Hay trece amenazas a la revolución bolivariana

Toda revolución tiene una contrarrevolución. Todo proceso liberador, progresista y anticolonial, enfrenta grandes enemigos pueblo adentro y costa afuera. Y no somos la excepción. Se conforman grupos conspiradores de oficio y gente que se aprovecha de la situación para sacar beneficios personales. La oposición conspira concientemente y los otros lo hacen al obtener lucros sin importarle el país. Las mafias están en buena parte en estos últimos.

Primero debemos saber qué es una mafia o grupo mafioso. El término es originario de Italia y los famosos capos de Sicilia y otras regiones son harto conocidas a través de la pantalla chica y del cine. Mafia se define como “crimen organizado” pero debe ser considerada esa definición en un contexto más conciso. Todas las bandas de delincuentes están organizadas de una u otra forma y tienen una jerarquía a respetar, desde los ladrones de carros (y derivados) hasta los secuestradores y sicarios. Pero para conformar una mafia se requiere, además de ser un criminal, una asociación oscura con personas integrantes de los gobiernos nacionales y locales. Hay muchos ejemplos de ello y el paramilitarismo colombiano es la más resaltante expresión de los últimos tiempos. En el mundo funcionan muchos grupos mafiosos con mucho poder pero ese no es el punto que nos ocupa. Las asociaciones de ese tipo (made in Venezuela) que perviven en nuestro país han venido reagrupándose y evolucionando en todos los gobiernos que hemos tenido desde comienzos del siglo 20. Cuando un alto funcionario o presidente de la república se asocia con gente de la empresa privada para obtener lucro personal estamos entonces en presencia de un grupo mafioso, que es la sumatoria de delincuente más funcionario gubernamental, sea éste de rango nacional, regional o municipal. ¿Cómo obtuvieron Carlos Andrés Pérez, Manuel Rosales y muchos ex dirigentes más su inmensa fortuna? Hay personeros de todos los ministerios que llevan y han llevado a través de la historia reciente, una vida de lujos y derroches impresionantes. La subcultura de la corrupción fue impuesta y desarrollada con gran impulso desde el gobierno asesino de Rómulo Bethancourt. Adecos y copeyanos son los reyes de la corruptela mafiosa. Un comerciante especulador que infla los precios, que se aprovecha de la mano peluda del mercado (escasez) para obtener una grosera plusvalía, es un bandido sanguijuela común y corriente. Pero cuando esa gente se conecta a funcionarios gubernamentales ahí la cosa cambia de color. Nosotros no estamos en una sociedad socialista, apenas estamos construyendo los pilares para una futura transición a ese sistema social y mientras tanto convivimos con el monstruo del capitalismo en todas sus manifestaciones. Acá tenemos una fuerte influencia yanqui consumista que será difícil de erradicar en buena medida si no revolucionamos el sistema educativo que no se preocupa por alimentar los valores humanos que se opongan al consumismo agobiante que nos flagela. Hay muchos colegios privados que exigen al alumno de bachillerato comprarse un BlackBerry para “consultas en línea”, por citar un pequeñísimo ejemplo. El proceso revolucionario bolivariano que lidera nuestro apreciado presidente Chávez, está en luchando, como David contra Goliat, contra agrupaciones mafiosas que se oponen al ideario socialista. Citaré algunas invocando en este momento la fidelidad de mi memoria: 1.- Las mafias de empresas celulares que reciben dólar Cadivi y venden a dólar paralelo. ¿Recuerdan al ex ministro Jesse Chacón cuándo le dijo públicamente a esas empresas que tendrían todos los dólares necesarios pero que reflejaran esa atención en bajar los precios de los equipos? Se burlanimpunemente del gobierno. ¿Por qué? 2.- Los que manejan contratos con Corpoelec, ya denunciado. 3.- Las mafias que controlan Mercal. 4.- Las que están en PDVSA y no pagan a las empresas expropiadas para conspirar. 5.- Las mafias de las farmacéuticas y clínicas privadas. 6.- Las del contrabando de gasolina a Colombia y de alimentos a ese dizque hermano país. 7.- Las que funcionan en las empresas básicas de oriente. 8.- Las del IVSSS. 9.- Las del ministerio de educación que cobran comisiones por pagar las prestaciones de los jubilados pues el centralismo en esa área es asfixiante y no se puede tramitar el cobro regionalmente. 10. Las del poder judicial, que son las más perversas y criminales. 11.- Las que controlan el grosero negocio de ensambladoras para hacer casi imposible la adquisición de un vehículo a precio módico. Y no pasa nada. 12.- La de hospitales públicos fuera del IVSS que hacen reformas y construcciones de obras civiles llenándose los bolsillos directores y administradores rectores del manejo de recursos. 13.- Las que pululan en Miraflores haciendo todo tipo de negocios y mantienen engañado al presidente con retóricas y manipulaciones estadísticas espurias. En fin, es una larga lista de personajes que trabajan a la sombra y que en verdad son una amenaza seria al desarrollo de éste proceso que tanto nos cuesta y ha costado. Por eso la autocrítica es cardinal y necesaria para ir depurando esos tumores asquerosos que no quieren el buen vivir del soberano y así bajar el nivel de decepción de miles de compatriotas que apoyan al comandante. La Fiscalía debe ser más diligente pues constituye el pilar fundamental para la depuración necesaria y se ha quedado corta a la hora de tomar decisiones valientes. Ya basta de tanta palabrería insustancial de charla ambigua, agarremos al toro por los cuernos o nos llevará por los cachos.

efraingran@gmail.com

@granfran5012


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Efraín José Granadillo


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