Cuando apenas comenzaba la gloria imaginaria de la superpotencia “vencedora” post muro de Berlín, la desesperanza se abatía sobre ésta con fuerza irrefrenable. La violenta crisis económica que sacudió al mundo asiático en 1997, entre otras, marcaba el comienzo y el fin de la propuesta globalizadora emprendida algunos años atrás. Apenas naciendo, la globalización neoliberal ¡había fracasado! No obstante, los esfuerzos por mantener una hegemonía global dirigida por los mercados y motorizada por la guerra, continuaron siendo muy fructíferos para el capital internacional.
Bien que algunos defensores del liberalismo suelen sostener que los años “post-muro”, se ha traducido en crecimiento y desarrollo para algunas economías, sobre todo las denominadas del “primer” mundo, estos mismos “analistas” ocultan descaradamente el aumento significativo de las desigualdades en casi todas ellas. La ejemplarizante Europa del “equilibrio” y del “bienestar” resultó ser una bomba de tiempo para los gobiernos de centro izquierda, hoy arrodillados frente a sus amos: Los mercados financieros. Como diría De Sousa Santos, “es casi cotidiano que la televisión nos muestre los miles de manifestantes agredidos diariamente por la policía en Grecia, España, Portugal, etc., las interminables protestas campantes en toda Europa y la timorata posición de sus gobiernos frente a sus acreedores”.
El espectacular ascenso de China, que para muchos es la “salvación” contra el imperio anglosajón, se ha levantado sobre las espaldas de millones de trabajadores tercerizados, sub-pagados y en el peor de los casos, esclavizados. Casi toda el África negra sigue siendo el depósito infinito de materias primas para la Europa de la decadencia y para la China de la grandeza. Los mares constituyen hoy día el basurero de las miserias del capitalismo. La polución y le calentamiento global, no dejan de ser bonitas frases que adornan los encuentros mundiales para salvar a nuestra madre tierra. El discurso ecológico se vuelve rápidamente una estrategia más del mercado para vender productos “Bio” de mejor “calidad”, pero a mejores precios. Ahora lo verde, es también mercancía.
El mundo vive hoy una serie de guerras provocadas “intencionalmente” (Irak, Siria, Libia, Afganistán, etc., etc.) Con objetivos estratégicos precisos para occidente y bajo el silencio sorprendente de ese esperpento llamado la “Comunidad Internacional”. Los cada vez más postergados y vacilantes objetivos del milenio, nunca se cumplen. La miseria sigue siendo el pan nuestro de cada día, porque ni siquiera es de aquellos, los niños africanos, que por supuesto no tienen pan! El agua se vuelve un recurso cada vez más escaso, incluso llegando a privatizarse, mientras el gasto en armamento aumenta significativamente en casi todas las economías, sobre todo las desarrolladas.
En este mundo terrorífico, Hugo Chávez representa una esperanza, una luz en el túnel del desacierto. La propuesta emprendida por el Comandante de la Revolución Bolivariana, lejos de ser una simple reforma en el modo de vida de los venezolanos, constituye una piedra de tranca en el tortuoso camino marcado por la globalización. Chávez representa la ruptura con el viejo modelo. El proceso bolivariano se erige así como paradigma de la transformación planetaria.
Con la llegada de Chávez al poder y el renacer de la conciencia Bolivariana, América Latina ha seguido sabiamente el ejemplo. Casi todos los países de nuestro continente han decidido emprender el camino contrario al planteado por la globalización neoliberal. Para algunos, se trata de “repetir” viejos modelos fracasados, para nosotros, se trata de intentar construir armados de nuevas pero también de viejas ideas. Desenterramos a Marx de la tumba ideológica donde pretendieron sepultarlo. Chávez tuvo el privilegio de lanzarse a la conquista de un nuevo mundo con las mal llamadas viejas ideas, “Marxismo, Socialismo, Bolivarianismo”, renovadas por la quintaesencia del pueblo que incondicionalmente lo apoya y lo seguirá apoyando.
En muchos países hermanos de nuestro continente indio, negro, blanco y mestizo, la privatización ya no es una política de Estado. Argentina está siendo perseguida por nacionalizar sus recursos, mientras que a Bolivia se le amenaza con cortarle la “ayuda”, si continúa sus procesos de renacionalización de sus recursos naturales. El bloqueo genocida contra Cuba, cada día se debilita más. Brasil se erige como el principal productor de alimentos del mundo, y Ecuador avanza indetenible hacia una reforma del Estado basada en un no retorno al viejo modelo.
En Venezuela se ha logrado en diez años la mayor tasa de escolarización infantil y media del continente, se tienen lo mejores indicadores en la asistencia social, se han pensionado a cerca de medio millón de ancianos y ancianas hasta entonces privados de seguridad social. Se ha construido el mayor y más modernos sistema de salud integral inmediata de América Latina, después de Cuba y por si fuera poco, se expropian las empresas privadas en beneficio de los sectores públicos. Se intervino una de las principales industrias petroleras del mundo (PDVSA) y hoy, es el motor del desarrollo social en Venezuela. El Estado venezolano literalmente se alzó desafiante contra la decadente globalización.
Chávez no sólo libra una importante batalla contra la enfermedad que aqueja su delicada salud, sino que ha librado y sigue librando un necesaria y fundamental batalla contra las fuerzas del la globalización neoliberal. Extrapolados los intereses y las luchas de estos pueblos andinos, amazónicos y caribeños, a la esfera global, puede decirse que la Revolución Bolivariana de la mano del Comandante en jefe, está dando y comandando la batalla planetaria. Recordemos que como hace doscientos años, por azar o por designio, también a este pueblo le tocó librar la batalla por la primera independencia de América Latina, en los albores del nuevo milenio, ganas sobran para seguir dando la segunda, y quizá definitiva lucha por nuestra verdadera independencia…
