto el poder del movimiento de los jóvenes que es enorme en un país donde el promedio de edad está en 17años.
Como es costumbre en Yemen las cosas se están haciendo inusitadamente. Lo de ahora tiene un paralelismo en el pasado; aunque los yemeníes celebran el 26 de septiembre de 1962 como la fecha de la revolución contra el imán (el rey) (sic), la guerra entre republicanos y monárquicos no terminó hasta 1970. Al igual que entonces, hay muchas cosas que dependen de las potencias extranjeras y de su influencia. Saleh se encuentra en territorio saudí. Si regresara a Yemen entonces tendría que ser con la aprobación de las altas esferas de la dirección saudí. Personalmente, no creo que eso suceda porque parece que ya han decidido que el tiempo de Saleh se ha agotado.
El momento decisivo llegará en los próximos días. Si el movimiento de protesta de la oposición consigue mantener a Hadi a bordo y establecer un gobierno de transición, entonces existe la posibilidad de que puedan neutralizar a las fuerzas contrarrevolucionarias y, especialmente, a al resto de los miembros de la familia de Saleh que están en Yemen. Como siempre, se trata de esperar y ver qué pasa.
*Abubakr Al-Shamahi es estudiante de Ciencias Políticas en SOAS, Universidad de Londres