El 2005 podría catalogarse como el año de los convenios empresariales con Brasil ,China, India, Irán Cuba y Rusia. A excepción de Cuba, donde el convenio tiene como fundamento el ámbito social de mutua cooperación, todos los demás entran en el ámbito del capital y de la relación mercantilista cuyo móvil es la ganancia. Veamos tres de estos convenios:
(1) Brasil, su economía necesita petroleo de Venezuela, gas de Bolivia y relaciones comerciales limítrofes. El acuerdo de Integración Sudamericano (Cusco), le cae de maravilla para alcanzar el ansiado puesto en el Consejo de Seguridad de la ONU; y también, para liderizar relaciones con otros bloques económicos. El entusiasmo de nuestro presidente hacia Brasil nace del supuesto comunismo de hasta hace 20 años del presidente Lula; pero, detrás suyo quien en realidad está es la “burguesía paulista”, única beneficiaria, por cuanto a Lula le queda año y medio en el gobierno y si consigue la reelección no será por sus ideas socialistas, sino por tránsfuga y por su política neoliberal.
(2) Para China, la guerra es comercial y necesita mantener en el mercado mundial la avalancha de su producción. Para ello requiere de energía. Mientras EE.UU. solicita al Congreso 81 mil millones $US para la guerra en Afganistán e Irak; China destina 30 mil millones $US a la producción petrolera en Irán y firma convenios con Venezuela. Además, el presidente y vicepresidente realizan giras por Latinoamerica y el Caribe donde distribuyen en créditos 50 mil millones $US. Cuestión de estilo. El gobierno chino, tránsfuga del socialismo, penetra el “patio trasero” yanqui en busca de materias primas para su voraz industria; y de mercados para el profuso caudal de su producción.
(3) Rusia, llega con su vanguardia cosaca, formada por burócratas del pasado soviético convertidos en empresarios capitalistas, a firmar convenios para la extracción de materias primas e instalación de industrias. ¡Cosa curiosa! El presidente Chávez con el don persuasivo de su palabra, en el acto de la firma le explicó a estos tránsfugas del socialismo, las bondades del “socialismo del siglo XXI”. Los cosacos, de benevolentes sonrisas, aplaudían con entusiasmo... ¿las ideas socialistas del presidente, o la firma de los convenios?
El disfraz viste el mismo musiú sea carioca, chino, cosaco o yanqui, porque el capitalismo es uno y sólo uno. En medio de esta guerra comercial, Venezuela es frágil barca sacudida por la tenebrosa furia de la tempestad económica que se abalanza sobre los pueblos del Tercer Mundo para terminar de saquear riquezas y disputar mercados. Entendemos que el desarrollo “endógeno” no se realiza con capitales extranjeros, sino, con esfuerzo propio.
¡Ojalá! estimado presidente Chávez, en su frenesí de atraer inversiones extranjeras, no se le ocurra poner en subasta la soberanía de los campesinos de Bailadores expresada en contra de la explotación de la mina de cobre, plomo y zinc; porque cariocas, chinos y cosacos serán rechazados, como ya lo fueron en 25 años de lucha, yanquis, canadienses y japoneses.
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