Carabobo yo estuve en la batalla...

HACERSE PRESENTE:

Para poder entender la Historia, es necesario hacerse presente en ella. No contarla, ni tratar de interpretarla solamente, sino vivirla, tocarla, olerla y tal vez sufrirla.

Esos viajes fantásticos al pasado para ver de cerca los acontecimientos y comprenderlos, son el único camino posible. A falta de una buena “Máquina del Tiempo”, es necesario afinar la imaginación para que nuestro intelecto se traslade a la época y al sitio de los acontecimientos.

CARABOBO, TIERRA INVICTA DE BOLIVAR:

Luego, me dispuse a “viajar” a la llanura de Carabobo, sitio de la batalla definitoria de nuestra independencia, hace ya 192 años.

Decir Carabobo, es decir BOLIVAR, todo un poema heroico escrito en la realidad por la voluntad del gigante de Abya Yala (América). La preparación de la batalla, mediante la coordinación de nuestras dispersas tropas patriotas en todo el territorio nacional, la concentración en el centro del país y la inspiración sublime de Simón de la Trinidad, en el campo de batalla, son acciones que impregnan a Carabobo con su genio y personalidad.

BUSCANDO AL LIBERTADOR:

Es por ello que me trasladé la Cuartel General del Libertador en junio de 1821, en la ciudad de San Carlos. No era fácil permanecer “por allí, nomás” en el mismísimo cuartel del Libertador, sin pasar desapercibido y como siempre anhelé, fui reclutado como furriel o escribiente en el mismo Estado Mayor, tremendo sitio en donde se cruzaban las órdenes y se decidían los pormenores de la inminente batalla.

El Libertador siempre huracán, aprovechaba los días para organizar a todo el mundo y cuando creyó estar listo, una noche avisó sobre nuestra marcha al sitio de “Las Palmas”.

Establecido el nuevo emplazamiento, El Libertador revisó toda la estrategia general y los acontecimientos de la breve toma de Caracas, por el terrible Bermúdez, la cual sirvió para distraer fuerzas al enemigo. Igualmente ordenó a José Laurencio Silva, atacar al enemigo en Tinaquillo, con el mismo propósito de distraerlo.

DESFILE MILITAR EN TAGUANES:

Cuando vio que todo marchaba a su satisfacción ordenó marchar al sitio de “Taguanes”, escenario de una gran victoria republicana de antaño.

En “Taguanes”, se perfiló toda la logística y por primera vez en la guerra de 11 años, los soldados fueron vestidos con uniformes nuevos de gala, los granaderos lucían sus dorados arreos y los jinetes se engalanaban con sus lanzas y banderolas. Igualmente cada división estrenaba una banda marcial con cornetas nuevas, pífanos, platillos y relucientes adornos.

El Libertador el día 20, se encaminó con su Estado Mayor, comandado por el general Mariño y todos sus integrantes a un toldo central de palma, para presenciar el desfile de todos los cuerpos del ejército libertador.

Marcharon todos y en cada División, el Libertador les hablaba de sus pasadas glorias y del inmenso compromiso en puertas.

El primero en asomar, montado en un enorme caballo alazano, fue el general José Antonio Páez, al mando de la Primera División. Todavía era el Páez de “Mucuritas” y de “Las Queseras del Medio”, todo héroe, todo ardor y batalla, el otro “Páez”, aún no había nacido, el de “La Cosiata” y de la traición.

Luego apareció, “El bravo de los bravos de Colombia”, el general Cedeño, al mando de la segunda División. Destinado por Dios a relampaguear en Carabobo.

Siguió el coronel Ambrosio Plaza, al mando de la Tercera División, otro relámpago en la batalla.

Cuando el día 24 de junio de 1821, se apareció el “catire sol orzano”, brillando enorme sobre Carabobo, el ejército se despiertó con la diana tocada por todas las bandas marciales, se desayuna con casabe y carne asada y se pone en marcha hacia la inmortal llanura.

RUMBO A CARABOBO:

Yo que no quería perder pisada del Libertador, me acomodé en mi mula, muy cerca de los “Tiradores de la Guardia” y nos encaminamos al angosto rio “Chirgua”, sin dificultad el ejército pasó al otro lado rumbo a las serranías de “Las Hermanas” por el desfiladero de “Buena Vista”.

