Una legitimidad indiscutible

Bajo el título, “Maduro: una victoria necesaria”, el profesor Atilio Borón publicó un artículo el pasado 15 de Abril donde destaca la victoria del Presidente Maduro haciendo énfasis en un aspecto clave para entender la actual coyuntura política venezolana.

Oportunamente nos recuerda, que los resultados electorales apretados ya tienen antecedentes tanto en Venezuela como en EEUU y de ninguna manera pueden ser esgrimidos para ver con suspicacia el resultado de las elecciones presidenciales en el país.

Para el caso cita las elecciones presidenciales de 1978, en las cuales “Luis Herrera Campins, candidato de COPEI obtuvo el 46.6 por ciento de los votos contra el 43.4 de su rival de Acción Democrática. Diferencia: 3.3 por ciento, y el segundo reconoció de inmediato el triunfo de su contendor”. Antes, “en 1968, otro candidato de COPEI, Rafael Caldera, accedió a la presidencia con el 29.1 por ciento de los sufragios, imponiéndose sobre el candidato de AD, Gonzalo Barrios, quien obtuvo el 28.2 por ciento de los votos. Diferencia: 0.9 por ciento y asunto concluido”.

Borón señala asimismo como contraste en su artículo la actitud asumida por el Presidente Chávez frente a los resultados del referendo por la enmienda constitucional, quien reconoció sin más dilación su derrota en las urnas con una diferencia mucho más exigua.

En la misma reflexión nos trae a la memoria el caso de las elecciones presidenciales en las cuales ganó el candidato Al Gore en EEUU, con el agravante en aquella ocasión, de que la escasa diferencia de votos fue aprovechada por su contendor George Bush para escamotear su victoria con la complicidad del colegio electoral de Florida donde su hermano era gobernador “convirtiéndose al ganador en perdedor y viceversa”.

Tanto en el caso de Luis Herrrera Campins como en el de Caldera, nadie habló en ese entonces de fraude, recuento de votos, ni mucho menos de desconocer los resultados. Probablemente por tratarse en el fondo del mismo partido: el partido de la oligarquía.

Pero tratándose de la Venezuela del 2013 y de la elección de Nicolás Maduro como Presidente de la República, quien además recibe el testigo del Comandante Chávez… las cosas cambian.

Al igual que viene ocurriendo desde hace 14 años, los medios de comunicación nacional e internacional, no solamente amplifican y enfatizan las sandeces forjadas por la oposición venezolana omitiendo todo juicio crítico al respecto, sino que añaden otras de su propia cosecha en una campaña destinada a proyectar sombras sobre el proceso y las instituciones venezolanas, (particularmente sobre el CNE) y desprestigiar al Presidente Maduro.

Primero a través de la burda banalización del candidato bolivariano, escamoteando su brillante carrera diplomática y como dirigente revolucionario y reemplazándola por la torpe repetición de una historia trivial contada por el propio Maduro y sacada de su contexto. Luego de concluidas las elecciones, sembrando dudas sobre los resultados.

A la cabeza de todos como siempre está la inefable cadena imperialista CNN, como siempre ensañada contra el proceso venezolano, la cual a ésta fecha no deja de emitir “reportajes” hablando, no de comicios, sino de la “crisis en Venezuela”. En la misma línea se mueven los diarios y noticieros en la mayor parte del mundo con titulares como “Polémica elección de Maduro” “Venezuela dividida casi al milímetro”, “Venezuela enfrentada”, “Maduro vence, pero no convence”. El diario El Tiempo de Bogotá, por ejemplo, haciendo referencia al discurso de posesión del Presidente Maduro titula: “Nicolás Maduro cargó contra la oposición, pero pidió diálogo”

La votación obtenida por la oposición, quien nunca pudo derrotar al presidente Chávez (a excepción del recordado referendo por la enmienda constitucional, más culpa del chavismo que mérito de la oposición) puede tener varias lecturas.

En primer lugar no es ilógico presumir una baja en la abstención de las propias filas escuálidas indudablemente motivadas por la desaparición del Comandante, algo que sin duda los pudo haber animado a echar el resto. Hipótesis que no excluye (dado el volumen de votos) la posibilidad de una migración de votos desde el chavismo. Ya el propio Diosdado Cabello se quejaba públicamente de esos “sectores del pueblo que son capaces de votar por sus explotadores de siempre”

Y finalmente no hay que descartar aquellos sectores de la burocracia “chavista” encaramados en el portaaviones del proceso desde 1998 y enquistados en las instituciones del estado bajo la máxima de la cuarta república de “a mi póngame donde haiga”, que al igual que en todos los países del mundo están siempre dispuestos a estar del sol que más calienta como el tristemente célebre Henry Falcón.

Pero nada de votos ideológicos como quisiera el patético candidato de la derecha.

Muchos analistas desinformados y/o malintencionados, tomando como referencia la estrecha diferencia de resultados insisten en la ingobernabilidad, ignorando (¿también de mala fé?) que la derecha venezolana desde hace 14 años, siempre con un pie en el golpismo, vienen desconociendo los resultados electorales independientemente de la ventaja del ganador.

Por eso, ni los chavistas tenemos que tener complejos respecto a los resultados del 14 A, ni muchos menos hablar precipitadamente sobre presuntas crisis de liderazgo a partir del volumen de votos obtenidos. De igual manera tampoco se pueden tomar como referencia las cifras del 7 de octubre del 2012, elecciones realizadas bajo circunstancias excepcionales y con resultados igualmente excepcionales.

La excelente votación obtenida por el camarada Maduro (que ya quisieran muchos candidatos) en cambio está dentro del promedio de votación obtenida por el propio Comandante Chávez, ratificándose el liderazgo bolivariano que sigue invicto.

Nuestra victoria chavista está legitimada por la alta participación, incluso la escuálida, que a expensas de su propia tendencia golpista representa un espaldarazo para el propio C.N.E. y la democracia venezolana. ¿Si el C.N.E. no era un poder confiable porque no llamaron a la abstención y el boicot a las elecciones?

Es importante señalar que desde 1998 hasta la fecha la oposición ha obtenido varias y resonantes victorias, en las cuales el árbitro fue el mismo (y con la misma composición) que ahora pretenden impugnar.

No podemos llamarnos a engaño: el desconocimiento de la Victoria de Nicolás Maduro por parte de la derecha y el imperio, no obedece a simple mezquindad política; tanta irracionalidad solo responde a la misma agenda golpista de siempre, de quienes carecen de voluntad y vocación democrática, por considerarse aún hoy día, los verdaderos dueños del país.

La legitimidad del triunfo de Nicolás Maduro en Venezuela está fuera de discusión.


(Periodista Colombiano)

a.ceronsilva@gmail.com


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