Sin duda, los atentados contra civiles ejecutados el pasado jueves 7 de julio en el sistema de transporte de Londres constituyen actos de terror injustificables. Ahora bien, una vez más los gobiernos de Londres y Washington, entre otros, hacen énfasis en los atentados, en sus secuelas, en los responsables materiales y en afianzar lo que ellos denominan la "guerra global contra el terrorismo". No obstante, para nosotros, estos atentados, como los del 11 de marzo de 2004 en Madrid, son consecuencias de algo y no causas para afianzar algo. Definitivamente, entre las potencias de occidente y ciertos países del medio oriente, existe un conflicto. Hay quienes lo han calificado como un choque de civilizaciones, de valores; hay quienes sostenemos la hipótesis de un conflicto entre las propias potencias occidentales por apropiarse de los recursos energéticos del medio oriente para poder mantener su modelo de desarrollo consumista y devorador. J.F. Kennedy, advertía cuando apenas era Senador, a principios de los 60, que la percepción de los EEUU en el mundo árabe era muy negativa, que la cultura estadounidense en esos países era vista como una amenaza que venía a tergiversar sus valores y advertía sobre la necesidad de hacer algo para revertir esa visión. Sin embargo, poco han hecho los Estados Unidos para modificar esa realidad. Es más, hoy en día con las respuestas belicistas y consumistas, no hacen más que arraigar ese rechazo en el mundo islámico y otras regiones del mundo en desarrollo. Es decir, desde mediados del siglo XX los gobernantes de EEUU ya tenían claro el diagnóstico sobre la percepción negativa de sus políticas en algunas regiones el mundo, sin embargo, no han hecho más que fortalecer sus medidas expansionistas e imperialistas; es decir, siguen el camino del conflicto, lo buscan.
Si bien es innegable que los atentados de este tipo, al igual que los del 11 de septiembre de 2001, son actos de terrorismo, en los cuales se llevan por delante y sin compasión vidas inocentes, no podemos negar tampoco que las invasiones de Afganistán e Irak también han arrasado con la vida de millares de ciudadanos que nada tienen que ver con los asuntos de gobierno. Esas invasioens las calificamos pues, sin dudarlo, de terrorismo. La cantidad de afganos e iraquíes fallecidos por las bombas y balas occidentales es decenas de veces superior a los fallecidos por los atentados de extremistas islámicos desde 2001. Desde este punto de vista cabe la pregunta: ¿Quién es más terrorista que quién? Incluso, para los sectores islámicos que ven sus territorios invadidos y sus libros sagrados violentados, atentados como los de Madrid, Londres ó como los que ocurren diariamente en Bagdad, no son más que parte de la guerra asimétrica a la cual los han llevado. Desde esta óptica, puede afirmarse que los atentados de Madrid y Londres forman parte del conflicto occidente – medio oriente que analizábamos arriba. No es casual que José María Aznar y Tony Blair hayan sido los más sumisos vasallos de la absurda doctrina preventiva de George Bush a la hora de invadir Irak. Tampoco es casual que la Bolsa de Valores de Londres no se haya visto afectada por los atentados, de hecho registró una leve alza ese día. Este dato nos indica que la economía y el gobierno británico tenían en sus cálculos la posibilidad de atentados semejantes una vez que decidieron embaucarse en la operación ilegal contra Irak. Nos imaginamos cómo deben sentirse los londinenses o los británicos al reflexionar y darse cuenta que sus muertos forman parte de eso que su propio gobierno ha calificado en Irak como "daños colaterales".
En 1998 Presidente de Irán, Jatami, ubicando las causas y previendo las consecuencias del conflicto antes mencionado, presentó ante la Asamblea General de la ONU la propuesta del Diálogo de Civilizaciones. Poco resultado dio esta iniciativa, tal vez por la marginación internacional a la que ha sido sometido Irán por la Casa Blanca. Sin embargo, el Presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, después de haber retirado las tropas españolas que Aznar involucró en la invasión ilegal de Irak, propuso también ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2004 una alternativa semejante: Alianza de Civilizaciones. Dijo Rodríguez Zapatero al presentarla:
"(…) como representante de un país creado y enriquecido por culturas diversas, quiero proponer ante esa asamblea una Alianza de Civilizaciones entre el mundo occidental y el mundo árabe y musulmán. Cayó un muro. Debemos evitar ahora que el odio y la incomprensión levanten otro. España somete al Secretario General, cuya labor al frente de la Organización apoya con firmeza, la posibilidad de constituir un Grupo de Alto Nivel para llevar a cabo esta iniciativa".
Que se sepa, poco se ha avanzado en el desarrollo de esta nueva propuesta, sin embargo su intención y espíritu contempla, e nuestra opinión, la única salida para neutralizar esta espiral de violencia occidente – medio oriente que cada día produce más dolor y sufrimiento. Recordemos la indignación del Presidente Hugo Chávez a finales de 2001 ante las imágenes de los niños muertos y mutilados. Entonces el Presidente denuncio que esa no era la manera de combatir el terrorismo, que la violencia no se combate con más violencia. Su indignación es la indignación de todos los seres humanos que creemos en la paz y que rechazamos el terrorismo venga de donde venga. Esas declaraciones humanistas del Presidente, provocaron que la administración Bush lo haya tratado de calificar como terrorista o de vincularle con el terrorismo desde entonces. Pareciera que para los gobiernos de estas potencias o se está con su violencia o se está con la violencia de sus enemigos; no contemplan la posibilidad de estar con la paz. Insistimos sólo el acercamiento de occidente con los pueblos y gobiernos del medio oriente puede detener la violencia. De lo contrario cabe esperar más atentados contra civiles y más bombardeos contra pueblos indefensos. No se trata de pedirle a los gobernantes que establezcan esa alianza de civilizaciones, se trata de exigírselos. Nuestro país y el Gobierno Bolivariano pueden servir de interlocutores entre naciones de occidente y del medio oriente. Nuestra política exterior, fundamentada en el respeto mutuo y en la multipolaridad, ha fomentado que Caracas tenga buenas relaciones con casi todos los países del globo. Por esta razón, los buenos oficios del Presidente Chávez para concretar ese indispensable acercamiento de civilizaciones puede ser pertinente. El Gobierno de Venezuela desde 1999 ha estado al servicio de la paz y la justicia y sabemos que colaborará con esta iniciativa hasta donde le sea posible hacerlo. Ojalá que el resto de los actores involucrados tengan la capacidad de poner los intereses y la vida de sus pueblos por encima de sus intereses energéticos o políticos y logren avanzar hacia el diálogo y la justicia mundial. Ojalá que esos pueblos presionen a sus gobiernos para que así lo hagan.
(Tomado de la columna Mundo Adentro del semanario Temas Venezuela del 15 de julio de 2005)