¿Pero, por Dios Milagros, es tanto el odio que sientes por Chávez y por quienes manifiestan alguna simpatía por lo que se está haciendo en Venezuela en beneficio de los excluidos?
Leí tu nota “Por Dios, ¿es que están ciegos?”, publicada en el diario El Nacional del 08/09.
Veo que te indignó la actitud que asumió Bush y su gobierno con la tragedia (anunciada) de Nueva Orleáns. Y tanto ha sido esa indignación que no logras esconder tu asombro porque de seguro pensabas (lo cual se advierte, sin mucho esfuerzo) que en el norte, en la cuna de la “libertad”, en el suelo donde es posible soñar futuros de la "mayor felicidad", haya podido ocurrir lo que es usual que suceda en cualquier país del tercer mundo, así como el hecho de que haces evidente para calmar la angustia que ello te produjo, que optas por recurrir a las vaguadas de Vargas (1.999) y de los Andes (2004) como muletillas para con ellas intentar bajar al mínimo posible tu “arrechera” por el tejano, afirmando, más indignada aún, que en esos eventos el desempeño del gobierno bolivariano demostró malvada incapacidad para superar con éxito las secuelas que ambos dejaron, pues aseguras (palabras más, palabras menos) que los mismos sólo fueron dos estupendas ocasiones para que los abominables chavistas mataran a la gente, la atropellaran y desviaran cuantiosos recursos provenientes de donaciones a sus cuentas personales. Eso te tranquilizó y, obviamente, te llevó al convencimiento de que si en verdad Bush lo hizo muy mal, peor lo ha hecho Chávez ante ese tipo de tragedias.
Alarma mucho ver cómo escupes tanta rabia, de esa misma rabia canina que mata sin piedad. Por ello y para tu bien, te sugiero que recuperes la sensatez, la cordura, la capacidad de amar a tu prójimo, tal y como lo enseñó Jesús. Admito que te angustia sentirte incapaz de coadyuvar a articular junto a tus panas de la oposición una alternativa real de cambio político en el país, dentro del marco de la Democracia y que por ello dices hasta lo que tu misma no crees, pero, por favor, olvida a Katrina por un instante y acude rauda y veloz a la Fiscalía General de la República y consigna allí las pruebas de tan graves denuncias que haces en tu nota.
Nadie entendería, Milagros, que dejaras pasar por debajo de la mesa algo tan horrible sobre lo cual tú estás en capacidad de aportar las evidencias que incriminan a esos desalmados chavistas...