¿Quién manda?
Estudiantes de derecha preguntan quién manda en el país. Hacen nutritivas huelgas de hambre, se encadenan y subliman a los anclas de Globovisión. A esa pregunta, el pueblo opone otra, más misteriosa: ¿quién estudia? Los manitos blancas despliegan su pancarta: “¡Responde, Nicolás!” El Vicepresidente Maduro debería proponerles un intercambio: dar respuestas a su pregunta, si ellos contestan dónde están sus libros y dónde queda el salón de la última clase a la que asistieron.
Marcapasos
El manotazo artero fue directo al marcapasos, al aparato que monitorea el corazón del adulto mayor que tuvo la mala suerte de atravesarse en su protesta fashion. Los manitos blancas, eternos estudiantes de derecha, atacaban de nuevo. El ciudadano que por su edad pudiera ser su padre o abuelo, ante la agresión física solo podía preguntar: ¿Esa es su democracia? ¿Es esa la democracia que ustedes defienden? La cayapa le gritaba. Los medios privados informaban de tráfico denso en la avenida.
Fachos y fashion
Las cadenas con que se “amarran” los manitos blancas lucen virguitas, nada saben de candados y sudores. Las carpas en la avenida son un hito en el movimiento estudiantil: nunca se protestó bajo la marca Coleman o de otro tipo. La intemperie era el signo de las luchas. Los medios solo se ocupaban de los estudiantes para llamarlos bandoleros o subversivos. Hoy los miman. La gente de la “high” acude a ver de cerca a sus pichones, protagonistas fachos de una marca de protesta fashion.
Marcha marchita
Sin medios alcahuetes no hay movimiento estudiantil de derecha. La marcha convocada para el domingo 03/02/13, lo patentizó: un fracaso. Ni las universidades públicas ni las privadas asistieron. Sólo se veía por ahí uno que otro buey cansado de la oposición desahuciada o alguna dama de sombreado decadente y kitch. La ausencia de fervor juvenil resultaba grotesca. La marcha se marchitó antes de arrancar. El domingo se tornó mustio, la “protesta” de los manitos blancas era una mueca tristísima.
Ayer te vi marchar
La marcha dominical de apoyo a los manitos blanca me ahogó en una dulce nostalgia. Puros adultos mayores, contemporáneos míos casi todos. Me sentí allí, cantando el Bella Ciao. Revirtiendo líneas de expresión, reviví mis días de la renovación académica y volví a gritar las consignas del Mayo Francés del 68. La inoportuna desmemoria añosa de una marchante rompió aquella magia. Cuando Globovisión le preguntó por qué marchaba, respondió: “No me acuerdo”. Tampoco yo sabía qué hacía allí.
earlejh@hotmail.com