Están dadas las condiciones, una nueva elite (y sigo insistiendo) se intenta reproducir. Vicios que muchos creían superados, entre ellos, la intriga, la infamia, los viejos ideales individualistas, en fin, observamos el fortalecimiento de una nueva casta pequeño burguesa, que emplea para sus fines varias estrategias: en el plano económico, plantean la participación de los trabajadores como accionistas en las industrias del estado y privadas, pretenden hacernos creer que, cediendo parte de la propiedad de las empresas y en los repartos de dividendos, queda resuelto el fastidioso problemas de la lucha de clases, en otras palabras, los obreros junto a sus patrones pasarían a formar parte de una misma casta cuya contradicción fundamental, sería ahora, con los desplazados y la sociedad en general y el Estado, enajenando así el papel histórico de la clase obrera en llevar a cabo la revolución. ¿Por qué Fedecamaras aplaude la cogestión? ¿Por qué se alegra Albis Muñoz?
En el plano ideológico, se rehúsan a debatir, les temen a las corrientes revolucionarias universales: Marx, Lenin, Gramsci, son extranjeros y en contrapartida auguran una ideología bolivariana autóctona, como si las luchas por la liberación emprendidas por la humanidad poseen sentido privado, independiente de la universalidad del conocimiento.
En el plano político, se enfrentan a toda intención de conformar un partido que unifique a los revolucionarios. En consecuencia, se mantiene una vieja estructura de Estado, carente de sentido revolucionario y en correspondencia con la ideología jurídica burguesa.
Cuando decimos “están dadas las condiciones”, nos referimos precisamente a la falta de un partido que impulse las transformaciones necesarias para un nuevo Estado, que se preocupe por influir en la conciencia del pueblo y vele por la moral y la ética del personal del Estado, que impulse su transformación. También nos referimos a la influencia de una elite oportunista y anticomunista que busca, a como de lugar, desplazar de todas las instituciones del Estado a todo aquel personal contrario a sus intereses, que intente oponer una nueva ética revolucionaria, a todo aquel personal que ose proclamar transformar al Estado. La infamia y el desprestigio es la mejor de sus estrategias. Entendido Lenin en su escrito “La Enfermedad Infantil del Izquierdismo”, las luchas para nuestro caso, no se libran dentro del mismo campo revolucionario (los que piden avances acelerados y los que piden calma). Todo lo contrario, el enfrentamiento tiene lugar entre dos tendencias radicalmente opuestas: la pequeña burguesía y los revolucionarios que siguen siendo minoría dentro del gobierno. En este último aspecto es donde quisiera detenerme y traer un pequeño pero significativo ejemplo a colación. Nuestra misión en la ONU se encuentra dignamente representada por el Embajador Fermín Toro, nuestras posiciones en relación a la tragedia del pueblo palestino, de la guerra en Irak y de las pretensiones imperiales en modificar la estructura de la ONU con el fin de hacerla mas dócil para la justificación de su estrategia de “Guerra Infinita”, dominio imperial, su posición ante las pretensiones imperiales de otorgar migajas de pan “Condicionadas”, previa definición de un estilo de democracia a la manera imperial para los pueblos explotados del África, esto ha motivado incesantes lobbys (sionistas y lacayos imperiales) en nuestra cancillería. Acusando de antidemocrático, inexperto, corrupto y traidor al Dr. Fermín Toro y su equipo, las quintas columnas de la revolución pretenden opacar la calidad revolucionaria y la dignidad de nuestro fiel representante. ¿A qué intereses corresponden?
“Nuestra visceral pequeña burguesía, instrumento del imperio, se estrellará ante el muro de la dignidad y la moral revolucionaria”.