Al llegar a la altura, todos pudimos ver al ejército español, desplegado en la llanura de Carabobo y a medida que el ejército patriota ganaba la explanada, se producía una algarabía tremenda, sonaban disparos al aire y las bandas redoblaban con gran estruendo. Los españoles nos miraban desde abajo, imperturbables.

Abajo, ocupando el suelo sagrado de la patria, estaba la gente de La Torre y los nuestros tenían muchas ganas de hacerlos morder el polvo!.

Yo siempre coleado, presenciaba las deliberaciones del Libertador, sobre cómo conducir la lid. Desde la altura con su catalejo, estudiaba las posiciones de los realistas y comentaba sus fortalezas en aquel valle meridional del de Valencia y cerca de San Carlos y el Pao por cuyos caminos esperaban los realistas, nuestra llegada.

La necesidad era penetrar a Carabobo y enfrentar al enemigo con ventaja, pero por la ruta que seguían esto era casi imposible, como así lo comentó el mismo Bolívar, así que se puso a buscar otra entrada posible. Por supuesto que La Torre, tapaba todas las entradas visibles y se aprestaba a no dejar pasar ni un “alfiler”.

LA PICA DE LA MONA: INSPIRACION GENIAL.

Bolívar en un arranque repentino, que denotaba impaciencia, les pide a sus oficiales la ayuda de un “baquiano” o guía y de inmediato le traen a un “indio” muy experimentado natural de Tinaquillo y que había permanecido toda su vida en esta región.

Ente la imponente presencia del Padre de la Patria, el hombre le habló de una angosta trocha, nunca usada por ser muy escabrosa y que conducía al flanco derecho del enemigo y evitaba su reforzado frente.

El rostro de Bolívar se iluminó y dirigiéndose a Páez, le ordenó conducir la 1ª. División por ese camino.

Páez monta y se dirige a sus subordinados que como todos esperaban impacientes las ordenes. Le grita a Juan Torres y sus “Bravos de Apure” que inicien el paso, seguido por Farriar y su “Legión Británica”, compuesta por Irlandeses y Escoceses, ya empeñados desde hacia añales en batir a los ingleses en su patria dividida. Seguían los de “Mucuritas”, “Mata de la Miel” y “Las Queseras” con sus 1.500 lanzas, al mando de Muñoz, Mellado, Camejo y otras leyendas hechos centauros.

La escondida senda denominada “La Pica de la Mona”, era un tortuoso camino tipo trinchera, que no permitía caminar a mas de 4 o 5 hombres de frente, con una cola inmensa atrás de dos en dos, sujetos al fuego enemigo y muy vulnerables a ser detenidos en su avance.

BRAVOS DE APURE ES FUSILADO:

“Bravos de Apure” marcha a la vanguardia en fila por la trocha y tras grandes esfuerzos, logra asomar cabezas en la llanura, en donde La Torre ya prevenido del movimiento, enfila toda su artillería contra los intrusos de Páez. “Apure”, no puede hacerse firme y sus filas son diezmadas por el intenso fuego, al fin se rompe en pedazos y casi en desbandada retrocede, pero en eso suenan las “Gaitas” de la “Legión Británica” y con esa pegajosa música aguda, acuden al frente del herido batallón llanero y se interponen al abrazador fuego del enemigo.

IRLANDESES Y ESCOCESES, LUCHADORES DE LA LIBERTAD:

Toda la saña del enemigo se centra en los británicos, los artilleros reales la crucifican y los batallones de tiradores la fusila casi a quema ropa, pero Farriar manda “rodilla en tierra” y a cada segundo grita “firmes!”. Las balas clarean sus filas y Farriar muere a la cabeza de su línea. Luego le siguen en comando 17 oficiales y todos mueren en la intensa carnicería.

Páez aprovecha el costoso respiro que le brindan los británicos y organiza un poco mejor a los “Bravos de Apure” y “Tiradores”, luego seguido por los despojos de la “Legión Británica”, logra un frente de unos 500 hombres y arremete a bayoneta calada contra los realistas. La caballería de la 1ª. División, va llegando a retazos y Páez los organiza.

