El 16 de junio de este año, en el Palacio de Venecia de Roma, se inauguró una nueva exposición de Botero. Allí están más de cincuenta cuadros donde el artista colombiano deja plasmado el horror de la cárcel de Abu Ghraib.
Así como Goya dejó plasmado en sus cuadros los fusilamientos realizados por las tropas de Napoleón en España. Y así como Picasso dejó en el “Gernika” la clara manifestación de repudio hacia aquel acto ejecutado por los alemanes sobre un pueblo vasco, así Botero deja en sus cuadros para siempre la presencia de la humillación por parte de los invasores:
los soldados de Estados Unidos contra el pueblo iraquí.
En la presentación de esta exposición, dijo Botero: “El arte se ha hecho siempre sobre temas más bien amables. Hay miles de cuadros impresionistas, pero ninguno triste o dramático.
El arte era para dar placer.
Esa era la regla general. Toda la vida trabajé sobre la Colombia poética de mi niñez ymi juventud.
Una imagen nostálgica.
Pero en vista de la situación tan terrible que se vive en Colombia con la violencia, pues pensé que debía decir algo y en cierta forma tomar una actitud distinta a la que había tenido toda la vida”.
Y después aclaró su posición en torno a esta arrogancia del Gobierno de Estados Unidos: “Prefiero ocuparme de las víctimas que de los verdugos. La guerra y la injusticia están en todo el mundo, pero de Estados Unidos, el país más rico y poderoso del planeta, me espero una actuación distinta. Es inaceptable esa conducta, perversa, del medioevo”, dijo Botero, Remata Botero su entrevista con una frase muy inteligente:
“No se trata de arte político, es contra la falta de humanidad”.
Quedará ahora allí, por siempre, ese cuadro violento y desgarrador.
De la tortura, de la violencia, de la arrogancia. Un pintor que se afinca y se empina por encima de pequeñeces.
En un tiempo aquí, hubo pintores que reflejaban en su trabajo las invasiones y las torturas del imperialismo, pero ahora temen coincidir con algunas posiciones.
Ahora, sin decirlo, se han ido convirtiendo en cómplices de la arrogancia del poder de Estados Unidos.
También hay otros que prefieren darle la mano al hombre que ordenó esta crueldad, esta humillación en pleno siglo XXI.
Periodista