Juan Saturno Marcano Salazar lo entendió desde muy temprano: "Con este nombre no voy a llegar muy lejos en el mundo de la política internacional". - se dijo un día mientras veía su cédula de identidad.
Ese fue su primer descubrimiento íntimo. Y, quién lo iba a decir, ese fue también el primer paradigma que rompió: Se cambió el nombre. Ahora se llama Arnold Fizgerald Redondo. También se cambió de estado. Y con ese nombre y un título de abogado que consiguió rápidamente, Arnold Fizgerald empezó a crear su propio mundo político.
Empezó a dictar cursos, y todos sus cursos versaban sobre Cómo romper paradigmas para conseguir lo que se busca. Y entendió también que lo importante era apropiarse rápidamente de las palabras que se ponían de moda. Así decía, por ejemplo:
- Hay que aperturarse a las nuevas ideas. Vivir siempre pendientes del cambio de escenario y conocer bien a los actores, y visualizarlos en el entorno en que se desenvuelven. Y eso sí, estar dispuesto siempre a romper paradigmas. El rompimiento de paradigmas te hace notar, te pone a vibrar políticamente.
Durante un tiempo se hizo de amigos. Y cada vez que llegaba a una reunión preguntaba:
- ¿Cómo está ese paradigma?
Así, en esa dura carrera política, Arnold Fizgerald Redondo empezó a ser reconocido nacional e internacionalmente como el rompedor de paradigmas. Esa fue siempre su conducta. No podía ver un paradigma porque le caía encima hasta que lo dejaba tirado en la lona. Lo trituraba. Y ese era su mayor placer.
El hombre era invitado a charlas internacionales. A foros. Incluso, una vez prácticamente dio un concierto al aire libre en una ciudad de Estados Unidos, y dicen que Bush -el presidente- no pudo ir porque estaba preparando una nueva invasión al país que le diera la gana. Y Condolezza también se excusó, porque esa tarde iba a entregarle unos dólares personalmente a la representante de una ONG venezolana.
Ayer vi un comercial donde anunciaba su empresa: "Si usted es tan incapaz, que es incapaz de romper un paradigma, tráigamelo, y yo se lo romperé en su propia cara". Así dice Arnold Fizgerald, en su testimonial. Abajo, en la pantalla, aparece su nombre y su número de teléfono.
Definitivamente, hay gente que nace para triunfar.
Periodistarobertomalaver@cantv.net
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