La vida en sus rutas suele deparar por igual grandezas y no pocas iniquidades.
Entre mis sumas, valoro y mantengo en memoria por muchos motivos la obra y señales de vida del maestro brasilero Óscar Niemeyer
Tuve la fortuna de conocerlo y visitar su ciudad fabulosa de Brasilia, con sus supercuadras que hacen marco a la grandiosa, por humana, bella y bien lograda Catedral de Brasilia, entre muchas otras obras que constituyen ese conjunto urbano. Con muchos espacios y relieves que la hacen única, y lógico, entendí, las dificultades arquitectónicas devenidas al ponerse en contacto la ciudad con los humanos, que todo lo hacemos, para bien o para mal a nuestros clásicos y antropológicos modos. Pero así somos y así ocupamos los espacios, no en correspondencia con lo planificado sino haciendo valer nuestro temperamento.
Mucho aprendí al oírle, incluida una disquisición, sobre la forma como pensaba incorporar a ella a los obreros que la construyeron. Le escuche comentar ese poema de Bretch que decía ” Y Babilonia, destruida tantas veces,/ ¿quién la volvió a construir otras tantas? / ¿En qué casas de la dorada Lima vivían los obreros que la construyeron?/.
Por eso, recapacitaba, que al terminar una ciudad hasta ahora, la humana sociedad, no se había ocupado, injustamente de quienes quemaron su alma en ese empeño.
Visite su museo de arte en Niteroi, de una forma bella y original, una escultura que se proyecta sobre la piedra, dando una particular visión de la Bahía de Guanabara frente a Rio de janeiro; igualmente, la sede que diseño para el Partido Comunista Francés en París, mas los bocetos de jardines que imaginaba en sus exteriores.
Así como siempre fue diestro y muy versátil con su lápiz, se le tuvo respeto por su digno y consistente pensamiento. Se le mantiene en honra, por la firmeza con que blandía sus ideas políticas, que nunca, creo, cambio por ninguna moda ni por presiones sociales u otras tensiones o tentaciones que la oferta de la frivolidad, le ofrecía para animar esos populares saltos al vacío, con que muchos de su generación se rindieron, con armas y municiones, a cambio de abalorios, o canonjías con que el poder de la derecha, suele tentar a los inestables y volátiles de carácter y alma que poblaron nuestra izquierda.
Su arquitectura, repartida en el mundo transmite a los seres de la especia nuevas vías para mejor existir. Son mapa para la búsqueda de infinitas y prodigiosas mutaciones que los seres humanos, aunque ingratos alguna veces, nos merecemos. Paz a su recuerdo y eterna permanencia sus obras.
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