Superar el momento de dificultades por el que atraviesa el proceso bolivariano nos sitúa frente a múltiples desafíos1 ya que no se trata sólo de impedir que el plan de las derechas internacional e interna continúe su avance, de frenar al fascismo que en aras de la verdad ocupa un espacio, reducido por ahora, en nuestra sociedad; sino que tan gigantesca tarea debe ser resuelta por el pueblo trabajador y su gobierno sin extraviar la propuesta estratégica de avanzar hacia el socialismo. La propia realidad del mundo de hoy ubica la necesidad de una salida post capitalista ya no como un justo deseo sino como una necesidad imperiosa e impostergable.
De tal forma, el tiempo que corre a escala planetaria está signado por intensa lucha entre un sistema del capital desatando toda su agresividad en un intento desesperado de recomponerse en medio la recurrencia de su crisis multifacética y de otro, los pueblos y sus vanguardias insurgentes en procura de la construcción de un nuevo modelo civilizatorio. En efecto, el pensador argentino Jorge Beinstein nos aporta una serie de elementos que evidencian la diferencia de cualidad de la actual crisis del sistema global, cuyos orígenes ubica por allá por las décadas del 60/70 del siglo pasado, pero que se hace visible a partir de 2008, respecto a las crisis cíclicas a las cuales nos tenía acostumbrados el capitalismo a lo largo de su desarrollo histórico, que se pueden evidenciar de manera sintética en:
-estancamiento productivo global, incapacidad de la economía mundial para seguir creciendo, contracción económica del sistema no como fenómeno de corta duración sino mas bien con tendencia a prolongarse
-volumen de la masa financiera (economía de papel), equivalente a veinte veces el Producto Interno Bruto Mundial, devenido en hipertrofia financiera que ahora ha entrado en estancamiento y declive; gigantesco endeudamiento público y privado de los países ricos; incremento de dicho endeudamiento con los auxilios otorgados a las mafias financieras; fracaso de los intentos de superación de la crisis financiera iniciada en 2008.
- a la par de una acelerada concentración del capital, aplastamiento de salarios y en general deterioro de las condiciones de trabajo; millones de trabajadoras y trabajadores lanzados al desempleo en los países centrales y a escala planetaria miles de millones de seres humanos lanzados a la marginalidad
-desestructuración y caotización de varias zonas periféricas (Afganistán, Irak, Libia, Siria, México) mediante una peligrosa expansión del militarismo e incapacidad del imperialismo actual de instalar sistemas coloniales o semi coloniales con negocios productivos estables tal como lo lograron con las ocupaciones militares en siglos pasados
-declinación de los recursos naturales, particularmente energéticos y destrucción ambiental con grave afectación para el planeta y la continuidad de la vida
Por todo ello el mismo Beistein señala … ”la necesidad de la irrupción de un voluntarismo insurgente (anticapitalista) capaz de impedir que el derrumbe nos arrastre a todos”…2
Así las cosas, están marcadas las tendencias del momento actual: para “el mundo del capital”, su clase, su intelectualidad, sus partidos no cabe otra que plegarse a la hegemonía del capital financiero internacional e impulsar, donde quiera controlen el poder, un nítido programa neoliberal; una dictadura de corte fascista en lo político se les hace imperativa para poder imponer dicho programa; la extensión del militarismo y la guerra con su carga de destrucción y saqueo a cuanto confín le sea posible, en su política más agresiva por preservar su dominación copará la escena y del otro lado, para “el mundo del trabajo”, de los factores explotados y ofendidos por la civilización burguesa, de lo que se trata es de una nueva insurgencia contra el capital donde se replantea con absoluta pertinencia: comunismo o nada!.
Y en Venezuela, esa pequeña-gran porción del devenir de la humanidad puesta en movimiento, en medio de una búsqueda creadora generada por el proceso bolivariano, las fuerzas revolucionaras deben y tienen por ahora que materializar espacios donde el socialismo deje de ser una abstracción y, en tal sentido, del desarrollo de las comunas, del control obrero en los centros de producción estatizados, en general, del espacio que conquiste la economía socialista y una nueva cultura revolucionaria dependerá la suerte del proceso en curso. Necesario entonces, empezar por revisar, en función de aprender y corregir lo que haya que rectificar, las experiencias que en tal sentido han desarrollado los actuales procesos transformadores que se operan en varios países de nuestra América, particularmente las experiencias vividas en Venezuela y Bolivia. No ignora este planteamiento la existencia de varias formas de propiedad consagradas por la Constitución del 99; ni es ajeno a reconocer el déficit que arrastramos en cuanto al desarrollo de las fuerzas productivas se refiere, pero su superación revolucionaria ha de ser mediante una economía crecientemente comunitarizada.
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1.- Este artículo forma parte de una serie de reflexiones que hemos venido presentando por entregas: Tendencias fascistas en la derecha venezolana, 30/10/2012 http://www.aporrea.org/ideologia/a153320.html, El desafío bolivariano, 19/05/2013, http://www.aporrea.org/oposicion/a166214.html y La burguesía ni impulso en el pasado el desarrollo de las fuerzas productivas, ni garantiza una economía productiva en el presente, 19/05/2013 http://www.aporrea.org/ideologia/a166247.html
2.- Estas ideas han sido expuestas por Jorge Beinstein en trabajos como: Comunismo del siglo XXI y La ilusión del metacontrol imperial del caos, ambos publicados por Editorial Trinchera y en El retorno del fantasma (aún inédito)
Caracas, 25 de mayo de 2013