No nos gusta hablar de la corrupción. Ni siquiera la nombramos. Pareciera ser un tema tabú y, sin embargo, está allí, palpable y evidente… No la enfrentamos, más bien la ignoramos, cerramos los ojos ante ella. Y, sin embargo, es uno de los mayores problemas, si no el mayor, que confronta nuestra revolución.
Fidel ha hablado de la corrupción en Cuba, sin desparpajo, en la “biografía a dos voces”, con Ignacio Ramonet, cuando señalara: “Los yanquis no pueden destruir este proceso revolucionario… Pero este país puede autodestruirse por sí mismo… Nosotros sí, nosotros podemos destruirla… Si no conseguimos poner fin a muchos vicios: mucho robo, muchos desvíos y muchas fuentes de suministro de dinero de los nuevos ricos”. Lo mismo ha hecho Raúl Castro: “la corrupción es contrarrevolucionaria y puede llevarnos a la autodestrucción”. Al igual que Chávez, en marzo del 2012, en el Encuentro con la Dirección Nacional y Regional del PSUV: “¿Para qué la política? ¿Para buscar cargos, para enriquecernos, para hacer grupitos y estar enfrentados allá en un municipio por la alcaldía, o en el estado por la gobernación, o por los negocios de mis amigos y mis familiares, y las empresas que yo conozco? No, para eso no es la política”. En clara y preocupante advertencia indirecta sobre la corrupción. Nuestra dirigencia del PSUV, por el contrario, hace silencio…
La corrupción genera compromisos, pactos indisolubles, de los cuales después se es esclavo. Ningún corrupto nuestro trabajará en la profundización del proceso revolucionario, ni en la construcción del socialismo. Será un enemigo encubierto de nuestra revolución, actuará en la sombra, disfrazado de “rojo rojito” mientras hace negocios con la derecha. La corrupción es efectivamente “contrarrevolucionaria” y esta afirmación no es una exageración de Raúl Castro, lo es en cuanto sus actores terminan defendiendo “intereses de clase”.
Nuestro país ha conocido muchos casos de corrupción. Quizás, el más grande de todos, tuvo lugar en el segundo gobierno de Caldera, cuando Luís Giusti era Presidente de PDVSA. Nos referimos a la HOY Faja Petrolífera del Orinoco, AYER Faja Bituminosa del Orinoco. Durante años, nos engañaron miserablemente... ¿Hoy, a quién engañamos? ¿A nuestro pueblo? Y eso nos obliga a preguntarnos: ¿Somos consecuentes con Chávez?
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