La revolución bolivariana se inició en el gobierno generando un gran encuentro de voluntades y opiniones, en el objetivo fundamental de refundar la república, mediante un hermoso, participativo y protagónico proceso de debate nacional, que convocó a una gran constituyente y dió como resultado la primera Constitución, de una nación en el mundo, nacida del fervor y la opinión de la inmensa mayoría de los sectores de la vida nacional.
Ese impulso inicial, de colocar en manos del pueblo las decisiones fundamentales que tienen que ver con el diseño y construcción de su propio destino, esencia vital del principio de autodeterminación de los pueblos, devino paulatinamente en un ejercicio de la gobernabilidad en donde el pueblo se fue convirtiendo en figura decorativa y de reacomodo de funcionarios en el poder, mediante el uso continuo y descarado de consignas para dibujar una realidad inexistente "todo el poder para el pueblo", "pan socialista, edificio socialista, fabrica socialista, alcaldía socialista, ministerio socialista", que pretendían ocultar una praxis burocrática, corrompida, oportunista, clientelar y de aprovechamiento particular en nombre de la revolución.
Esta conducta tuvo su justificación en la tesis gransciana de la transición, un estado que no termina de morir y otro que no termina de nacer, el capitalista y el socialista, para lo cual era necesario un proceso de transición que debería permitir el surgimiento de lo nuevo, usando como catapulta el control político del poder, del gobierno, y desde allí generar los cambios y transformaciones en ese sentido, tesis de la cual se agarraron quienes desde la revolución no tienen como objetivo que floresca la aurora socialista y enrollando alrevés aspirán que la transición dure cien mil años.
Dicha realidad tuvo en nuestro líder y comandante de la revolución Hugo Chávez, dos críticas demoledoras en las Cinco Líneas Estratégicas y Golpe de Timón, en donde demostró su elevado espíritu autocrítico y su inmenso convencimiento de que se estaba torciendo el camino, el rumbo socialista, cuyo protagonista fundamental debe ser el pueblo organizándose, debatiendo qué quiere, por qué lo quiere, cómo lo quiere y cuándo lo quiere y tomando las decisiones pertinentes, en un proceso continuo de acumulación de fuerzas, objetivas y subjetivas, que permita la conformación de un poderoso Poder Popular y la destrucción del aparato de estado burgués, con toda su estructura y superestructura de dominación y explotación, mediante el nacimiento del autogobierno del pueblo, del Estado Comunal.
De allí que se haga pertinente la pregunta ¿tiene sentido el reimpulso constituyente?.
Bueno, por allí anda rodando una propuesta, una iniciativa en el sentido de impulsar un Encuentro del Pueblo Bolivariano en Lucha, que agrupa a un conjunto de organizaciones populares y que podría convertirse en un auténtico escenario para el encuentro de saberes, el compartir fraternal y revolucionariamente y el debate franco para ver si es posible retomar el camino perdido.
Invito a todos a que nos acerquemos a esta iniciativa, que es abierta y no sectaria.
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