En el huracán de las pasiones revolucionarias escuchamos muchas veces expresiones de alegría refiriéndose al posible desplome del capitalismo. No es así. El sistema capitalista, en su expresión neoliberal predominante, es la estructura fundamental de todos los países del orbe, de una u otra manera. El asesino imperio gringo y sus lacayos europeos son el vivo ejemplo de ese malhadado sistema económico que genera injusticias infinitas, violencia e inseguridad. No debemos pensar que el capitalismo desaparecerá por las crisis que afectan a EE.UU, Europa y docenas de naciones más. La moneda que “lubrica” el sistema financiero imperante es el dólar y esa moneda no se precipitará al fondo porque sería la hecatombe económica mundial. Más del 85% de las transacciones comerciales y financieras tienen como divisa principal al dólar yanqui y eso no cambiará en pocos años para dar paso a otra moneda de transacciones. En Suramérica comenzamos implementando la divisa virtual del SUCRE y eso es un buen comienzo. El trueque parcial de las operaciones comerciales también contribuye a desligarnos poco a poco del yugo del dólar. Hasta hoy son pocos los gobiernos que operan con esos sistemas alternativos y falta mucho por andar. Si no hay voluntad política el avance será muy lento y el monstruo capitalista está presente en todo el mundo para evitar que eso cambie. En la medida que los pueblos despertemos conciencia social para cultivar un sistema socialista, en esa medida iremos enterrando paulatinamente al lacerante capitalismo que domina al mundo, no hay otro camino. En nuestro país hemos comenzado un largo trecho al umbral de la transición al socialismo pero aún falta mucho por andar. El propio estado permanece atado a los tentáculos neoliberales con las operaciones comerciales, financieras y de funcionamiento interno. Las gobernaciones y alcaldías son pantanos neoliberales que impiden el accionar del poder popular gracias a la burocracia asfixiante, al clientelismo, el nepotismo y los vicios de corrupción que se arrastran desde la época de la colonia. Los mismos salarios de ministros y altos funcionarios son una afrenta al ideal bolivariano y socialista. Los compromisos electoreros llenan las instituciones oficiales de ineptos, traidores a la patria y vividores de oficio, no se hacen concursos públicos para la escogencia de los mejores. Y no hablemos de nuestro descompuesto Poder Judicial que administra muy bien la injusticia. Hay muchas obras inconclusas en todos los estados del país y no hay sanciones para los culpables, no existe una supervisión eficiente. Un caso muy simple: Se reasfalta una carretera y nadie acude a verificar que se cumplieron los estándares de calidad del servicio. Allí funciona el tristemente célebre 10% de tapaboca. Si hubiese una tribuna diaria en nuestros medios de comunicación para denunciar a tanto crápula disfrazado de revolucionario otro gallo cantaría. En VTV prácticamente eso no existe y mucho menos en TVes y Vive TV. Esa es una falencia que debe ser corregida o el descontento del soberano seguirá pasando factura en cada proceso electoral. Revisemos las estadísticas y nos daremos cuenta. En Venezuela no hay ningún socialismo, solamente hay la intención firme de nuestro presidente de llegar hasta allá pero la orquesta revolucionaria tiene muchos que desafinan y son casi intocables. En mi anterior artículo escribí al respecto señalando las mafias que pululan alrededor del gobierno. En las actuales condiciones no podemos hablar de un capitalismo de capa caída cuando en nuestro propio suelo apenas lo hemos rozado con algunas expropiaciones y políticas razonables en el sector alimentario. Cuando lleguemos a la plena soberanía alimentaria entonces podemos tener fuertes herramientas para enfrentarnos al demonio neoliberal, antes no es posible. El imperialismo yanqui puede caer pero el capitalismo se reinventa y renace como el Ave Fénix, con el perdón de ese mitológico símbolo. El gobierno debe impulsar una fuerte formación ideológica socialista para sembrar desde la escuela primaria. Esa es la cruda realidad de los hechos.
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