El último preso de Colón
El Tribunal 25 del Palacio de Justicia comenzó el 4 de agosto el juicio contra Freddy Tabarquino.
El profesor universitario de Ética lleva siete meses encanado en la Disip por presunción de haber participado en el derribo de la estatua de Colón. Acostumbrados estamos a que los tribunales suelten de inmediato a los asesinos, para que puedan de inmediato asesinar a los policías que los detuvieron.
Parece un cambio interesante que retengan siete meses sin juicio a quien no puede ser asesino porque su presunta víctima lleva medio milenio muerto. Derribar una estatua es delito: el artículo 475 del Código Penal sanciona la destrucción o el deterioro de bienes de terceros, y agrava la pena si son de utilidad pública o monumentos públicos. Cerca de 17.000 personas, abandonaron ilegalmente sus trabajos y sabotearon las instalaciones públicas de la industria petrolera hasta causar destrozos por 10.000 millones de dólares, y ni una está presa. Mientras los implacables jueces nos enseñan a todos que se puede impunemente destruir un país pero no destruir un muñeco, el profesor Tabarquino podría darles clases de Ética.
La primera presa de la nueva élite
Informa Últimas Noticias que la Sala Penal del TSJ recibió el expediente de Eglis Vielma Molina, condenada a 9 años de prisión por el delito de rebelión militar en grado de complicidad. Eglis no es militar ni su rebelión consistió en derrocar el gobierno electo ni en secuestrar al Presidente de la República.
Por tal motivo no se le concedió su mansión por prisión ni se la dejó escapar para Bogotá. Tampoco se la absolvió por estar preñada de buenas intenciones en pleno vacío de poder. El presunto delito de Eglis consiste en haber sido supuestamente apresada el año pasado en el terminal de pasajeros de Barinas armada con un paquetico con 1.785 folletos de la publicación El Combatiente. Reseña Eligio Rojas que el alegado crimen del folleto consistiría en afirmar que “La victoria del 15 de agosto no fue del Comando Maisanta, no fue la victoria de la nueva élite de poder que suplanta los espacios. Es la victoria de un pueblo convencido”. No consta en autos si a Eglis le fue decomisado un folleto llamado Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, cuyo artículo 57 garantiza la libertad de expresión. Apela el abogado de Eglis porque “No se probó que mi defendida tuviera conocimiento pleno del contenido de los panfletos”. Aducimos nosotros que portar un folleto que celebra la victoria del 15 de agosto no parece crimen que deba expiarse con 9 años y cuatro meses de prisión.
Advertimos que no han sido detenidos ni enjuiciados ni condenados multitud de ciudadanos que por radio, prensa y televisión exhortaron y exhortan al golpe de Estado, la guerra civil, el magnicidio, la discriminación étnica y social, la desobediencia tributaria, el desconocimiento de resultados electorales y la intervención extranjera.
Notamos que tampoco está detenido ni enjuiciado ni condenado el matrimonio en cuya residencia los cuerpos de seguridad descubrieron un verdadero arsenal el pasado diciembre. No pedimos sanción para ellos, porque sabemos que la impunidad es privilegio de la vieja élite. Pedimos humanidad para Eglis, porque la implacabilidad contra desposeídos no puede ser consigna de ninguna supuesta nueva élite. Que la infinita capacidad de perdón de Hugo Rafael encuentre por fin una destinataria digna.
El prisionero de la Doble Tributación
Connotados expertos financieros me exhortan a que condene las sanciones que aplica el Superintendente Tributario. A todos contesto que, por el contrario, apoyo su estricta aplicación de la Ley. Públicamente he deplorado que actos con fuerza de Ley -los infames Tratados contra la Doble Tributación- exoneren de pagar impuestos en Venezuela a empresas y ciudadanos extranjeros de 22 países.
Reitero que el enorme sacrificio fiscal que ello significa para nuestro Tesoro debemos compensarlo los venezolanos con crecientes cargas impositivas. Como funcionario, el Superintendente Tributario no tiene más remedio que aplicar fielmente esos infames Tratados.
Ahora los abogados de empresas extranjeras los esgrimen contra él. El Intendente de Tributos Internos del Seniat descubrió un supuesto desfalco de repatriación de divisas por parte de empresas francesas verificadoras de preembarque aduanero. El Seniat rescindió el contrato con ellas, y sostiene asimismo que sus prestaciones de servicio internas o externas están gravadas por el impuesto venezolano siempre que sean aprovechadas en el país. Las empresas extranjeras se niegan a pagarlo. El 7 de agosto de 2005 Jorge Chávez informa en Últimas Noticias que, según “abogados expertos en la materia”, el Seniat no puede ni rescindirles el contrato ni cobrarles impuestos pues “se estaría pasando por alto los convenios internacionales para evitar la doble tributación, firmados por Venezuela con Francia, Inglaterra y Suiza y el acuerdo de Promoción y Protección Recíproca de Inversiones”.
De ser así, los Infames Tratados tendrían prisionero al Seniat, y al resto de los venezolanos también.
Preso del Demonio
Escapo por el cruce entre la Urdaneta y las Fuerzas Armadas yme topo con una procesión de chimbangueleros que pasean a San Benito liberado de su encierro en la iglesia de Trujillo. Tras el donativo de rigor y guiado por los maravillosos tambores de San Benito, en el remate de libros encuentro Las florecillas de San Francisco. Allí leo la verídica historia de cómo el demonio se apareció a Fray Rufino disfrazado como Cristo, para desesperarlo diciéndole que estaba predestinado a condenarse. Terrible cosa para el cristiano es que pueda el Diablo disfrazarse de Cristo para confundirlo.
También podría travestirse de beata, de monaguillo o de monseñor. Como desquite, bien podría Cristo disfrazarse de Diablo para salvarnos de tanta confusión, o por lo menos de acompañar a tanto inocente que sufre persecución por la injusticia.