Lo ocurrido a nuestro país en el 93 Congreso de la Organización Internacional del Trabajo en Ginebra, el cual finalizó el pasado 16 de junio, no ha sido comunicado con apego a la verdad por los llamados grandes medios de comunicación del país, por lo que hemos creído necesario transmitirlo en una apretada síntesis, debiendo precisar que en lo particular no tenemos ni arte ni parte en el movimiento sindical, salvo el interés que nos mueve todo hecho social y más allá de ello la necesidad de intentar aclarar o sacar a relucir a flote todo aquello que quiera ser manipulado u ocultado en perjuicio del pueblo.
Efectivamente, a contrapelo de lo que ha sido publicado, nuestra ancestral representación cetevista en la OIT sufrió un revolcón de 360 grados al ser desplazado en el Consejo de Administración su representante Jesús Urbieta y sustituido en su lugar por un representante de las fuerzas bolivarianas del cambio. Pero más allá de ello y a pesar de los esfuerzos combinados por Fedecámaras y la CTV para que el evento acordara una condena a nuestro país por coartar, al decir de sus voceros, la libertad sindical, la Comisión de Normas reconoció, con el apoyo de las mayoría de los países, excepto los Estados Unidos, que Venezuela ha logrado avances relevantes en la materia, pues su política ha sido la de propiciar la mayor participación de los trabajadores en las luchas sindicales a través de romper las políticas de exclusión implantadas por esa dupla perversa.
Y como ñapa de lo que fue en Ginebra la muerte anunciada de una agrupación sindical corrupta y golpista, la CTV sufrió, además, el duro revés con su propuesta de imponerle a Venezuela la fulana Comisión Tripartita, pues a cambio de ello los países acordaron sugerir la creación de grupos de “Asistencia Técnica de Alto Nivel”, integrados dentro de la mayor discrecionalidad.
Es importante recordar que la Organización Internacional del Trabajo, luego del golpe de Carmona Estanga en abril/02 rechazó las pretensiones de Carlos Ortega de formar parte de su Consejo de Administración, por haber tenido importante y decisiva ingerencia en esos intentos por destruir la democracia venezolana. Para esas aspiraciones, como fue lo esperado, el inefable golpista contó con el más amplio respaldo de la Organización de Sindicatos Libres (CIOLS), que no ha sido otra cosa que la mampara bajo la cual hacen vida agrupaciones sindicales celestinas de las federaciones que agrupan a los patronos de los países afiliados a la misma, entre los cuales sobresalen los más industrializados del mundo (Estados Unidos de Norteamérica, Alemania, Inglaterra, Francia, Japón, Italia y Rusia).
Vale la pena destacar que en el mismo evento resultó electo Presidente del Consejo de Administración el Ministro del Trabajo y Bienestar Social de la Argentina, así como miembro activo del mismo, la República de Cuba.
Igualmente merece especial atención, agregar que el Congreso deploró la situación de impunidad respecto a numerosos asesinatos y otros actos de violencia contra dirigentes sindicales en nuestra hermana República de Colombia. De acuerdo con el Comité de Seguimiento del Organismo mundial, “la impunidad inevitablemente ha contribuido (en ese país) a generar un clima de violencia que afecta a todos los sectores de la sociedad y a destruir el movimiento sindical.”
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