Henrique Capriles Radonski, junto a Leopoldo López, encarna el fascismo, lo que quiere decir intolerancia, persecución, xenofobia, asedio, acoso, palizas y asesinatos no sólo a opositores, sino todo lo que lleve el distintivo de pueblo, de humilde, de obrero, de trabajador.
El ex candidato de la derecha suma a su haber varios delitos, unos del pasado reciente y otros nuevos, novísimo, como “concierto para delinquir” e incitación al odio, a la violencia que sólo este 15 de abril dejó nueve fallecidos, entre ellos dos muertos (una pareja que perdió la vida en el CDI de Baruta, incendiado por terroristas caprilistas). Así que suma a su prontuario otros delitos, como el asalto a la embajada de Cuba hace once años (11 de abril de 2002) durante el golpe de Estado y el desvío de recursos de la Gobernación del estado Miranda.
Los planes del candidato fascista ya los había preparado con el Departamento de Estado a través de la embajada gringa en nuestro país. Es el mismo formato del 2002 sólo que en el marco de las elecciones presidenciales del pasado 14 de abril. El libreto comenzó por atacar al CNE, a su presidenta, a la Fuerza Armada Nacional, al TSJ, Fiscalía General y Defensoría del Pueblo.
Y llegó el momento. El domingo en horas de la noche cuando la rectora-presidenta del CNE, Tibisay Lucena, dio los resultados que favorecían al candidato de la revolución, Nicolás Maduro. Y así cantó fraude, desconoció los resultados e hizo un llamado a las hordas fascistas a salir a la calle a destruir la paz, a desestabilizar, a atacar a los médicos cubanos. Su estirpe, su naturaleza nazi-fascista prendió el odio hacia el pueblo cubano, hacia, sus niñas y niños, sus mujeres, sus trabajadores y trabajadores. Igual contra venezolanas y venezolanos.
Al desconocer los resultados electorales desconoce la institucionalidad venezolana, lo que le coloca al margen de la ley y, por supuesto, en un delincuente, pues quien violenta las normas no es más que un delincuente.
Pero él mismo trazó el camino para ser enjuiciado. Ahora que no venga con el cuento que es un “perseguido plítico”.
Por cierto, quien se cree “raza superior” y “súper inteligente” no es más que un ignorante. Veamos. Desde el domingo anda con la cantaleta de que el presidente Nicolás Maduro es ilegítimo, pero no sabe cuál es el significado de este término que se utiliza en Ciencia Política, que quiere decir de quien gobierna con los principios y reglas por medio de las cuales se ejerce el poder.
Legitimidad no es otra cosa que un poder sólo es legítimo cuando su título está fundado jurídicamente. Y esa legitimidad la tiene Maduro.
“Lo contrario de un poder legítimo es un poder de hecho, o contrario de un poder legal es un poder arbitrario” (Norberto Bobbio), que fue lo que usted pretende en este momento a través de un golpe de Estado y lo que hicieron el 11 de abril de 2002, golpe de facto que usted apoyó.
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( * ) Periodista-Politólogo