La proposición de despenalizar el aborto

La proposición de despenalizar el aborto de la cual se ha hecho eco la diputada Iris Valera, en lo que llaman casos especiales como violación, e incesto, es una barbarie. Condición sólo equivalente al grado de postración moral al que se quiere conducir a la sociedad, para que violándose el sano juicio el país se convierta en una vulgaridad. Lo que propone la diputada Valera es un error ético y moral, y a decir de Lenín lo típico del político de verdad no es el no cometer errores sino esa capacidad por la cual aún cometiéndolos, sabe enmendarlos rápidamente.

Un Crimen

Un crimen no puede corregirse con otro crimen, porque es directamente proporcional al que lo antecede. Dicho de otra manera: un acto repugnante como la violación, no puede saldarse privando de la vida a otro ser que por más insignificante que parezca tiene en sí una nobleza inviolable que se debe respetar. Se plantea un problema ético : no se puede hacer responsable de un crimen , a quien no lo ha cometido, ni siquiera porque sea consanguíneo directo del agresor, habida cuenta que siendo de estricta responsabilidad del agresor la consecución de la violación; no se le puede imputar a la vida concebida las consecuencias de un delito cometido individualmente por otro.

Siendo la vida un derecho constitucional, se desprende no sólo la inadmisibilidad del asesinato, sino la inadmisibilidad de la mutilación desde su primera expresión. Negar el primer signo y simple de la vida como la génesis de el ser humano, es en grado proporcional a negarle el agua a un ser sólo porque no es capaz de expresarse y pedirlo. Esa dualidad moral sólo defendida en el pasado por el marxismo, el relativismo político, y la izquierda trasnochada; niegan en grado absoluto la dimensión completa del hombre y excluyendo su expresión primaria recompensan la condición de inteligencia adulta.

Justicia e Iglesia

En otras condiciones el aborto también es condenable porque la solución del crecimiento demográfico no está en reducir a toda costa el número de participantes a este mundo, sino en aumentar los medios y distribuir con mayor justicia la riqueza para que todos puedan participar de ella. Es una cosa elemental de justicia social que consiste en dar a cada cual lo suyo, y “lo suyo” de los más desprotegidos no puede ser ni la muerte ni la exclusión.

La Conferencia Episcopal Venezolana, que se ha dedicado, los últimos años, a ser una suerte de sede de conspiraciones debería en este momento realizar una campaña argumentada con preposiciones que las hay en cantidad para explicar a la opinión pública la inconveniencia de lo que se propone hoy desde la Asamblea Nacional. Y personalmente el cronista propondría a Monseñor Ubaldo Santana, que tiene probadísima autoridad moral para iniciar el debate.

Todo ese bramidillo rimbombante y panfletario de los derechos de la mujer en casos como éste, tiene tras de sí a esos asaltantes, que aprovechan cualquier artilugio para pasarse la decencia por las axilas. Los derechos de la mujer son tan importantes como el derecho de un niño desde su concepción. Aceptar una ley amoral, sería permitir que en vuelta de tres años los escusados particulares, se conviertan en fosas comunes.


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Leocenis García


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