Ofrecer un millón de empleos para la juventud es una promesa más, construida con gran argucia, pero remitirla a la idea del “primer empleo juvenil” es la demostración de la terrible orfandad programática que les domina y que les descalifica para conducir los destinos de nuestra república.
A comienzo del año 2006, el Presidente de Francia Jacques Chirac y su Primer Ministro Dominique de Villepen, presentaron a la Asamblea Nacional de su país lo que dieron en llamar “Ley de Contrato del Primer Empleo”; en él enmascararon una flexibilización del mercado laboral que postraba los salarios y permitía el despido sólo bajo la discrecionalidad del patrono o empresario.
Sorpresivamente la juventud francesa realizó masivas y ruidosas manifestaciones de protesta y paralizaciones de casi todas las universidades, obligando a aquellos dos gobernantes, un 10 de abril de 2006, a anunciar que retiraban el comentado proyecto. La juventud de Francia ridiculizó a sus gobernantes liberales.
Este tema del llamado “primer empleo” que busca desde el neoliberalismo seducir demagógicamente a la juventud se ha repetido casi a nivel de “fotocopia” en países como Paraguay (2002), México (2010), Colombia (2011) y República Dominicana (2012). Ahora el candidato Capriles lo propone para nuestro país en plan de gran descubridor del “agua tibia”.
El sustento básico, especie de denominador común de esta idea, es reducir el monto de los impuestos que deben pagar los empresarios capitalistas a cambio de darle empleo a jóvenes entre 15 y 29 años. En los primeros artículos de estos proyectos de Ley siempre nos remiten a beneficios tributarios en el pago de impuestos parafiscales, esencialmente los aportes a los órganos de seguridad social, a la no cancelación del impuesto sobre la renta en los primeros dos o tres años, a la simplificación de tramites, a la no cancelación del aporte jubilatorio y de la indemnización por pre-aviso y vacaciones, y acceder a programas especiales de crédito y micro créditos financiados por el Estado. El gobierno deberá asumir el pago de los beneficios de los trabajadores que no cancelen los patronos.
En el esquema del “primer empleo” los empresarios ganaran por vía doble: De una parte, van a ahorrar bajando costos de nomina ya que se les permite pagarles a los jóvenes o aprendices un salario de subempleo, generalmente 75% del salario mínimo, y de la otra, por las descargas o beneficios tributarios acordados. Se configura así una flexibilización laboral al legalizar una mano de obra barata y calificada, la de los jóvenes, en igual sentido, se camufla una reforma tributaria que descaradamente favorece al mundo del capital usando como excusa el desempleo juvenil. Este montaje contradice convenios internacionales en materia laboral que privilegia el concepto de “trabajo decente” y la necesaria progresividad en la materia tributaria: Quien más gana más aporta.
De fondo esta la propuesta neoliberal que favorece la ideología del FMI que sostiene la “necesaria reducción del papel del Estado” y relaciones de mercado a favor de los propietarios del capital corporativo-empresarial. Lo primero se cumple al debilitarle su política fiscal recaudadora y distributiva, lo segundo con fuerza de trabajo comprada a precario precio.
Finalmente, debe decirse que el sustento teórico del “primer empleo” es moralmente injustificable en América Latina, no sólo porque en los países que se ha implementado se mantienen sueldos bajos e inestabilidad laboral para los pocos jóvenes que se han empleado a pesar de los incentivos fiscales, perjudicándose los derechos del grupo social de desempleados adultos; también porque nuestro sistema tributario esta caracterizado por la baja recaudación que genera y la excesiva evasión y elusión fiscal, que limita la gestión pública que financie políticas que mejoren la distribución del ingreso, implanten eficientes programas y misiones sociales inclusivas con el objetivo de derrotar la pobreza y promover el buen vivir de las grandes mayorías.
América Latina, Venezuela incluida, tributa poco y mal. La presión tributaria medida contra el PIB alcanza apenas el 18% promedio, en Venezuela es el 12%. Cifras incomparables con el 30% de EEUU o el 40% de la Unión Europea. Él nuestro es un capitalismo salvaje evasor. Sólo y exclusivamente a los neoliberales del mundo y de la oposición venezolana se les ocurre proponer bajarles aún mas su aporte en los impuestos. Los jóvenes les sirven como coartada para un acto de demagogia electoral neoliberal. Por todas partes se le ven las costuras fondomonetaristas. El pueblo es sabio, el 7 de octubre de 2012 se los volverá a demostrar.
rodrigo1cabeza@yahoo.com