Para el chavismo la participación de Baltazar Porras en el golpe de estado de abril de 2002 es -o debe ser- inolvidable (¿No lo recuerdan en Fuerte Tiuna entregando al Presidente Chávez y en Miraflores el día de la autojuramentación de Carmona Estanga?). En aquel entonces se desempeñaba como Presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, y acompañó a la Coordinadora Democrática (lo que luego sería la MUD) en aquella comparsa que gestó el breve derrocamiento del Comandante Eterno y los ataques terroristas que prodigaron inmisericordemente contra la Patria durante ese año y parte del siguiente.
Hoy, más de una década después, sabemos que está ejerciendo solamente el arzobispado de Mérida; pero, cada vez que tiene la oportunidad de intervenir en las actividades conspirativas que despliega la jerarquía antichavista, asume su rol como vocero con sotana y se ocupa de difundir las matrices de opinión que generan los laboratorios de guerra sucia de la oligarquía trasnacional.
Ayer en la mañana, en una entrevista que concediera a Unión Radio, Porras sostuvo que “hay escasez de vino de consagrar la misa” con base en el siguiente argumento: “La industria Pomar nos dice que no están en capacidad de seguir ofreciendo el producto por una serie de normas en los últimos años… Muchos de los insumos son importados: corchos, papeletas, lo cual convierte cada botella en un precio superior a los vinos comunes en el mercado”.
Mediante una nota que publicó la AFP el lunes pasado el arzobispo antichavista inició su ofensiva particular. Leamos su texto: “La escasez en Venezuela alcanzó a la Iglesia Católica que, ante la falta de vino de consagrar y de harina de trigo para hacer hostias, analiza reducir el número de misas, dijo este lunes a la AFP monseñor Baltazar Porras, obispo del estado Mérida (oeste).
´La reserva de vino que tenemos en Mérida es de dos o tres meses´, mientras que la de hostias ´es muy poca por su alto consumo y porque las monjas que las elaboran tienen enormes dificultades para conseguir la harina de trigo´, explicó Porras.
Con la escasez de hostias y de vino de consagrar, resultan afectados los feligreses de las más de 10.000 iglesias del país.
Como muchos sacerdotes de la zona andina de Venezuela, la Iglesia Católica venezolana analiza, entre algunas medidas, la compra de vino y hostias en Cúcuta, estado colombiano fronterizo con Venezuela, aunque consideran que esto no resuelve la escasez en el país.
´De no haber los elementos para oficiar la misa, tendremos que disminuir la celebración de eucaristías, lo cual sería realmente fatal´, sentenció Porras.
Según el obispo, esta situación no se presentaba en Venezuela desde mediados del siglo XIX.
La revocatoria de una exención de impuestos para la producción nacional de este tipo de vino ha ocasionado que Bodegas Pomar, una subsidiaria de Empresas Polar -la mayor productora de alimentos del país-, tenga dificultades para la elaboración de la bebida”.
Vean que el arzobispo no responsabiliza a la Polar. Entre líneas atribuye la escasez a “la revocatoria de una exención de impuestos para la producción nacional de este tipo de vino”. Es decir, el gobierno es el que, en ejercicio de una de sus potestades, está amenazando la celebración de eucaristías. A esto apuntan sus declaraciones. Y, con ellas, refuerza la matriz de opinión según la cual las políticas del Gobierno Bolivariano son las causantes del desabastecimiento.
Siguiendo los pasos de estos voceros, concluimos en la necesidad y la obligación que tenemos de desnudarlos ante el país, una y otra vez: decir quiénes son, de dónde vienen, qué intereses defienden... Así, quienes eran unos niños en 2002 y 2003, conocerán la verdad y corroborarán que “el hábito no hace al monje”.
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