"Haciendo un recuento de mi vida pasada creo haber trabajado con suficiente honradez y dedicación para consolidar el triunfo revolucionario. Mi única falta de alguna gravedad es no haber confiado más en ti desde los primeros momentos de la Sierra Maestra y no haber comprendido con suficiente celeridad tus cualidades de conductor y de
revolucionario."
Esto lo escribió el mismo "teólogo" que escribió esos mantras que recitan algunas personas que se dicen revolucionarias (Cedice, cedice, ¡¡¡Guijarro!!! ¡¡¡Petrash!!! Sedice, sedice, me suena...).
En este lado de la talanquera hay muchas vertientes, todo comenzó por allá por los años de la Primera Internacional, quizás antes en los días de la Comuna de Paris, o quizás antes cuando las amibas no tenían enemibas. Lo que yo deseo es que cada quien, estudie su teoría, cada quien haga análisis consistentes con su teoría y no vaya dejando cabos
sueltos.
Una persona que cita a Guevara, marxista-leninista de pelo en pecho, no puede, al mismo tiempo, desdeñar la existencia de un partido revolucionario y de una organización revolucionaria con un claro y definido liderazgo, con una estructura organizativa clara y jerárquica y con una maquinaria dispuesta a moler al enemigo de clase. Un anarquista por el contrario, ve en Guevara la antitesis de su utopía: Ni dios, ni amo. Una sociedad en donde la palabra disciplina causa urticaria. Esto seria chévere, debo admitir.
Yo me siento aquí a esperar a que me digan como alcanzar ese tipo de sociedad arrancando desde una sociedad como la nuestra. Quiero métodos viables. No quiero verborrea que no entiende nadie, y mucho menos el pueblo al que dicen "acompañar". Y quiero que en sus análisis metan el detallito del Imperio y de como las fuerzas imperiales penetran esos desorganizadas organizaciones donde todo el mundo tiene una opinión diferente: típico de organización que nunca logran nada, además de hacer oposición, incesante oposición, a lo que venga, oposición, sin asumir el compromiso para ejercer el poder por el que peleamos (¡¡ni de vaina errar, ni de vaina inventar, es la consigna!!).
Es por ello que digo que el último verdadero anarquista murió en el 36. Se llamaba Buenaventura Durruti y fue victima de su disciplina de obrero anarco-comunista y de la falta de disciplina de los teóricos del anarquismo de la CNT-FAI.
Al pueblo lo que es del pueblo.
¡¡¡No lo "acompañen", por favor!!!, que algo queda...
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