Igual acaba de ocurrir con la oposición y sus costosísimas elecciones primarias. Poco importa si en verdad concurrieron a votar tres millones de votantes o una cifra menor o mayor. El dato importante es que en la contienda volcaron todo el poder económico y mediático que exigió el objetivo. Este no era tan sólo escoger su candidato, sino mostrarle sus músculos a Hugo Chávez y a la derecha mundial. De allí la inversión gigantesca, la presencia de observadores internacionales parciales y el envío de corresponsales de grandes cadenas internacionales, con CNN y su presentadora estrella, Patricia Janiot, a la cabeza.
Después de la contienda, hasta Estados Unidos se apresuró a emitir opinión al respecto, señalando que esas primarias fueron “sólo un paso” en el proceso democrático en Venezuela. El subsecretario de Estado para Asuntos Públicos del imperio, Mike Hammer, dijo que “lo importante es que los venezolanos tengan la oportunidad de participar en la vida democrática en Venezuela y expresen sus opiniones a través de elecciones libres y justas”. Puro veneno. Según Estados Unidos, los venezolanos no tienen –ni han tenido en catorce elecciones- la oportunidad de “participar en la vida democrática” ni de expresar sus opiniones en elecciones “libres y justas”. Cuando el ganador del 12-F pierda el 7 de octubre, dirán que el proceso no fue “libre” ni “justo”. Las dudas se siembran ahora.
Para montar el tinglado, oligarcas, partidos oposicionistas y medios realizaron las elecciones primarias más costosas del mundo. ¿Significa que agotaron sus recursos como lo hizo el Magallanes en su extenuante partido contra Caribes? En absoluto. Ahora es cuando allí hay dinero. Lo que sí exprimieron hasta el bagazo fue su capacidad de convocatoria. Esto significa que así multipliquen por mil lo que invirtieron el 12 de febrero, no podrán convocar lo que no tienen para el 7-O. A la cifra alcanzada con tanto esfuerzo mediático y económico, se sumarán los electores que faltan para alcanzar el techo opositor: dos millones de votantes para llegar a poco más de cinco millones de electores. Lo demás es plata perdida.
En la última elección donde estuvo en juego la Presidencia de la República, Hugo Chávez sacó más de 7 millones 300 mil votos. Con eso le bastaría para derrotar al candidato del imperio y la oligarquía, sólo que la ola sigue creciendo y el rancho ardiendo. ¿Qué significa la venenosa acotación de Estados Unidos en cuanto a que las primarias opositoras son “sólo un paso” en el proceso democrático de Venezuela. Muy claro, si su candidato es derrotado en octubre como en efecto lo será, el imperio dirá que “no hay proceso democrático” y sus cipayos de aquí volverán con el trillado cuento del fraude y el cisne negro.
Lo que será la conducta opositora y mediática en octubre, la acaban de montar en febrero. Tienen preparada una Carmonada electoral, otra vez con participación de los medios, el poder económico y el imperio. La del 11 de abril de 2002 fue derrotada en las calles. La que están acariciando para el 7-O debe ser y será aplastada en las urnas electorales, con la avalancha de votos que el pueblo depositará por el presidente Hugo Chávez. No perdamos el tiempo pidiéndoles que no inventen. Ya están inventando. Es obligatorio no perder de vista el Frankestein que están incubando. No para preocuparse, sino para ocuparse del asunto por aquello de guerra avisada. El Magallanes hizo un gran partido contra Caribes de Anzoátegui, pero todavía está acalambrado, como el escualidismo. Eso es lo peligroso, pues a los acalambrados sólo les da por lanzar zarpazos.
P.S: Mensaje endógeno: Vamos a librar una dura batalla electoral. Es una guerra de símbolos, propaganda, manipulación de cerebros y captación de conciencias. En este campo, ser más arrecho no significa ser el mejor soldado. Por lo general, resulta lo contrario. Nadie puede andar a la libre por allí. Esta prohibido cometer el más mínimo error. Los librepensadores mejor es que, además de ser libres, sobre todo piensen. La guerra de Cuarta Generación no es un campo de amateurs y aficionados. Ni un entrenamiento para improvisar y probar tácticas. No hay tiempo para eso. Me atrevo a recomendar un libro para estos tiempos: La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo, de un tal Lenin. Después de la victoria del 7-O, pueden relajarse con Memorias de mis putas tristes, del Gabo. Antes no.
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