La ideología de derecha no tiene metamorfosis, se ha mantenido a través del tiempo y fortaleciéndose con la dominación imperial en todo el globo terráqueo. Cambia algunos matices, se mimetiza en las revoluciones pero sigue incólume en sus ideas y proyectos.
Mantenerse en el poder para subyugar a los débiles es la esencia de su veneno. No admite rivales, amenazas ni provocaciones pues las aplastará sin misericordia alguna.
El capitalismo neoliberal cristaliza toda esa amalgama de dominaciones ancestrales. Es el mismo señor feudal, el mismo dictador, el mismo latifundista de la época esclavista, es el mismo demonio que adora al Vellocino de Oro.
En ésta era moderna y plagada de adelantos tecnológicos al servicio del bien y del mal sus tentáculos son miles. A través de la hipnosis colectiva nos cautiva para el derroche consumista con las herramientas imbatibles de los medios audiovisuales, especialmente la prensa, el cine y la televisión de los cuales es su amo. Consumir hasta la muerte es la consigna del gran capital y destruir toda ideología que pretenda educar lo contrario.
Sumidos en ese paroxismo de consumo la gente hipnotizada no sabe discernir entre una necesidad y un capricho vanidoso. No poseer un vehículo del año, no poder viajar al exterior, no estudiar en colegios caros, no tener el niño de 5 años un teléfono “Smart” es una raya, casi una vergüenza en su escuela. Así es la educación de hoy, con raras excepciones, que las hay.
Cuando un derechista o ultraderechista tiene hij@s transmite esa ideología tenebrosa a sus desarmados descendientes, no los deja pensar, reflexionar en lo que es la política y el deber social, les inocula la “savia” capitalista que luego será la Cicuta para su vida de adulto.
No hay libre albedrio en los hijos de los derechistas, no hay libertad de pensamiento pues sus padres se encargan de imponerles una forma de vida egoísta y degenerativa que data de por lo menos 20 siglos.
Los hijos de las familias de oposición nacen “viejos” en el escenario político. No saben que no saben y por tanto NUNCA despertarán conciencia a menos que reciban un shock que los haga reaccionar. Esa es la cruda realidad de los hechos, no nos engañemos.
@Granfran5012
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