La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela se fundamenta en el Poder Popular, sin embargo no podemos hablar de un verdadero Poder Popular si desde los espacios públicos no incentivamos como debe ser la participación del pueblo. La participación solo puede darse si partimos por respetar las divergencias y los diferentes puntos de vistas que puedan confluir cuando de tomar decisiones colectivas se trata.
Pero la participación es una práctica y como toda práctica debe implicar el ejercicio diario de la misma, la participación no se impone, ni se decreta, requiere de cambios de paradigmas sociales, culturales y políticos. No olvidemos que la llamada democracia “representativa” inyecto el vicio neoliberalista del Laisser Faire: “dejar hacer, dejar pasar”, sin que las comunidades pudiesen tener injerencia alguna en los procesos que implicaban el mal llamado desarrollo comunitario, de allí la corrupción a mansalva, el burocratismo, la ineficiencia e ineficacia de las obras públicas y por supuesto que con tantos años de vicios y flojeras, el cambio no es soplar y hacer botella ya que implica el cambio de estructuras mentales no acostumbradas a la interferencia y solución de los problemas que al pueblo le son propios, se requiere de aprendizaje tanto teórico como práctico a fin de producir verdaderos cambios de valores individualistas hacia valores participativos y protagónicos.
Por otro lado, hablamos bonito en mítines y asambleas sobre el Poder Popular pero de verdad estamos dispuestos en Alcaldías, Gobernaciones e Instituciones a ceder nuestros espacios al Poder Popular??? De verdad confiamos en la capacidad organizativa y creadora de nuestras comunidades??? Será que nuestros Alcaldes, Gobernadores, Ministros y dirigentes consideran que nuestro pueblo está preparado para asumir cuotas de poder o todavía habrá quienes se sienten por encima de las comunidades por poseer grados educativos superiores. En lo personal considero que quienes piensen de esta manera, quien a estas alturas dude de la inteligencia colectiva, organizativa y creativa del pueblo no puede ser digno de considerarse ni revolucionario, ni socialista.
Catorce (14) años de revolución y como ocultar que aún persisten estructuras institucionales burocratizadas y de funcionarios (as) públicos apáticos (as) y desinteresados (as) por dar respuestas a las necesidades de la población guillotinando la esperanza de las comunidades, de allí la necesidad de conformar instituciones horizontales, orientadoras, alejadas de todo autoritarismo, que crean fielmente en las capacidades de las comunidades para participar en acciones que den respuesta a sus necesidades más sentidas.
La participación implica además del convencimiento por parte del pueblo en su conjunto de que es el único camino para el fortalecimiento comunal, requiere de madurez considerando que la entrega de recursos a las propias comunidades es un compromiso tanto de los entes del Estado como de los beneficiarios y beneficiarias al que hay que hacerle mérito.
Los procesos de participación implican además fortalecer la escucha y la interacción entre la dirigencia gubernamental y las comunidades, sin imposiciones por parte de quienes detentan el poder, urge entonces la constitución permanente de mesas de trabajo, asambleas comunitarias o cualquier vía que fortalezca el debate permanente entre gobierno y comunidad.
Quizás puede parecer simple pero los calificativos peyorativos en esta etapa de la revolución nos dividen y por ende afectan considerablemente los procesos participativos. Se ha vuelto demasiado común descalificar a quienes piensen diferente o a quienes nos lleven la contraria, las expresiones más comunes y que sin duda ya forman parte de nuestro diccionario diario son: “Escuálidos (as)”; “Contrarrevolucionarios (as)”; “Saboteador (a)”; entre otras. Sí de verdad queremos profundizar y perpetuar el socialismo y por ende continuar con el legado de nuestro comandante no busquemos enemigos entre nosotros o nosotras, nuestro verdadero enemigo es el imperio, el capitalismo y con ello los dueños del capital, frases como las descritas solo contribuyen a acrecentar la división, crear desconfianza y a aislar a los sectores críticos del colectivo comunitario…Se los vuelvo a repetir por enésima vez, nuestro gigante antes de partir físicamente alzo su mano izquierda y nos gritó: “Unidad…Unidad…Unidad”, no lo defraudemos…!!!
Chávez te lo juro… La derecha apátrida más nunca volverá!!!
NO A LA IMPUNIDAD…CARCEL PARA CAPRILES YA…!!!
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