No conocí a Rafael Cabrices en persona, pero sé que era uno de los míos, más allá de cualquier diferencia que pudiera tener con su militancia. Lo sé, porque compartíamos los mismos deseos y las mismas angustias.
Lo “conocí” en el 2002, en pleno golpe, como supongo lo conoció la mayoría de los venezolanos: defendiendo este proceso desde el puente Llaguno, aquel memorable abril que nunca olvidaremos. Lo conocí estigmatizado y satanizado por los medios.
Luego supe de su arresto, de su encierro, de su defensa y finalmente de su libertad. Recuerdo una declaración donde decía que, tal vez, su único delito era haberse defendido de las “ballenas “de Peña y por eso, el Fiscal Anderson, que era ambientalista, lo estaba acusando, porque de acuerdo a las evidencias, él actuó en defensa propia y de un colectivo, que en esos aciagos momentos de la República, se defendían de francotiradores y policías metropolitanos. Además de que no se le pudo imputar y mucho menos comprobar, su responsabilidad en una sola muerte de las que ocurrieron esa tarde en las inmediaciones de Miraflores.
Pero, allí estaban los medios para juzgarlos y condenarlos en el tribunal de la opinión pública a él y a otros compañeros más. La vida le dio la oportunidad de demostrar su inocencia. Sin embargo eso no fue suficiente. Con frecuencia, veía con impotencia como pretendían seguirlos estigmatizando y como ellos, en especial Rafael Cabrices, se defendía con vehemencia.
Luego lo vi enfrentarse a las maquinarias del poder, buscando un espacio que – por derecho propio- le correspondía en este proceso. Participó en las municipales del 7 de agosto y no salió, no iba en las planchas mayoritarias, no tenía chance, pero igual Cabrices peleaba por su derecho a estar, a enfrentarse al poder, que parecía su sino.
Su penúltima batalla, la leí hoy, era una demanda que hacían unos abogados en contra de la película “ Secuestro Express” por cuanto la misma usa unos pasajes de lo ocurrido en el Puente Llaguno, donde se reiteran- ahora a nivel cinematográfico- la estigmatización de Cabrices y sus compañeros.
Ahora que ya no estás físicamente con nosotros, déjame decirte Rafael Cabrices que a pesar de todos los intentos por manchar tu nombre y tu trayectoria, no lo lograron. Heme aquí, que sin conocerte me he estremecido con tu muerte. Qué sentirán los que compartieron contigo todos estos años de luchas y sinsabores. Estoy segura que buena parte de pueblo venezolano ha sentido esta partida repentina y sin aviso. Buena parte de los que te vieron, sentirán tu ausencia y recordarán con infinito agradecimiento, tu entrega y tu valor. Un recuerdo eterno para vos, vehemente Rafael Cabrices, Valiente Rafael Cabrices.
mgonzalo@cantv.net