Confieso que los fracasos se me suben constantemente a la cabeza. En cambio, tengo amigos a los que cualquier cosa que se les ocurre es un éxito rotundo. Y acumulan éxitos en la cabeza como si tuvieran allí una cuenta de ahorros.
Lo que quiere decir que no estoy bien ubicado. En este momento debería estar en la oposición, para aprovecharme de sus fracasos y anotarme allí a ganador, aunque parezca una contradicción.
Lo malo del fracasado es que le cuesta reconocer un fracaso.
El fracasado cree que perdiendo está ganando. Allí está, por ejemplo, Carlos Ortega, Carlos Fernández, Henry Ramos Allup, Antonio Ledezma, Enrique Mendoza, y hay más, pero dejémoslo hasta aquí.
Esa gente nunca ha reconocido un fracaso, y eso los desautoriza a la hora de hablar acerca del éxito. No han asumido ningún fracaso, a pesar de que todos los venezolanos - o alguien duda todavía?- reconocemos que el golpe de Estado fue un fracaso, que el paro cívico, fue un fracaso, que la guarimba fue un fracaso, que el referéndum consultivo, fue un fracaso, que el referéndum presidencial, fue un fracaso, y hay más, pero ya está bueno.
Ellos -los que he nombrado, que son mucho más-, ya venían fracasando, pero nunca lo reconocieron.
Ocurre que asumir un fracaso es cuestión de valentía, y ellos no lo saben. Sin embargo, a pesar de que yo soy un cobarde, acepto que el fracaso es mi sistema de vida. Y eso parece una contradicción y es verdad, pero así es la vida, una contradicción.
Gente que tiene una extraordinaria experiencia en fracasar, no ha sabido sacarle todo el provecho a esa maravillosa profesión. Deberían dictar cursos. Crear una Universidad del Fracaso. Y estoy seguro de que siendo sinceros, de repente recuperan lo poco que les queda de vida o dignidad.
Después de largos y profundos análisis he comprendido, (es típico, uno no solamente es un fracaso, sino que además le mete de frente a la brutalidad), que es en la oposición donde está el futuro de todos los fracasos que están por venir, precisamente, porque no tiene porvenir.
Desde ya, declaro que estoy saltando la talanquera, me voy a la oposición, porque allí está mi destino, yo sé que no me van a aceptar, pero ese también es otro hermoso y millonario fracaso.