EL PUEBLO MESTIZO, YA EMPUJABA:

En este momento se produce el conocido episodio de la muerte de Pedro Camejo, pero muchos omiten la circunstancia de la incorporación de los negros, mulatos y pardos a la lucha, ya en el año 11 de esta contienda, que se había transformado en una guerra civil y donde muchos venezolanos combatían a favor del rey. En Carabobo, ya la patria, Bolívar y Páez, estaban al frente del pueblo llano y la balanza se inclinaba a su favor en forma irreversible.

EL OCASO DE ESPAÑA EN CARABOBO:

“Húsares” y “Dragones” del rey, inician una ruidosa desbandada en el campo de Carabobo. Páez y su 1ª División casi solos, hacían correr al enemigo.

Bolívar desde su comando, observa el portento de Páez y ordena a las otras dos divisiones penetrar a la llanura por cualquier vía posible, movimiento que corta la comunicación de La Torre, con su caballería.

Los del rey corren como conejos y La Torre grita desgarradoramente, dando órdenes que ya nadie escucha y el batallón “Hostalrich” suelta sus armas y huye cobardemente, el “Burgos” es presa de las lanzas coloradas de Silva y Muñoz. El pánico se apodera del comando real y La Torre coge el camino de la vergüenza y la derrota.

VALENCEY RESISTE EN VANO:

En el campo solo quedan “Barbastro” y “Valencey” y allí tratando de rendirlos, siempre en primera fila, entregan sus vidas Plaza y Cedeño. Las arremetidas feroces hacen rendir a “Barbastro”, pero “Valencey” al mando de Tomás García, escribe la última historia de valor de las tropas reales en suelo venezolano. Retrocediendo en cuadro, con una pieza de artillería, el batallón real aguanta las increíbles cargas de nuestros lanceros y en su camino a Valencia, va dejando un surco de sangre y gritos.

La suerte está echada y todos acompañando a Bolívar, bajamos a la llanura de Carabobo, cuando ya las bandas tocaban la “Canción del Bravo Pueblo” y solamente 400 españoles huían hacia las montañas de Puerto Cabellos, perseguidos por infantes montados en la grupa de los caballos de los lanceros.

GENERAL EN JEFE, EN EL CAMPO DE BATALLA:

Pez cabalga orgulloso al encuentro de su Jefe Supremo y Bolívar los asciende a General en jefe en el propio campo de batalla victorioso.

Todavía se arremolinaba el humo y no cesaba el clamor de la victoria, cuando el Libertador acompañado por su guardia, entró en el abandonado Valencia, que ya para siempre no sería “del rey”.

De inmediato el Libertador le ordena a Páez, acompañarlo a Caracas y con el batallón de “La Guardia”, entra a su ciudad natal, después de 7 años de ausencia. La ciudad se vuelve loca de júbilo.

EL CARABOBO DE HOY, CIVICO MILITAR:

Hoy 192 años después he visto a los estudiantes y a nuestro ejército, escenificar en el glorioso campo, una alegoría de la batalla.

Es un alivio ver que por lo menos, nuestro hijos puedan siquiera asomarse en el sitio que nos dio tanta gloria, para que comprendan el sacrificio de los millones de seres humanos que dieron su vida por la libertad, de todos, desde que Colón recaló perdido por nuestros lares, pasando por las batallas de los “Hombres Libres” de “Maracapana”, “El sitio de las Rosas”, “La batalla naval de Chichiriviche” y todas las de la independencia, incluyendo a esta grandiosa de “Carabobo”.

He recordado al artífice de esta resurrección histórica de nuestro pasado, al gigante del siglo 21, nuestro conductor que nunca morirá, como Bolívar, al estratega de Sabaneta, Hugo Chávez Frías.

Si en realidad hubiera estado peleando en el sitio sin perder mi humilde vida, hubiera gritado en el fragor de la victoria: “Ana Karina Rote…Amucón papororo itoti nantó”·

SOLO NOSOTROS SOMOS HOMBRES LIBRES, LOS DEMÁS SON ESCLAVOS!


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Francisco Natera Amundaraín


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